-Al menos 120 civiles mueren en aldeas afganas por ataque de EU
-Afganistán: poner fin a la ocupación
Hillary Clinton expresa su Al menos 120 civiles mueren en aldeas afganas por ataque de EU Tras ofensivas como ésta se dispara el apoyo a la milicia talibán, de acuerdo con sondeos Es la acción militar con más bajas de pobladores en ocho años de invasión estadunidense Niña herida durante el bombardeo accidentalde fuerzas estadunidenses sobre la aldea de Bala Baluk, provincia afgana de FarahFoto Reuters Patrick Cockburn The Independent Kabul, 6 de mayo. Un ataque estadunidense, al parecer accidental, mató al menos a 120 afganos, incluidos decenas de niños y mujeres. Se trata del bombardeo más mortífero con víctimas civiles en los ocho años desde que comenzó la invasión encabezada por Estados Unidos en Afganistán. Familias de dos aldeas en la provincia de Farah, en el oeste de Afganistán, aún buscan cadáveres en las ruinas de sus casas de adobe.
El asesinato de tantos civiles afganos debido a un ataque aéreo estadunidense con toda probabilidad enfurecerá a la población, entre la cual se incrementará el apoyo al movimiento talibán en el área bombardeada. Karzai ordena investigación El presidente Hamid Karzai, quien se reunió este miércoles en Washington con el presidente estadunidense, Barack Obama, envió a la zona del bombardeo una delegación afgano-estadunidense para investigar el incidente. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, expresó, mientras estaba de pie junto a Karzai, su Las fuerzas especiales de los marines, en apoyo del ejército afgano, aparentemente ejecutaron un ataque aéreo el martes sobre dos aldeas en el distrito de Bala Baluk, luego de fuertes enfrentamientos con el talibán. Con frecuencia los reportes de grandes números de bajas civiles son negados o desestimados por funcionarios estadunidenses. Pero un equipo de la Cruz Roja que visitó el lugar tras el ataque sostuvo: Rohul Amin, gobernador de la provincia de Farah, dijo a The Independent que El gobierno afgano ha hecho denuncias cada vez más furiosas contra la Fuerza Aérea estadunidense por usar masivamente su poder militar contra afganos civiles. Las fiestas de boda han sido con frecuencia blanco de los bombardeos tanto en Irak como en Afganistán, supuestamente porque estas celebraciones son confundidas con reuniones de rebeldes. Al parecer, el ataque aéreo sobre Bala Baluk ha sido uno de los más mortíferos ataques Anteriormente, el peor incidente fue un ataque estadunidense sobre Azizabad, en agosto de 2008, cuando en un principio los estadunidenses afirmaron que no murió civil alguno. Investigadores de la Organización de Naciones Unidas concluyeron, en cambio, que 90 civiles afganos fueron asesinados. Una comisión de alto nivel estadunidense admitió más tarde la muerte de 33 civiles afganos en la acción. Sondeos demuestran que el apoyo al talibán se dispara en provincias afectadas por bombardeos y cada vez que muere gente inocente en ataques. Los bombardeos del martes fueron precedidos de dos días de combates entre las fuerzas del gobierno afgano apoyadas por Estados Unidos y decenas de rebeldes talibán. Farah es una provincia pobre cuya población es sobre todo de granjeros y donde el talibán ha estado muy activo. El jefe de la policía provincial, Abdul Gaffar, dijo que tres agentes policiales y 25 combatientes talibán murieron en los enfrentamientos ocurridos cerca de la aldea, en el distrito de Bala Baluk. Residentes de la zona declararon a las autoridades afganas que habían tratado de resguardar a niños, mujeres y ancianos en complejos amurallados de la aldea de Gerani, a poco más de dos kilómetros de donde tenían lugar los combates, creyendo que así iban a estar a salvo. Estos complejos fueron el blanco de los ataques aéreos y la mayor parte de las personas que se ocultaba en ellos murió. Independientemente de que Estados Unidos niegue su responsabilidad o afirme que la cifra de muertos ha sido inflada por la propaganda talibán, el ejército estadunidense seguramente tiene acceso inmediato a los testigos. Esto se debe a que los heridos más graves generalmente son llevados a las unidades médicas de las bases militares estadunidenses. Se desconoce aún si este procedimiento se siguió en Bala Baluk. Después de los asesinatos en Azizabad del año pasado, se suponía que las fuerzas de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) impondrían reglamentos más estrictos para proteger a los civiles de sus ataques. El comandante en jefe de las tropas estadunidenses en Afganistán, el general David Mckiernan, lanzó una iniciativa en que se ordenaba a los oficiales a considerar la posibilidad de no perseguir a combatientes talibán dentro de zonas densamente pobladas por civiles. Estados Unidos también se comprometió a investigar bombardeos accidentales con las autoridades afganas y, cuando fuera necesario, emitir excusas inmediatas a las familias de los heridos y los fallecidos. Según Naciones Unidas, 552 civiles afganos murieron a causa de ataques aéreos el año pasado, pero la cifra verdadera es más difícil de determinar. © The Independent Traducción: Gabriela Fonseca Afganistán: poner fin a la ocupación Editorial/ la Jornada Un ataque aéreo de las fuerzas de ocupación europeas y estadunidenses en la provincia occidental de Farah, en Afganistán, lanzado en contra de insurgentes talibanes entre el lunes y el martes, dejó como saldo decenas de civiles muertos y un número indeterminado de heridos, según lo informó el Comité Internacional de la Cruz Roja y lo confirmaron posteriormente las autoridades de la nación centroasiática. La titular del Departamento de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, señaló ayer que lamentaba profundamenteestas muertes y aseguró que se llevarán a cabo las investigaciones correspondientes para determinar las responsabilidades en torno a estos sucesos. Por su parte, el mandatario estadunidense, Barack Obama, luego de una reunión en Washington con sus homólogos de Pakistán, Asif Zardari, y de Afganistán, Hamid Karzai, señaló que su gobierno realizará todos los esfuerzos posibles para evitar bajas civilesen la lucha en contra del integrismo sunita. No bastan las disculpas. La masacre de civiles de esta semana es sólo una más entre muchas de las que han perpetrado las fuerzas ocupantes en la infortunada nación centroasiática, y exhibe de nueva cuenta lo insostenible de la presencia militar que las fuerzas occidentales, encabezadas por Estados Unidos, mantienen en Afganistán desde hace casi ocho años. A lo que puede verse, el gobierno de Barack Obama, si bien ha impreso un giro perceptible en la política exterior de Estados Unidos, ha decidido preservar la incursión militar de su país en suelo afgano, al parecer como una concesión a los halcones de Washington, a los sectores más conservadores e imperialistas de la sociedad estadunidense y a los representantes del complejo militar-industrial de ese país, el cual constituye, cabe recordarlo, un importante poder fáctico en la nación vecina. La invasión que Estados Unidos y sus aliados mantienen en Afganistán desde octubre de 2001 es un atropello colonialista similar al cometido en Irak; pero, a diferencia de la aventura bélica que el gobierno de George W. Bush emprendió en contra del régimen de Saddam Hussein en 2003, y que enfrentó, desde un principio, la desaprobación de la comunidad internacional y muestras masivas de repudio de la opinión pública, la ocupación del país centroasiático se efectuó sin gran oposición aparente e incluso gozó de cierta legitimidad por el respaldo de la ONU y de la OTAN, y por los probados vínculos entre el régimen talibán –hoy depuesto– y la red terrorista Al Qaeda, organización que, de acuerdo con la información disponible, planeó y ejecutó los atentados del 11 de septiembre en Washington y Nueva York. No obstante estas consideraciones, la presencia militar estadunidense en suelo afgano constituye una agresión criminal e injustificable que ha significado cuotas adicionales de sufrimiento y zozobra para la población de ese país. Por añadidura, lejos de lograr la pacificación y la normalización de la vida institucional de Afganistán, la ocupación ha agudizado los problemas que enfrenta esa nación desde hace décadas: en los pasados ocho años se ha acentuado la violencia tribal interna, se ha disparado la producción de amapola –planta de donde se obtienen opio y heroína– y no se ha contrarrestado en forma significativa, para colmo, el fundamentalismo imperante en la sociedad afgana: baste mencionar, como botón de muestra, el entorno de violencia, discriminación y maltrato que continúan enfrentando las mujeres en ese país con el consentimiento de la población y del propio gobierno títere presidido por Hamid Karzai. Pero lo más exasperante de la ocupación militar es la propensión de las tropas extranjeras a perpetrar masacres de población civil como la ocurrida a inicios de esta semana en la provincia de Farah. De acuerdo con la Misión de Naciones Unidas en Afganistán, tan sólo en 2008 el número de no combatientes muertos en ese país llegó a 2 mil 118, un crecimiento de 40 por ciento con respecto al año anterior. A diferencia de las matanzas de civiles inocentes ocurridas en otras partes del mundo, que tienden a ser condenadas y repudiadas, la sangría cotidiana de la nación centroasiática suele ser vista casi con normalidad, y los mandos castrenses y civiles de occidente se limitan a considerar a los muertos como Ante estos hechos, es necesario que los gobiernos occidentales, empezando por el de Washington, entiendan que la presencia de sus tropas representa, en la circunstancia actual, un lastre fundamental para lograr la pacificación en Afganistán, que realicen las investigaciones necesarias para esclarecer y sancionar los crímenes contra la población, que emprendan a la brevedad el retiro de sus fuerzas del país centroasiático y que transfieran al ámbito civil la tarea de pacificar el territorio afgano. |
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