martes, 28 de abril de 2009

EL VIRUS DE LA POBREZA EN MEXICO


Virus de la pobreza “es lo que nos mata”

En el paraje La Mora, en Milpa Alta, la zona más marginada del DF, no hay medidas preventivas contra la influenza y a nadie le preocupa

José Gerardo Mejía

El Universal

Martes 28 de abril de 2009
jose.mejia@eluniversal.com.mx

Aquí no existen los cubrebocas para nadie, porque las medidas preventivas contra la influenza porcina son parte de los programas de televisión. El contacto con la realidad citadina se da bajo techos de lámina y cartón, y con la ausencia de agua potable, donde nadie puede cumplir la promesa de tres comidas por día.

Son las 20 familias que conforman el paraje La Mora, en el barrio de Tlaxomulco, delegación Milpa Alta, ubicado por el Consejo Nacional de Población (Conapo) como la colonia más marginada del Distrito Federal, según su encuesta que realizó en el año de 2005.

En este lugar de la ciudad de México, ubicado a un kilómetro de la entrada de Atocpan —el poblado con más turismo de la demarcación por su feria de mole—, para tener agua hay que pagar 100 pesos cada semana a los de la pipa, “colgarse” de un transformador-puente que está a 750 metros de distancia y hacerla de albañil, herrero, campesino o cargador para tener algún ingreso que permita sobrevivir.

Los niños, que hay de dos o hasta cuatro o más por cada familia, juegan con piedras entre arroyos de agua lodosa, pisos de terracería y breves tramos de cemento colocado por los mismos vecinos, quienes están asentados sobre lo que fue un cerro, ubicado por las autoridades como reserva ecológica.

“¿Medidas preventivas?... No señor, aquí no hay eso, la verdad nadie se ha enfermado de eso y se me hace mucha casualidad que se nos diga esto luego de que vino el señor (Barack) Obama.

“Aquí lo que tenemos es una pésima atención en el Centro de Salud”, responde Vicente Aureliano López, representante vecinal, quien no duda en señalar a la doctora Rosa María Camacho como la responsable de que exista en la zona una pésima atención clínica.

Mientras Vicente habla, sus interlocutores torean eternas nubes de moscas que van y regresan desde manchas de estiércol que perros han dejado en cualquier lugar, pero él ni se inmuta, ya que así ha vivido desde 1991, año en el que llegó procedente del sureste del país.

“Éramos como cuatro familias que compramos a 50 pesos el metro; ahora somos 20 familias que venimos del estado de México, Michoacán, Veracruz, Oaxaca y el mismo DF, de Xochimilco, y ahí vamos”, comenta, como única voz autorizada para hablar con autoridades y foráneos.

Los habitantes del paraje La Mora tienen que realizar gestiones de manera permanente para poder acceder a servicios, los cuales nunca llegan, pero cada trienio lo vuelven a intentar con la llegada del nuevo delegado.

“Los candidatos de los partidos solamente vienen cuando requieren votos, ya que lo que quieren es formar escalones para subirse; no vienen a apoyarnos, sino con la intención de chingar más para luego cobrar impuestos y sacar recursos en su beneficio”.

La colonia está tapizada de cercas levantadas con fierros, madera y cascajo, lo mismo que varias habitaciones. En los tendederos están por secarse raídos pantalones y camisas sin color.

Vicente recorre la segunda de dos calles que conforman la colonia para mostrar una casa de techo y lámina donde se encuentra en cama Enedina Segura, por una complicación diabética, quien recibió atención tras varias gestiones ante el Centro de Salud.

Su esposo, Bernardo, está desempleado. De hecho, varios jefes de familia se encuentran en sus casas alrededor del mediodía, pero no por el nuevo virus, sino porque no hay trabajo.

A unos metros del paraje, enfrente, tras cruzar la carretera que atraviesa Milpa Alta con dirección Xochimilco-Oaxtepec, se encuentra Jesús Miguel Alvarado, albañil que vive con su familia, conformada por seis integrantes, en lo alto de unas rocas con techos y paredes elaborados con láminas y cartón.

“¿Medidas preventivas?, no. Aquí no hay nada de eso, nadie cree que exista eso de la influenza, porque esa historia que difunden nuestros gobernantes suena tan falsa como la del Chupacabras”, comenta con desconfianza.

Y remata: “No, aquí no hay nada de cubrebocas, o que si la higiene; aquí, señor, la pobreza es más dura que cualquier enfermedad, y esa nos va matando día a día”.


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