Vigencia de Emiliano ZapataHoy hace 90 años, en una hacienda de Chinameca, en Morelos, fue asesinado el general Emiliano Zapata en una emboscada fraguada desde las filas del carrancismo. Concluyó, de tal forma, una vida consagrada a la lucha en defensa de la justicia, la libertad y los reclamos de los desprotegidos, y pionera en la reivindicación de una causa que habría de estar, desde entonces hasta la fecha, en el centro de los reclamos políticos y sociales en nuestro país y que habría de servir de inspiración a futuros dirigentes: el derecho de los campesinos sobre la tierra.Hoy, nueve décadas después de su muerte y a casi un siglo del inicio de la Revolución Mexicana (1910) y de la promulgación del Plan de Ayala (1911), los ideales del Caudillo del Sur cobran particular vigencia y relevancia ante la desastrosa situación que enfrentan el campo y los campesinos en México. En efecto, después de la reforma agraria impulsada por el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río, el campo mexicano sufrió durante el siglo pasado un proceso sostenido de abandono al fragor de los planes de industrialización nacional. Más tarde, el inicio del ciclo neoliberal profundizó ese deterioro con episodios como la contrarreforma agraria de Carlos Salinas de Gortari, quien en 1992, con el propósito de incrustar al agro mexicano en la lógica de mercado y en la apertura comercial, modificó el artículo 27 constitucional –eliminando el concepto de "propiedad social"– y, de esa manera, puso fin a los programas de redistribución de la tierra, liquidó el sistema ejidal y acabó, en suma, con una de las principales herencias del zapatismo y la Revolución.Por añadidura, durante los pasados cinco lustros las sucesivas administraciones han puesto en marcha directrices que han significado el abandono de los entornos rurales y el empeoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes: han desmantelado los apoyos estatales a la pequeña producción y al consumo interno de alimentos, han concentrado el presupuesto destinado al campo en un reducido grupo de grandes exportadores y han iniciado procesos de apertura comercial indiscriminada –cuya expresión más acabada es el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte–, que hoy amenaza las perspectivas de vida de millones de campesinos. Ante ello, el grupo en el poder ha mantenido una actitud de cerrazón, insensibilidad y ceguera, y ha carecido de voluntad política para atender las expresiones de descontento que no sólo recorren al sector agrícola, sino que se extienden por amplias franjas de la población.Por añadidura, desde los altos círculos del poder público se han emprendido, como en tiempos de Zapata, campañas de agresión y persecución en contra de luchadores sociales y activistas que han intentado continuar, de una u otra manera, el camino trazado por el Caudillo del Sur. Baste mencionar, como botón de muestra, las excesivas e injustas condenas que se han impuesto en contra de Ignacio del Valle y otros dirigentes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de San Salvador Atenco.En una coyuntura como la presente, cuando queda de manifiesto la necesidad de reactivar al campo mexicano y apoyar a sus habitantes, con miras a que el país recupere algo de lo que ha perdido en materia de autosuficiencia alimentaria y de justicia social, los ideales zapatistas se presentan intactos y vigentes. Corresponde a la sociedad retomarlos para saldar la deuda histórica con los sectores más desfavorecidos y para construir una nación más justa, libre y equitativa.
Aniversario luctuoso de Emiliano ZapataCiudad de México, 10 de abril.- Este viernes se cumple un nuevo aniversario del asesinato del líder campesino y militar Emiliano Zapata, quien se resaltó durante la Revolución mexicana a principios del siglo XX.Nacido en San Miguel Anenecuilco, estado Morelos, el 8 de agosto de 1879, la figura de este revolucionario se fue acrecentando con el tiempo en paralelo a la de su compañero y también revolucionario, Pancho Villa.Zapata realizó sus primeros estudios con el profesor Emilio Vera, quién había sido un viejo soldado juarista, y al poco tiempo comenzó a trabajar como labrador y arriero.Ya en 1906 asistió a una junta de campesinos en Cuautla, para discutir la forma de defender frente a los hacendados vecinos sus tierras del pueblo y en 1909 fue electo presidente de la junta de defensa de las tierras de Anenecuilco, donde empezaría a analizar los documentos que acreditaban los derechos de los pueblos a sus tierras y se convertiría en dirigente agrario de Morelos.Con el estandarte de la defensa de la tierra para los más humildes, en 1910, luego de estallar la revuelta en el país azteca, Zapata se incorporó a las fuerzas del general Francisco Madero, aunque luego de que este movimiento triunfara no se cumplieron las promesas de terminar con el latifundio.Los grandes hacendados lograron que los campesinos se desarmaran, pero el líder revolucionario reorganizó a su ejército y tomó las regiones de Yautepec, Cuautla y Cuernavaca, mientras repartían las tierras.“Tierra y libertad” fue la consigna con la que su vida transcurrió al paso que sus tropas liquidaban el latifundismo, expropiaban los ingenios y una gran empresa papelera, además de fundar un banco agrícola y numerosas escuelas primarias.El filósofo mexicano Fernando Buen Abad señaló en su artículo “Zapata”, que la historia del líder campesino “no es atomizable al calor de explicacionismos caudillistas, iluminismos mesiánicos o protagonismos estatuarios. Su historia es tan particular como colectiva”.“No hay en su biografía, ni en su contexto elemento omisible. Ambos sudan el mismo drama, respiran el mismo fulgor mágico y generan las mismas interrogantes o certezas. Zapata es México y América, ambos son Zapata porque contienen el mismo drama interno del desgarramiento producido por despojar de su tierra a los hombres y despojarlos de su sacralidad, su identidad y su trascendentalidad”, escribió.Para 1915, el movimiento encabezado por Zapata representaba un obstáculo para un nuevo gobierno federal que intentaba formarse, razón por lo cual el coronel Jesús Guajardo traicionó y asesinó al líder agrarista tras atraerlo a un encuentro secreto en la hacienda de Chinameca, en Morelos.En México, la figura y las enseñanzas de Zapata resurgen siempre con fuerza, como el 1 de enero de 1995, cuando desde el suroeste de la nación vio la luz el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), formado por campesinos y campesinos alzados en armas para ser escuchados.El Subcomandante Insurgente Marcos escribió en 2005 en una carta dirigida al fallecido líder campesino:“Aquí estamos, mi general, aquí estamos porque estos gobiernos siguen sin memoria para los indígenas y porque los ricos hacendados con otros nombres, siguen despojando de sus tierras a los campesinos”.Tanto en la política que atravesó América Latina en el siglo 20 y lo que va del 21, la figura y templanza de Emiliano Zapata se encuentra presente: la entrega para lograr justicia y tierra para los más pobres, se levanta de forma cada vez más reiterada en el continente.Y como a todo líder revolucionaria que en algún momento se lo quiso desaparecer, Zapata resurgió desde la política y la cultura popular, como en este corrido mexicano que lo canta:“Porque apenas fue principio/de lo que luego pasó/Porque hoy lo siguen como antes/los que ayer él levantó/Porque su lucha prosigue/Porque nunca terminó/Porque hoy cada campesino/lo calienta bajo el sol/Por eso vengo a cantarles/esta nueva novedad/y es que Zapata está vivo/y ésta es la pura verdad”.José Vïctor Rodríguez, reporteroEmiliano Zapata: leyenda socialEl 10 de abril de 1919 es asesinado Emiliano Zapata en la Hacienda de Chinameca del Estado de Morelos. Lo mataron debido a una trampa que le puso el coronel Guajardo, subordinado del General Pablo González, ya que el coronel ofreció el apoyo de su ejército a las fuerzas zapatistas, Emiliano lo dudo, sin embargo, aceptó reunirse con él y fue en esos momentos cuando lo emboscaron y mataron.
Sin duda, Emiliano Zapata es un ícono revolucionario en todo el mundo, ya que los ideales por los que él luchaba acabaron con su vida y con la de muchos civiles que peleaban por la justicia, la tierra y la libertad.
Emiliano Zapata en un principio luchó junto al ejército de Francisco Madero, sin embargo, cuando se dio cuenta de que las tierras no se repartían a los campesinos, se apartó de las fuerzas maderistas y se enfrentó a Venustiano Carranza y Victoriano Huerta.
Años antes, Zapata participó en diferentes movimientos sociales y políticos. En 1906 participó en un movimiento para defender las tierras de los campesinos, en 1909 fue elegido presidente de la junta de la defensa de las tierras de su pueblo natal Anenecuilco, así hasta incorporarse a la Revolución Mexicana en 1910.
El 11 de abril de 1919 fue un día muy importante en la historia de México, ya que la prensa se dedicó a imprimir todos sus encabezados conforme a este suceso, entre los que se encuentran, “Emiliano Zapata fue muerto en combate”, por el diario El Demócrata; “Murió Emiliano Zapata: el zapatismo ha muerto”, por el Excélsior; “La muerte de Emiliano Zapata no es la muerte de la rebelión”, por el periódico Omega, entre otros más.
Aunque la fecha de la muerte de Emiliano Zapata debiera ser de primordial importancia para el pueblo mexicano, no se le da la trascendencia que merece, contrario a otras partes del mundo, donde este acontecimiento es recordado por los gobiernos y por muchos ciudadanos. |
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