Lanzó tres solicitudes que de inmediato los jóvenes se
comprometiron a cumplir: seguir informando y orientando sobre el
proyecto alternativo de nación en las redes sociales; generar conciencia
entre la ciudadanía de la necesaria transformación, y cuidar, durante
la jornada electoral, las casillas en todo el país para evitar que se
repita la historia del año 2006.
Al encuentro acudieron estudiantes de las universidades Nacional
Autónoma de México, Autónoma Metropolitana, Autónoma de la Ciudad de
México, de Ciudad Juárez, de San Luis Potosí, Benito Juárez de Oaxaca,
del estado de México, Chapingo, de Guadalajara, Iberoamericana,
Instituto Politécnico Nacional,
de Monterrey y muchas más, quienes le dieron su apoyo.
, preguntó. La respuesta se extendió en un largo y agudo
.
Desde esta plaza, espacio donde se dio una de las muestras más crudas
del autoritarismo priísta el 2 de octubre de 1968, López Obrador se
comprometió a no defraudar a los jóvenes ni a la ciudadanía, pues para
emprender las reformas que la nación requiere necesitará su apoyo.
, a lo que López Obrador garantizó que Elba Esther Gordillo, dirigente del SNTE,
.
Antes que el candidato hablaron seis jóvenes representantes de todas
las instituciones que figuraron en el encuentro. Giovanni Aguirre, de la
UNAM, invitó al candidato a asistir a Ciudad Universitaria.
, fue el llamado de toda la masa reunida en la plaza, que aún guarda esperanza que esa visita se concrete.
Andrés Manuel López Obrador con los escritores Elena Poniatowska y Paco
Ignacio Taibo II (a espaldas del candidato), durante el acto
estudiantil realizado en TlatelolcoFoto Carlos Ramos Mamahua
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Martes 22 de mayo de 2012, p. 5
Roto el mito de que los jóvenes son apáticos
frente a la vida política del país, estudiantes de cerca de 200
universidades de toda la nación, públicas y privadas, acudieron ayer,
tarde esplendorosa de mayo en la Plaza de las Tres Culturas de
Tlatelolco, a sellar un pacto con el candidato del Movimiento
Progresista, Andrés Manuel López Obrador.
Ellos aseguran a gritos que harán la tarea que les asigna el
candidato: en los 40 días que restan para las elecciones deben orientar
el pueblo, vigilar las casillas y defender el voto de quien, sin
dudarlo, ya ven como su presidente.
A cambio, AMLO promete, sin necesidad de escenificar firma alguna,
cumplir las demandas y aspiraciones que el movimiento estudiantil le
pone enfrente: derecho a la educación de calidad; no más rechazados;
cupo para todos; un sistema de becas extenso y eficaz.
Y también, pensando más allá de la graduación, mirando a su futuro
hoy incierto, exigen proyectos de desarrollo y empleo que incorporen a
los egresados de la educación superior. No más subempleo o desempleo
para los futuros ingenieros y diseñadores; literatos e historiadores;
abogados y politólogos; biólogos y astrofísicos; filósofos y contadores.
No más fuga de cerebros, no más chambas chatarra para los médicos y
licenciados, antropólogos, normalistas y veterinarios del mañana.
La Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca propone una demanda
más: inclusión de los discapacitados en el sistema universitario.
Tarde de pensar en generaciones idas y presentes; de dejarse calentar
el alma por los fantasmas de aquellos que en este mismo sitio fueron
masacrados hace 44 años, invocados por Paco Ignacio Taibo II, jóvenes de
entonces que asistían a una concentración estudiantil parecida, pero
diferente a ésta.
Flanqueando a AMLO no hay políticos, sólo estudiantes en nombre de
distintas casas de estudios: los 165 tecnológicos del país,
representados por el de Mérida; la UNAM, universidades de los estados,
la
Ibero, desde luego, heroína de la coyuntura; Chapingo y la
UACM –creada por el mismo López Obrador como jefe de Gobierno del DF–,
la UAM y el
Poli. Sus discursos tienen una sonoridad tan fresca como no se había escuchado hasta ahora en las campañas.
Toca abrir a Armando Iturbe, joven bien vestido de la Uia (donde para
estudiar se deben pagar, cuando menos, 150 mil pesos al año). La
injusticia social no le es ajena. Muy serio voltea a ver al candidato:
No nos falles
. Y prende al respetable que estalla en gritos:
¡No nos falles!
Muy conmovido, López Obrador les contesta:
No voy a fallarles; es en serio
.
Giovanni Aguirre, de la FES Acatlán, repite para solaz de todos el
resultado del ensayo de elecciones que se hizo la semana pasada en la
UNAM, donde López Obrador barrió con 85 por ciento de los votos.
Y si alguien pide revisión, nosotros sí estamos dispuestos a un recuento voto por voto, casilla por casilla
.
El futuro politólogo de la UAM Julián Castruita emite la frase más cruda del acto:
El lugar de los jóvenes debe ser el aula, no la calle ni los ataúdes
.
Pone el dedo en una llaga dolorosísima de su generación: centenares de
universitarios desaparecidos o asesinados en la capital y los estados.
Christian Ramírez, del IPN, se queja de la falta de democracia y reducción de presupuesto en el Poli;
Rodrigo Flores, de la UACM, en cambio, no menciona el conflicto interno
en su universidad, y por último Adrián Gorozica, del Tecnológico de
Mérida, recuerda que cuatro de cada diez ingenieros del país son
egresados de los 162 planteles hermanos del Instituto Politécnico,
afectados hoy por el abandono y la gradual privatización.
¿Qué cuántos serían? Desde el templete se ve que todos los confines
de la plaza están cubiertos... Desde las ventanas del edificio Chihuahua
penden mantas gigantes del Poli, de AMLO, del sindicato de electricistas en resistencia, el SME; pendones con las palabras Universidad
y Revolución
.
La muchedumbre busca sombra en los centenarios muros de tezontle de la
iglesia de Santiago. Desde la azotea del edificio 15 de Septiembre debe
verse curioso el latido de la multitud, que salta al unísono: ¡El que no brinque es Peña!
¿Cifras? Quién sabe. Pero el sesentayochero Jesús Martín del Campo
hace memoria y calcula que pocos momentos colmaron así la emblemática
explanada. Aquella tarde del 2 de octubre de 1968, antes de que el
espacio se cubriera de sangre; después, algunos mítines conmemorativos
de la noche de Tlatelolco: el quinto, el 25, el 40 aniversario. Y tal
vez aquel 15 de septiembre de 2006, cuando en respuesta Andrés Manuel
López Obrador fue ungido presidente legítimo
por sus seguidores.
Finalmente, AMLO frente al micrófono: habla de su inspiración en la
secundaria, un maestro del 68, Rodolfo Lara, que hizo huelga de hambre y
fue preso político; de sus años en la FCPS de la UNAM, adonde entró en
1973, bajo la fuerza del chileno Salvador Allende. Y abordó un tema no
muy frecuente en sus discursos: No despreciamos a quienes piensan que
la vía armada es una posibilidad para la transformación. Pero con todo
respeto, nosotros vamos a luchar siempre por la vía pacífica y electoral
.
Él, que se define como de la generación de la transición democrática,
frustrada con el fraude a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988; que padeció el
engaño de la generación de la alternancia panista, gatopardista
, finalmente llega a este día para constatar: Estoy feliz, ya hay relevo generacional. ¡Viva la generación de la transformación!
Y con esa frase desata la apoteósica despedida con la que concluyen
tres días en un solo impulso juvenil, tres días de sinergia –analiza
Taibo II– que desafían a la fuerza de gravedad que ejercen, a seis
semanas de las elecciones, las encuestas y la televisión. ¡Presidente!, ¡presidente!
, retumba la Plaza de las Tres Culturas.
Y los muchachos se dispersan tarareando el arreglo que, con permiso
de Violeta Parra en el más allá, hizo Pedro Miguel de sus versos:
“Aquí están tus estudiantes /Plaza de las Tres Culturas/recuerdo
de los caídos/para la gente futura/aquí seguimos haciendo/la historia
sin amargura/¡Caramba y zamba la cosa/con enojo y con ternura!”
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