Apportaciones: Mirando el Movimiento Social en Oaxaca.
Jacobo Arellano Amaya-Seminario de Periodismo Creativo/Oaxaca Libre
Domingo, 07 de Junio de 2009 18:43
Sobre la revuelta oaxaqueña se ha escrito mucho. Expertos, analistas y periodistas han apuntado en cientos de hojas sus puntos de vista, pero pocas veces se ha expuesto la visión de quienes durante seis meses vivieron e hicieron posible el 2006.
Fue así como Oaxacalibre.org y Revolucionemosoaxaca.org , realizaron el Seminario de Periodismo Creativo, donde las y los que vivieron el conflicto social escribieron sus historias a través de un género periodístico o literario.Por eso, hoy iniciamos la presentación de los textos que surgieron del Seminario con el ensayo de Jacobo Arellano Amaya.
Introducción
Hablar de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) conlleva muchas interpretaciones. Anticipadamente, se caracteriza como un movimiento social con un proceso de enorme complejidad, que apareció a la luz pública a mediados del año 2006 en la ciudad de Oaxaca.
A tres años de su aparición, resulta claro que el movimiento social de la APPO, desarrollado en el estado de Oaxaca, es un movimiento social de nuevo tipo. Sus características son comparables a las de otros movimientos antisistémicos de oposición al capitalismo, como lo son el movimiento indígena neozapatista en Chiapas, los movimientos indígenas de Ecuador o de Bolivia, el movimiento campesino Brasileño de los Sin Tierra y el de los trabajadores, desempleados y piqueteros argentinos, entre otros varios. Estos grupos cada vez van adquiriendo mayor relevancia por su lucha en contra del neoliberalismo, del capitalismo, de la explotación económica y de la injusticia y discriminación social en todas sus variantes1.
Por todo ello, el análisis de los procesos y fenómenos sociales particulares, no escapa a la influencia del contexto internacional y mundial, que matiza y relativiza los factores histórico–culturales, sociales, económicos, tecnológicos, ambientales y políticos de las naciones y sus regiones. Pero a la vez, no se puede hacer abstracción de los procesos de resurgimiento de la identidad de las nacionalidades.
El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 y el de la APPO en 2006, manifiestan el descontento de esos sectores sociales que han visto reducidas sus posibilidades de desarrollo social, en un país que busca superar los rezagos internos a la vez que se abre al comercio mundial. Situación que puede agravarse y generalizarse en sus diferentes regiones si no se atiende de manera adecuada.
El surgimiento de la APPO está permeado por múltiples factores estructurales y propios de la naturaleza interna de la misma. Pero sin duda el despotismo, el autoritarismo y la tiranía2, encarnados en la persona del gobernador Ulises Ruiz, hicieron crisis en el 2006 y éste fue el detonante para el surgimiento de la APPO.
La lucha contra la represión y la salida del gobernador marcó una nueva etapa de la crisis política oaxaqueña, misma que es una crisis de gobierno, pero también de régimen; el gobierno como materialización del régimen es fuerte hacia adentro, pero débil frente al capital.
En Oaxaca el régimen populista–autoritario no ha muerto –porque se conservan rasgos del viejo sistema político– y mientras no se muera, se empalma con el régimen tecnocrático–neoliberal. Por eso se habla de dos regímenes sobrepuestos: uno que está probablemente en sus últimos momentos y el otro que no ha logrado consolidarse porque el primero no se muere, ha cometido muchos errores y no está pudiendo resolver los problemas3.
Oaxaca ha sido y es el prototipo de las desigualdades regionales, de la pobreza y de la opresión a sus habitantes, lo que provoca que exista una cíclica movilización social. Así se manifiesta la inconformidad y la rebeldía de los actores sociales, que reclaman mayor participación en la vida económica y política, defendiendo su patrimonio natural y cultural4.
Se parte de la hipótesis de que el surgimiento, desarrollo y permanencia del movimiento social en Oaxaca en el segundo lustro del siglo XXI, es el resultado de contradicciones económicas, sociales y políticas, locales, nacionales y globales. Y para responder a esta suposición a continuación se analizará el contexto de la realidad inmediata del entorno.
Contexto de los conflictos
Igual que en el mundo, el 68 fue para México el punto crucial para que nuestro país se transformara no solamente en sus instituciones, sino también social y culturalmente. En ese año, el sistema político mexicano dio una muestra del autoritarismo que lo caracterizaba, al reprimir violentamente las protestas de los estudiantes de la ciudad de México. Posteriormente, ante la fuerte represión, muchos de los jóvenes de ese 68 eligieron otras formas de vinculación para realizar el cambio en la sociedad. Se desplazaron a comunidades marginales, fomentaron la organización de la sociedad y dirigieron y asesoraron movimientos urbano–populares.
El descontento se extendió a prácticamente todos los centros de educación del país y la universidad oaxaqueña participó al sumarse a la huelga estudiantil. El activismo universal abrió un ciclo de movilizaciones políticas que se desarrollaron en la entidad oaxaqueña a lo largo de las siguientes décadas5.
Nuevos actores organizados entraron escena. Lo mismo miembros de las clases medias que radicalizados formaban guerrillas urbanas, como agraristas que invadían tierras y trabajadores del volante que reclamaban democracia sindical y mejores condiciones de vida. Además, comunidades forestales reclamaban el cese de la explotación irracional de sus bosques6.
Con una sociedad enfrentada se llegó a 1977, cuando la sucesión de actos violentos dejó muertos y heridos en el bajo Mixe, el Istmo y los Valles Centrales. Como en ocasiones anteriores, el gobernador fue presionado por el Ejecutivo Federal para solicitar una licencia y dejar el cargo7.
Los movimientos entraron en una fase de descenso, pero para principios de la década de los ochenta nuevos contingentes se integraron. Organizaciones indígenas como sucedió entre los triques, asambleas de autoridades municipales, frentes de defensa de los recursos naturales y la disidencia magisterial de la sección XXII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, reclamaban democracia sindical y mejores condiciones de vida y trabajo.
Sin embargo, desde el gobierno y como práctica generalizada, en los años ochenta y noventa se registraron represión y violencia política, cooptación de líderes, clientelismo, y en los años recientes, la delegación de lo que antes era la función de gobierno (diversas políticas públicas) al asistencialismo. Las movilizaciones populares recientes han contribuido a modificar la relación de los gobiernos con la sociedad oaxaqueña, de tal manera que ahora se intenta privilegiar el diálogo y la negociación por sobre las medidas de la fuerza.
En el contexto de los últimos cambios políticos en el país, han surgido nuevos partidos y organizaciones políticas y se han llevado a cabo reformas en las leyes a fin de adecuarlas a una sociedad cada vez más politizada, más participativa y más exigente.
Los cambios registrados a nivel mundial en las últimas décadas han sumido al poder político en una crisis sistémica que, por una parte, ha resultado en la descomposición de la clase política. Por otra, ha fomentado de manera reactiva la creación y aparición de movimientos sociales y actores de la sociedad civil que promueven la ampliación de la esfera política, la defensa de la democracia y los derechos humanos, el reconocimiento de identidades específicas y el derecho al desarrollo, entre otros temas.
El conflicto sociopolítico en Oaxaca
Oaxaca no está al margen de la crisis nacional y mundial, aquí tiene sus expresiones y contradicciones más evidentes y se presenta de forma más cruda la descomposición política y social. La entidad constituye una isla de rezagos políticos, económicos y sociales; es heredera no sólo de la dominación colonial, sino también de la estructura de explotación posrevolucionaria que encontró en la entidad el espacio para reproducirse y mantenerse, aún cuando ese esquema se transformó en el resto del país8.
La realidad del territorio oaxaqueño enfrenta factores adversos de índole social, económico y productivo, carencia de infraestructura para la producción, vías de comunicación insuficientes y deterioradas, descapitalización permanente, falta de fuentes de empleo, práctica de una agricultura de subsistencia en tierras empobrecidas o no aptas para la actividad, que arroja escasas o nulas opciones de sobrevivencia y un proceso permanente de migración.
El hecho de que Oaxaca oscile entre el segundo y tercer lugar nacional de marginación, implica que el 21 % de la población de 15 o más años de edad es analfabeta y 45 % no terminó la primaria; asimismo, uno de cada cinco residentes en esa entidad ocupa viviendas sin drenaje ni sanitario exclusivo y uno de cada diez carece de energía eléctrica; 27 % de la población carece de agua entubada en la vivienda, más del 40 % habita espacios con piso de tierra y dos de cada tres personas vive en localidades con menos de 5,000 habitantes, entre otras privaciones9.
En los últimos años, el gobierno de Oaxaca, lejos de utilizar el diálogo, la negociación y el acuerdo como verdaderos recursos de la política, ha venido utilizando crecientemente el recurso de la fuerza, la amenaza, el encarcelamiento de líderes, el aislamiento frente a la sociedad que no ha encontrado los canales para hacer oír su voz. Esto ha ido acrecentando la inconformidad social contra el gobierno10.
En Oaxaca persiste una estructura jurídica e institucional propia de un régimen autoritario; el abuso de este marco explica, en parte, el estallido de la crisis más profunda de su historia contemporánea. El régimen político oaxaqueño hizo crisis el 14 de junio del 2006, luego de la brutal represión a los maestros de la sección 22 del SNTE, que se encontraban en un plantón en el centro de la ciudad de Oaxaca, como ha sido recurrente cada año desde 1980.
La agresión a los maestros se convirtió en un factor catalizador de la crisis y dio origen a la APPO y a un amplio movimiento popular antiautoritario, un movimiento de movimientos donde concurrían el magisterial, el indígena y el urbano popular, los nuevos movimientos sociales por la ecología, la equidad de género, los derechos humanos, etc. que se aglutinaron coyunturalmente en apoyo a la sección XXII y en contra del gobernador Ulises Ruiz11.
El movimiento magisterial oaxaqueño ha representado un gran capital político para el movimiento social en Oaxaca, como se observó en la crisis política de 2006, originada principalmente por los dos últimos gobiernos. Es así como el movimiento magisterial se convirtió en el catalizador de la inconformidad social y la única organización en el estado con fuerza y capacidad para enfrentar el ciclo autoritario que vive el estado de Oaxaca.
La gota que derramó el vaso fue la represión policíaca sufrida por la sección XXII del magisterio el 14 de junio, al intentarse el desalojo del plantón de los maestros en el zócalo de la ciudad de Oaxaca.
En las últimas dos décadas, año con año, a principios del mes de mayo los trabajadores de la educación se movilizan por sus demandas, establecen un plantón en el Centro histórico de la capital oaxaqueña y las manifestaciones tienen lugar en todo el estado.
En el año 2006, la movilización del magisterio oaxaqueño inició un poco más tarde, ya que fue hasta el 15 de mayo que tuvo lugar la primera marcha y una semana después, el 22 de mayo, rompió relaciones con el gobierno instalando el plantón indefinido en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca, suspendiendo actividades en más de 11 mil escuelas, y dejando sin clases a un millón trescientos mil alumnos de diferentes niveles12.
El descontento en el mes de mayo del 2006 no se limitaba a la Sección XXII ni a los ciudadanos electores y partidos políticos; más importantes para comprender el apoyo al movimiento magisterial, son las organizaciones sociales a las que el secretario general de gobierno no sólo negó los apoyos que en anteriores administraciones se les otorgaban y que consistían en recursos materiales y financieros para las comunidades que representan, sino que también reprimió sus manifestaciones y aunado a ello se agrega, el descontento que produjo la gran cantidad de obra pública innecesaria que dificultaba la viabilidad en la ciudad de Oaxaca e irritaba a sus habitantes13.
El paro del magisterio estalló el 22 de mayo, exigiendo el cumplimiento de su demanda central: la demanda de rezonificación por vida cara, solicitando pasar de la zona dos a la zona tres. La respuesta del gobierno fue una dura campaña mediática por prensa, radio y televisión en contra del movimiento magisterial y sus líderes; utilizando el membrete, primero de la Asociación de Padres de Familia y después de los organismos cúpula de los empresarios. Se acusaba a los maestros de ser los responsables del atraso educativo del estado por sus 26 años de lucha magisterial.
El 25 de mayo, el movimiento magisterial rechazó la oferta del gobierno de 60 millones de pesos como respuesta a la demanda de rezonificación, una cantidad menor que en 2005. Al rechazar el magisterio la oferta del gobierno, éste amenazó con retirarla, así como levantar actas de abandono de empleo y sustituir a los profesores en las aulas con otros maestros. La agresiva campaña mediática contra los profesores continuó.
El primero de junio, la fracción priísta en la Cámara de Diputados, solicitó el desalojo del plantón utilizando la fuerza pública. La petición fue apoyada por un conjunto de presidentes municipales priístas y asociaciones de empresarios y comerciantes. Esta amenaza fue cumplida de manera brutal en la madrugada del 14 de junio de 2006, aunque sin éxito para Ulises Ruiz.
Desde el 14 de junio, la demanda central de los maestros, a la que se unieron las demás organizaciones afectadas, lo mismo los vecinos del Centro Histórico y la ciudadanía en general, fue la destitución del gobernador Ulises Ruiz. El problema se elevó al de una crisis política caracterizada por la pérdida de autoridad, la ingobernabilidad y la polarización social.
Como respuesta a la represión a los maestros, surgió el 17 de junio de 2006 la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) como un amplio movimiento social, caracterizado como movimiento popular antiautoritario en donde concurrieron distintas fuerzas sociales, no siempre coincidentes en sus plataformas programáticas, ni en sus estrategias y tácticas de lucha, pero sí en su demanda de destitución de quien consideran responsable directo de la represión y personificación del régimen autoritario14.
El movimiento magisterial dejó de ser un conflicto de orden laboral, se convirtió en el catalizador de la inconformidad y protesta social contra el régimen autoritario y despótico de Ulises Ruiz Ortiz.
Este movimiento social generó una respuesta impresionante al autoritarismo y despotismo del gobierno: megamarchas de cientos de miles de oaxaqueños, campamentos en el Zócalo y en las sedes de los poderes del estado y dependencias del gobierno estatal y municipal, barricadas luego del asesinato de sus militantes, toma de estaciones de radio para difundir sus mensajes y dirigir sus acciones, caminatas a la Ciudad de México, huelgas de hambre, etcétera15.
Al finalizar el mes de octubre de 2006, el presidente Fox envió más de cuatro mil efectivos de la Policía Federal Preventiva (PFP) para tratar de sofocar el levantamiento, debido a la artimaña por la muerte del periodista norteamericano Bradley Roland Will y de otras cuatro personas (Esteban López Zurita, Esteban Ruiz, Eudacia Olivera Díaz y Emilio Alonso Fabián)16, el 27 de octubre.
Los enfrentamientos entre el movimiento popular y la PFP fueron constantes a partir de entonces, señalándose particularmente el del 2 de noviembre en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria, al pretender la PFP quitar la barricada de la glorieta de Cinco Señores y que arrojó más de 80 detenidos y alrededor de 200 lesionados. Pero el 25 de noviembre fue sin duda el enfrentamiento más cruento y de mayores daños, pues desató una feroz represión por parte de la PFP.
Durante los siete meses de desarrollo del conflicto se hicieron presentes las megamarchas, las elecciones del 2 de julio, la Guelaguetza popular, los “escuadrones de la muerte”, las barricadas, las tácticas de contrainsurgencia y el terrorismo del Estado, las iniciativas ciudadanas de reforma y otros sucesos relevantes.
Con todo, al final la mayoría de los maestros terminaron por retornar a sus centros de trabajo para iniciar el ciclo escolar, mientras que el resto de las organizaciones de la APPO, cada vez más sometidas a una dinámica de confrontación y violencia con los cuerpos policíacos, continuó radicalizando sus protestas y movilizaciones hasta el desenlace del 25 de noviembre, fecha que marcó el fin de la etapa de ascenso del movimiento popular y el principio de la restauración del viejo orden institucional.
El conflicto social del 2006 se dio cuando el gobierno de Ulises Ruiz no supo contener los agravios de muchos años, la injusticia, la represión caciquil del PRI, los abusos, la corrupción, etc. Tampoco actuó contra los grupos que controlan el poder político y económico de los municipios. Con esta actitud no sólo abonó la desigualdad, sino al mismo conflicto. Pero la expresión más clara ha sido la represión para quienes no están de acuerdo con la manera de gobernar de Ulises Ruiz, así como controlar todos los aspectos de la vida comunitaria, los medios de comunicación y los partidos políticos.
La crisis del 2006, fue el resultado de múltiples agravios a las organizaciones sociales y a la población que fueron acumulándose. Se puede decir que esta crisis es producto de la acumulación de tensiones y contradicciones diversas. Las crisis tienen un periodo de incubación donde confluyen factores estructurales y coyunturales17.
Una segunda etapa es la que se refiere al periodo posterior al 14 de junio y en ella se identifica una creciente ingobernabilidad y polarización, propiamente la crisis política, en dónde los factores confrontados diseñan sus estrategias e impulsan diversas acciones para lograr sus objetivos: lo más visible fue, por una parte, la salida de Ulises Ruiz y por la otra, su sostenimiento a toda costa. La crisis que vive Oaxaca, si bien ha pasado su etapa más álgida, aún se mantiene en forma potencial y es una crisis de un tipo de régimen que Víctor Raúl Martínez Vásquez ha denominado “gobernadorismo autoritario”18.
La crisis política que vive Oaxaca no ha sido resuelta, se mantiene latente, como se mostró el 16 de julio de 2007 en que se vivió un nuevo enfrentamiento entre manifestantes y la policía. En Oaxaca no existe un Estado de Derecho, ya que el propio gobierno no cumple sus atribuciones y en tales condiciones, tampoco puede exigir al pueblo cumplir con sus obligaciones.
Ante estas violaciones al Estado de Derecho, la sociedad civil organizada y la sociedad civil en general están haciendo efectivo su derecho a manifestarse para establecer un cambio social y contribuir en la construcción de una nueva sociedad, por lo que se tiene por delante un largo proceso para que la gente participe, se organice y se construya la conciencia social como agente de cambio. Lo anterior explica la existencia, esencia y operatividad de la APPO.
En este contexto se encuentran la APPO y el gobierno, enfrentados, opuestos, como nunca antes. No hay derrota, hay un reflujo en el cual, sin dejar de lado las acciones y algunas movilizaciones, pasa a ser principal la reorganización desde abajo para que la APPO se recupere. La reorganización de las fuerzas con la unidad popular puede ser en un nivel más elevado que el anterior, reafirmándose en la democracia, en la independencia y en la autonomía del movimiento social.
Comentario final
En las palabras de Sidney Tarrow19, el poder del movimiento social se pone de manifiesto cuando los ciudadanos corrientes unen sus fuerzas para enfrentarse a las elites, a las autoridades y a sus antagonistas sociales. Crear, coordinar y mantener esta interacción es la contribución específica de los movimientos sociales, que surgen cuando se dan las oportunidades políticas para la intervención de agentes sociales que normalmente carecen de ellas. Estos movimientos sociales atraen a la gente a la acción colectiva por medio de repertorios conocidos de enfrentamiento e introducen innovaciones en torno a sus márgenes. En sus bases se encuentran las redes sociales y los símbolos culturales a través de los cuáles se estructuran las relaciones sociales. Cuanto más densas sean las primeras y más familiares los segundos, tanto más probable será que los movimientos se generalicen y perduren.
1 Carlos Antonio Aguirre Rojas, Para comprender el mundo actual. Una Gramática de larga duración, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, Edit. Linotipia Bolívar y Cía. S. en C., Bogotá, D. C. Colombia, 2003, pp. 214–215.
2 Norberto Bobbio, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política. FCE, México, 2006, p. 225.
3 Octavio Rodríguez Araujo, “Régimen político, gobierno y partidos en México”, en Secretaría de Formación Política del Comité Ejecutivo Nacional del PRD. Neoliberalismo y resistencia popular, Tipografía Diseño e Impresión, S. A. de C. V. México, 1999, p. 30.
4 Víctor Raúl Martínez Vásquez, Movimiento popular y política en Oaxaca: 1968–1986, Centro de Diseño y Artes Gráficas de la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1990, contraportada.
5 Anselmo Arellanes M. et al. Historia y Geografía de Oaxaca. 2ª. ed., Carteles editores, 2008, p. 196.
6 Iibid., p. 196.
7 Iibid., p. 196.
8 Víctor Leonel Juan Martínez, “¡Ya cayó! Colapso del sistema político en Oaxaca” en Cuadernos del Sur. Revista de Ciencias Sociales, Carteles Editores–P.G.O., Oaxaca, Nueva época, año 12 núms. 24/25, noviembre 2007, p. 85.
9 DIGEPO, Marginación municipal Oaxaca 2000, Oaxaca, 2002, p. 65
10Víctor Raúl Martínez Vásquez, “Movimiento magisterial y crisis política en Oaxaca”, en Joel Vicente Cortés (coord.), Educación, Sindicalismo y gobernabilidad en Oaxaca, Editorial del Magisterio “Benito Juárez” SNTE, Oaxaca, 2006, p. 141.
11 Víctor Raúl Martínez Vásquez, “Crisis política y represión en Oaxaca” en Cuadernos del Sur. Revista de Ciencias Sociales, Carteles Editores–P.G.O., Oaxaca, Nueva época, año 12 núms. 24/25, noviembre 2007, p. 50.
12 Carlos Beas Torres Et al., La batalla por Oaxaca, Ediciones Yope Power, Oaxaca, 2007, p. 26.
13 Samuel Hernández Ruiz, “Insurgencia magisterial y violencia gubernamental en Oaxaca”, en Joel Vicente Cortés (coord.), Educación, Sindicalismo y gobernabilidad en Oaxaca, Editorial del Magisterio “Benito Juárez” SNTE, Oaxaca, 2006, p. 120.
14 Víctor Raúl Martínez Vásquez, “Crisis política y represión en Oaxaca” en Cuadernos del Sur. Revista de Ciencias Sociales, Carteles Editores–P.G.O., Oaxaca, Nueva época, año 12 núms. 24/25, noviembre 2007, pp. 50–51.
15 Ibid., p. 51.
16CCIODH, Informe de la situación de los Derechos Humanos en Chiapas, Oaxaca y Atenco. VI visita 2008 30 enero–20 febrero. México, 2008, p. 212.
17 Op. cit., p. 39.
18 Idem.
19 Sydney Tarrow, El poder en movimiento, Alianza Editorial, Madrid, 1997.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
hola