Dios no es el copilotoComo por arte de magia, la crisis fue decretada y las metáforas, como los mariachis, callaron por los rumbos de Hacienda: ni catarro ni pulmonía, sino turbulencias de todo tipo que han acabado por llevar la producción y el empleo a uno de sus peores baches. La guerra de loditos entre Hacienda y el Banco de México parece llegar a su fin: ni el “crecimiento cero” de Carstens ni la descalificación que hace Ortiz del “optimismo” hacendario llegan muy lejos. Entre 0.7 por ciento y menos 1.2 por ciento ubica la ONU nuestras posibilidades de evolución para este año, en consonancia con lo que se espera para el resto del mundo, aunque más grave, dada la extrema dependencia de nuestras exportaciones de lo que ocurra en Estados Unidos, cuyo desplome productivo y del empleo es ya un hecho. A diferencia de la caída vertical de 1995, que elevó el desempleo formal a coeficientes desconocidos para los mexicanos de entonces pero que, gracias a la devaluación del peso, el boom estadunidense y la entrada en vigor del TLCAN duró poco y en menos de un año se volvió recuperación y al final del siglo alto crecimiento, esta vez no podemos esperar un auge repentino en Estados Unidos ni acontecimientos que prometan “hacer época” y lleven a los inversionistas a arriesgar y a apostar por México. La recesión es global y la encabeza el coloso norteño, donde comerciamos el grueso de nuestras exportaciones y alojamos un número creciente de compatriotas que no encuentran cabida en nuestro mercado de trabajo, ni el país les ofrece expectativas de mejorar, aunque sea de a poco. No hay opciones externas a la mano, y es probable que la circunstancia global se agrave por el declive del impetuoso crecimiento chino, que ha empezado a dejar sus huellas en el malestar social, las quiebras de empresas y el desalojo de poblaciones que sufren el desamparo súbito en ciudades poco dispuestas para lidiar con el desempleo y su secuela en déficits sociales de todo tipo. El descenso oriental, a su vez, repercutirá en las dinámicas ya menguadas de las economías volcadas a la producción y venta foránea de materias primas, como las del cono sur de nuestra región, y Prebisch con sus enseñanzas volverá por sus fueros, como hace Keynes a diario. Así, la serpiente ponzoñosa que empezó todo esto desde la codicia antes venerada de Wall Street se morderá la cola: lo que se ha puesto en crisis no es sólo el otrora arrogante capitalismo financiero del Nintendo y las supercomputadoras, con sus cálculos abrumadores y sus físicos convertidos en Dr. Frankestein virtuales, sino el sistema en su conjunto, los conceptos y valores que lo inspiraban y los frutos que le prestaban legitimidad ante las críticas y jeremiadas de sus opositores. Si otro mundo es posible o no, tal vez lo podamos ver en unos años; de que éste se ha vuelto poco habitable y muy hostil, no necesita de mayor argumento. Documentar el pesimismo y reconvertirlo en agenda de trabajo de los poderes públicos y las fuerzas sociales parece ser el único recurso cercano, pero todavía parece lejana, muy lejana en verdad, la posibilidad de trocar el susto y el desencanto en acción política concertada y con visión de futuro. Lo que impera entre nosotros es, por un lado, una extraña convicción de que “la cosa” no es tan grave y pasará pronto; por otro, la también curiosa esperanza en que aquí se puede con todo, de que las crisis comen y se van, y de que con un poco de valor y un mucho de fe encararemos la adversidad y saldremos ilesos (es un decir) de la tormenta. No hay tal cosa. La oleada desatada en el centro no puede sino pegarnos de lleno y hacer evidente la fragilidad del sistema económico erigido al calor de la fiebre neoliberal. No contamos con un buen aparato financiero para aumentar y reconducir el crédito, y la banca de desarrollo es para lo que se quiera, menos para la defensa o la expansión productiva. Las finanzas públicas se encogen mientras las presiones políticas y sociales sobre ellas crecen, y los resortes convencionales para la concertación política de la economía están oxidados. El equipo gubernamental especula en el vacío o se reparte espacios imaginarios, y la planta empresarial opta por el mutismo o la súplica fiscal, en ausencia de posibilidades para hacer mutis y sobrepoblar las taco towers de Houston o Coronado. El Ejecutivo no ejecuta, pero invoca fe, esperanza y caridad a falta de iniciativa o credibilidad. En poco tiempo caerá en cuenta de su soledad y tendrá que descubrir la necesidad vital de alianzas y acomodos que vayan más allá del concilio de escritorio o del sobrentendido con los defensores de un status quo impresentable. De algo debe estar seguro ya el gobierno: de que esta vez la Morenita mira pal’Norte y de que Dios no está dispuesto a ser el copiloto. Laicos somos y laicos vamos a tratar de pasarla… y sobrevivir. |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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