miércoles, 7 de abril de 2010

EL "CAMBIO " DE LA CLANDESTINIDAD HACIA "OTRO CAMINO"

El cambio... desde la clandestinidad al activismo

Francisco Reséndiz Martes 06 de Abril de 2010 23:21

Hace frío. El viento se siente fuerte, pero no levanta la tierra... Ha llovido. Aquí, en la parte alta de Chicoloapan, estado de México, faltan agua, luz y drenaje, pero campean insalubridad, sol inclemente en verano y frío de la noche de otoño. La miseria mata la fe.

Desde hace varios años, en Lomas de San Sebastián —señalan vecinos— hay militares. Personal entrenado ha seguido cada paso de nueve personas que por más de 10 años recibieron instrucción guerrillera y operaron contra el Estado mexicano en todo el país desde las filas del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), grupo armado que dio origen al Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Aquí, bajo la mirada del Ixta y frente a la mancha urbana de Texcoco, Hermenegildo Torres Cruz, David Cabañas, Ítalo Ricardo Díaz, Ana María Vera Smith, Rubén Díaz, Pablo Torres Hernández, Felipe Canseco, Rey Venegas y Enrique Itahua, han encontrado refugio... Buscan “el cambio radical del país por vía pacífica”.

En medio de la Semana Santa 2010 recordé lo publicado el 8 de octubre de 2007 en este diario. Las cosas, a simple vista parece que se mantienen igual… ¿Qué pasa cuando la gente cree que la vía electoral no es suficiente para lograr el cambio? ¿qué pasa cuando esa gente que decidió por la vía armada se da cuenta de que equivocación?

Así pues, a más de nueve años después de dejar la cárcel, algunos ex guerrillero venden botanas, otros estudian, otros más son gestores y abogados, funcionarios de gobiernos perredistas, algunos cuidan sus “proyectos sociales” y hacen tareas como reparto de agua.

A finales de 2007 escribí: Las casas, escuelas y calles de tierra de esta colonia irregular asentada en ejidos, a tiro de piedra de plantíos de maíz, fueron construidas por estos ex milicianos del PROCUP.

Junto con 90 familias hacen las cosas a su modo: los maestros son gente de la comunidad, vigilan por la noche en grupos armados con palos y piedras, construyen en faenas y afirman que es posible el cambio.

“Adelante, pueblo, rompe tus cadenas, en la unión radica nuestra fortaleza”, se lee en una barda frente a la escuela José María Morelos. Cuatro hombres, ex guerrilleros que hace años dejaron de caminar con la pistola en el cinto, hablan con EL UNIVERSAL.

Hermenegildo Torres es tabasqueño, moreno y usa piocha. Su rostro, igual que el de sus compañeros, es duro. Narra que en 1974 participó en un movimiento estudiantil en Villahermosa y viajó a México, donde estudió Ingeniería en la UNAM.

“La pobreza y la marginación son un caldo de cultivo para grupos guerrilleros. La gente dice mejor muero peleando que de hambre. Pero lo pensamos bien y decidimos no ser parte de un grupo armado, ni su representante ni fachada ni brazo político, decidimos navegar solos.

“Somos la izquierda-izquierda que busca cambios radicales en el país por la vía pacífica; debe haber un acuerdo nacional, que liberen a todos los presos políticos, un periodo de reintegración a la vida política-social de todos los grupos guerrilleros”, sugiere.

Los ex guerrilleros se declaran listos para transitar por la vía electoral. Dicen respetar a la insurgencia pero reconocen que difícilmente la vía armada por sí misma puede triunfar.

Rechazan ir a un enfrentamiento por décadas e “imitar lo de Colombia”. “No estamos de acuerdo con los bombazos del EPR, porque si lo estuviéramos dejaríamos de ser pacíficos”, dice Torres Cruz.

Otros tres ex milicianos del PROCUP se sientan en el borde de una fosa séptica que construyen para la primaria de la colonia, miran con atención y establecen:

“No estamos de acuerdo con bombazos; tampoco que del otro lado haya dos desaparecidos... Si estamos en un estado de derecho debe haber leyes y jueces que juzguen los delitos de quien sean, aun el mayor delincuente debe ser juzgado y tratado bien”.

La clandestinidad

Hermenegildo se sincera: “La estructura rígida del PROCUP la analizamos a fondo desde la cárcel. Iniciamos el cuestionamiento interno, nos preparamos mentalmente para no caminar en la calle con la pistola fajada”. Pero hubo un imperativo para pensar en incorporarse a la vida legal.

Lo detuvieron en 1976 y lo sentenciaron a ocho años de prisión. En 1978 fue amnistiado. Años después se sumó al PROCUP, donde hacía “propaganda armada en el valle de México... Íbamos armados... Me detuvieron el 8 de agosto de 1991... Nos defendimos y me metieron siete balazos.

“En el PROCUP recibimos entrenamiento político-militar. Corríamos en los parques y los otros entrenamientos como karate militar, armar y desarmar armas, manejo de armas, éramos guerrilleros. Lo hacíamos en casas de seguridad.

“Nos organizábamos en núcleos de militantes, luego los comandos, que eran los operativos, que eran grupos de 12 compañeros por cada líder. Estábamos informados de todo, entrenábamos, nos ligábamos con estudiantes, campesinos, obreros y reclutas”, esboza.

Hoy, este hombre es padre de un pequeño de dos años, encabeza una oficina de gestión de vivienda en el centro histórico de la ciudad y es la cabeza visible de la Izquierda Democrática Popular (IDP) que aglutina a organizaciones político-sociales de izquierda, distanciadas del PRD.

Enrique Itehua es un bajito, toma de la mano a su hijo, no lo suelta. En el PROCUP era soldado raso, propagandista se dice. Es veracruzano, tenía 25 años cuando ingresó al grupo.

Fue apresado el 6 de agosto de 1991 y sale libre para integrarse a la vida legal “haciendo marcha, plantones, huelgas de hambre en demanda de la liberación de mis compañeros, repartía el periódico El Proletario”.

Rey Venegas es un indígena náhuatl poblano; tenía 17 años cuando fue capturado. Dice que se integró a la guerrilla por las condiciones sociales y económicas de donde es originario.

“En la cárcel hay tiempo necesario de sobra para pensar, para acceder a más literatura y eso permite entender que en la lucha, como hoy la desarrollamos podemos lograr cambios sin transgredir los principios de los que fuimos formados”, se sincera.

Pablo Torres nació en el Distrito Federal, participó en “operativos expropiatorios” y hoy es gestor; se integró al PROCUP en los 80, era parte de una célula que repartía el periódico El Proletario y hacía labores de adoctrinamiento en diversos zonas del país.

Recuerda que al recuperar la libertad en 1998 y salir a la calle las condiciones políticas y sociales del país son diferentes a las que habían cuando desarrollaban su lucha.

A cada metro que se recorre en este lugar se siente la mano de aquella izquierda dura de los 70 y 80. Hay pintas de rechazo al gobierno y de apoyo a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a la “Otra Campaña”.

Los ex guerrilleros se organizan. Terminan la tarde en la casa de Enrique Itahua: comen frijoles, pollo adobado, jamón con huevo y nopales. Es un día de fiesta. Después de un rato cada quien se va a casa... a la “normalidad”.

¿Cómo ves?

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OAXACA DE JUAREZ, MAGON Y ZAPATA ,APPO 2011, http://todoelpoderalpueblo.blogspot.com