Atenco y la Suprema Corte de Justicia de la NaciónEl pasado miércoles se informó que por fin los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estaban ya recibiendo el dictamen del ministro instructor José de Jesús Gudiño Pelayo sobre los hechos represivos que el 3 y 4 de mayo de 2006 llevaron a cabo en San Salvador Atenco más de 4 mil efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) y de la Agencia de Seguridad Estatal del Estado de México (ASEEM), que dejaron un saldo de 207 detenidos, dos jóvenes asesinados, medio centenar de mujeres que sufrieron violaciones, abusos sexuales y torturas, y cateos ilegales (cfr. La Jornada, 21/1/09). Como se recordará, el 6 de febrero de 2007 el pleno de la SCJN resolvió, por mayoría de siete votos contra cuatro, con base en el artículo 97 de la Constitución, que su anterior presidente pretendía ya desechar como inútil, investigar “si hubo graves violaciones a las garantías individuales” en tales hechos, atendiendo a las solicitudes de representantes de esa población, y de diversas organizaciones sociales. Trascendió que en esa decisión pesaron las peticiones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (cuya recomendación al entonces titular de la SSPF, Eduardo Medina Mora, no había sido cumplida), las de organizaciones no gubernamentales, las del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y las de líderes políticos pertenecientes a varios partidos y bancadas del Congreso de la Unión. Por tratarse de “una exigencia de nuestra sociedad”, y para saldar con ella una deuda de la SCJN en la protección de los derechos humanos fundamentales, como expresó entonces el ministro presidente de la Corte, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, se decidió formar una comisión investigadora integrada por los magistrados de circuito Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alejandro Sergio González Bernabé, que inició sus trabajos el 21 de febrero de ese año, luego de definir los alcances de la investigación, teniendo en cuenta la investigación ya realizada por el ministro Juan N. Silva Meza. En su resolución de 19 de febrero de 2007 la SCJN determinó que en este caso ya se estimaba “acreditada la existencia de violaciones graves de garantías individuales y derechos fundamentales por parte de las autoridades policiacas” que intervinieron en esos hechos, y que por lo mismo la investigación no debería centrarse en si existieron o no tales violaciones, sino en investigar por qué ocurrieron, quién las ordenó, y si obedecieron “a una estrategia estatal, o al rebasamiento de la situación y a la deficiente capacitación de los policías”. Por ello es importante que ahora se informe que en el dictamen del ministro instructor se ratifique que los gobiernos federal y del estado de México violaron gravemente las garantías individuales de los pobladores de San Salvador Atenco en los días señalados, pero llama poderosamente la atención que ahora el dictamen aparentemente no atribuya ninguna responsabilidad directa, con nombre y apellido, a los funcionarios de la SSPF y de la ASEEM que actuaron en los mencionados hechos. Sobre todo teniendo en cuenta que la comisión investigadora, que presentó los resultados de sus trabajos hace ya casi un año, sí procuró, siguiendo las instrucciones del pleno, identificar el cargo y nombre de las personas que hubieron participado en ellos, como lo informó en un comunicado de prensa la propia SCJN el 13 de marzo de 2008. Y sobre todo cuando, como ya se ha repetido, el 23 de abril la SCJN emitió una resolución sobre el caso del vado de Aguas Blancas, en la que concluyó la responsabilidad de altos funcionarios públicos, como el entonces gobernador del estado de Guerrero, que al menos se vio obligado a renunciar posteriormente a su cargo. Si esto fuera así, los graves hechos ocurridos en Atenco y Texcoco quedarán en la impunidad en la más alta instancia judicial del país, con la consiguiente insatisfacción de la sociedad, el mayor desprestigio de la Corte y, lo que es más grave, el desprestigio internacional de las instituciones judiciales de México. Se informa además que la ponencia del ministro instructor pone especial énfasis en el uso de la fuerza pública y en los parámetros que deben cumplir las corporaciones policiacas en determinadas situaciones, en las que sea necesaria su participación, lo que de por sí es plausible para fijar criterios que en el futuro sirvan para que las autoridades utilicen los cuerpos policiacos con base en catálogos o recomendaciones de organismos internacionales en la materia, pero que de nueva cuenta dejaría en el limbo la voluntad deliberada de las autoridades de reprimir con violencia y con saña los movimientos sociales que ejercen pacíficamente su derecho a manifestarse contra sus decisiones inconsultas, ilegales y arbitrarias. Muy por el contrario, un grupo de organismos civiles solidarios, defensores de los derechos humanos, familiares de los presos y perseguidos, así como el propio Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, han decidido construir una estrategia integral “para generar condiciones que impulsen una solución jurídico-política ante los diversos poderes de la nación –Judicial, Legislativo o Ejecutivo–, para alcanzar la libertad de los 13 presos, perseguidos y procesados políticos, así como la justicia para Atenco”, de la que nos ocuparemos en próximas colaboraciones. |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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