2009-08-30•Política Crecimiento del número de pobres en el país, crisis económica, militares en las calles y empleo cada vez más escaso son factores que avizoran un posible estallido social en México, advertido en los últimos días, lo mismo por cámaras empresariales que por legisladores, expertos internacionales o por el propio rector de la UNAM. Al acercarse el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, los augurios incluyen la coincidente línea histórica de las revueltas nacionales: 1810-1910-¿2010? El historiador Carlos Montemayor, en entrevista con MILENIO para hablar sobre el libro Oaxaca: Insurgencia Civil y Terrorismo de Estado, afirma que la idea de que cada cien años México vive una sacudida social, está suficientemente sustentada. Como en Oaxaca, dice, el país “está lleno de Ulises Ruizes” y “de condiciones semejantes de depresión social, económica y de ceguera política”. Carlos Montemayor hizo el prólogo del libro publicado por editorial Era y escrito por José Sotelo, quien también está presente en la conversación y afirma que después de los sucesos de 2006, “no es la estabilidad lo que priva en Oaxaca: es la injusticia que está contenida y simplemente han cambiado las apariencias”. Montemayor formó parte de la comisión de mediación que intentó establecer un diálogo entre el Ejército Popular Revolucionario y el gobierno federal para encontrar a los guerrilleros Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz, desaparecidos en Oaxaca hace más de dos años. ¿Qué significa la Oaxaca de 2006, en esta idea que ronda en cierto imaginario nacional de que 1810 fue la Independencia y en 1910 la Revolución; ahora en 2010 “viene algo”? Primero, es una idea suficientemente muy sustentada de que cada 100 años hay movimientos en México, porque durante todo el siglo XIX hubo movimientos importantísimos contra Estado Unidos, contra invasores, tanto contra las invasiones del Ejército francés como contra los planes porfiristas. Las guerras civiles mexicanas nunca han terminado, o no han tenido solamente una aparición, una irrupción cada siglo. Por lo tanto, primera conclusión: cualquier año, de cualquier siglo es bueno para México en cuanto a insurgencia popular. Dos, creo que la relevancia del movimiento de la APPO de 2006, entre otras cosas, radica en que se visualizó por vez primera lo que podría ser un movimiento popular en ciudades, en zonas urbanas llevadas hasta el hartazgo por la injusticia, la desigualdad, la marginación y la discriminación. Las condiciones sociales que se dieron en Oaxaca en 2006 no son condiciones insólitas. Muy bien pueden parecerse a muchas otras que viven no sólo zonas de la Ciudad de México, sino otras ciudades del país, de manera que es una respuesta o una reacción social posible, probable, emblemática. Hay quienes dicen que el país está lleno de Ulises Ruiz... Está lleno de Ulises Ruizes y de condiciones semejantes de depresión social, económica y de ceguera política, así es. Usted ha ensayado la idea de las guerrillas recurrentes... ¿Qué eslabón falta en México para que los movimientos sociales entren a una lógica distinta? No, por lo regular los movimientos armados y rurales son resultado de medidas represivas equivocadas o precipitadas de los gobiernos. Son numerosos los casos que presento en mis ensayos, pero en el caso de Oaxaca hay una idea muy extendida dentro y fuera del gobierno, y dentro y fuera de las organizaciones policiales y militares del país, de que pudo haber una participación del EPR. Yo me inclino por pensar que si el EPR intervino, no intervino en función de comandos armados, sino posiblemente en una aportación de bases sociales. La primera vez que yo escuché esta influencia o presencia del EPR en el movimiento de Oaxaca, fue en las oficinas del ya procurador (Eduardo) Medina Mora, que quería pensar en voz alta conmigo las posibilidades de penetración del EPR, o incluso las posibilidades de entablar tipo de comunicación con esta organización. Evidentemente que yo nunca he tenido contacto con el EPR. Ellos tienen su organización clandestina muy bien trazada, y ni en ese entonces, ni después en la comisión de mediación, establecimos muy claramente esa distancia. Hay cosas que debemos notar sobre este tema. Recuerdo, por ejemplo, que en la vieja Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, que era la cara de inteligencia de la Federal de Seguridad, dos direcciones generales que se encargaban de tener esa inteligencia. Recuerdo que en ese periodo del temblor devastador del 85 en la Ciudad de México, la organización espontánea de la gente fue ejemplar, admirable e inmediata; y reportes de Investigaciones Políticas y Sociales afirmaban que eran bases del Procup (Partido Revolucionario Obrero Clandestino -Unión Popular) las que estaban organizando a las brigadas de rescate y de apoyo. Es muy interesante ese dato porque estaríamos entonces rescatando, demostrando o sustentando una característica del Procup ahora: su trabajo por bases sociales, en aquel tiempo, nada menos que en la Ciudad de México. ¿Por qué no, con mayor facilidad en Oaxaca? Por lo tanto, creo que hay un trabajo de bases sociales que constituyen el trabajo político de estas organizaciones que creemos que sólo se concentran en su entrenamiento armado. ¿En cualquier momento podríamos presenciar una nueva etapa de esta lucha? Creo que por muchas señales esos son los objetivos planteandos o trazados por varias de las organizaciones armadas. Y contra eso no tiene respuesta el Estado mexicano, la única respuesta es el empobrecimiento cada vez mayor. José Sotelo, el autor del libro escrito con base a los testimonios de un “jurado popular”, erigido para analizar los sucesos de Oaxaca en 2006, también da su opinión sobre el significado de la Oaxaca de 2006 en la idea del México de 2010. “Yo creo que el movimiento social ha sido no solamente recurrente, sino permanente, con distintas expresiones que de repente confluyen, convergen y surge una revolución. A partir de que estos movimientos a lo largo de todo el siglo XIX estuvieron presentes; lo mismo durante el siglo XX. Usted ve no solamente la Revolución Mexicana sino que después de esta los movimientos armados continúan, está Jaramillo y luego vienen todos los otros movimientos sociales que se da con los médicos, los ferrocarrileros. De mil maneras, el pueblo está reaccionando ante la injusticia, ante las condiciones en las que no puede permitir que se pisotee su dignidad. Y bueno hay momentos de convergencia y en este caso Oaxaca de 2006 fue un momento de convergencia.
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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