Ernesto Páramo. "Tlatelolco", ilustración de Juan Kalvellido. 02/10/08. Los hechos de la noche de Tlatelolco están aun cubiertos, 40 años después, por una neblina densa y fría que oculta la identidad de una multitud de actores secundarios, que a pesar de eso, tuvieron papeles de importancia en esta tragedia. Aquellos actores principales que tomaron las decisiones y que tuvieron responsabilidad directa por los acontecimientos que condujeron a la masacre: el presidente de la Republica Gustavo Díaz Ordaz, el Secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez, el jefe del Estado Mayor Presidencial general Luis Gutiérrez Oropeza, el comandante de la operación militar en Tlatelolco general José Hernández Toledo y el comandante del Batallón Olimpia Coronel Ernesto Gutiérrez Gomes Tagle, entre otros, junto con aquellos que se dedicaron a crear confusión como estrategia de desinformación en los días que siguieron a la masacre, han permanecido fuera del alcance de la ley y de la justicia Sin embargo, la sangre de los jóvenes y las lágrimas de los adultos aún están frescas y llenas de dolor. Las marchas masivas de más de 700 mil u 800 mil estudiantes, trabajadores, amas de casa y empleados de oficina que tardaban más de tres o cuatro horas en llegar al Zócalo a partir del Museo de Antropología, aún están presentes y frescas en la memoria de quienes participaron activamente y de quienes formaron valla en silencio a lo largo del camino para verlos pasar y darles su apoyo. Es cierto que el Consejo Nacional de Huelga no fue disuelto sino hasta el 4 de Diciembre en un mitin en Zacatenco. Sin embargo, también es cierto que después de la noche del 2 de Octubre y la masacre de Tlatelolco, con cientos de estudiantes y espectadores muertos, miles de encarcelados en prisiones y campos militares o víctimas de persecución por parte del estado y sus fuerzas de represión, el movimiento estudiantil realmente dejó de existir. Aparte de intentos de protesta aislados, durante la Ceremonia Inaugural de la XIX Olimpiada, que fueron rápida y brutalmente suprimidos, el movimiento prácticamente desapareció. Hay dos versiones, aparentemente contradictorias, de los acontecimientos de la noche del 2 de Octubre, y ellas dependen principalmente del lugar en el que se encontraban los observadores, del tiempo en el que realizaban sus reportes y de su interpretación personal bajo circunstancias de peligro extremo. Se celebró un mitin público que fue anunciado para empezar a las 17:00 horas en la Plaza de las Tres Culturas, en el cual se encontraban una gran variedad de gente: Padres de familia con niños pequeños, estudiantes, trabajadores, obreros. Los oradores exigían en tono verbal agitado que terminara la represión violenta ejercida por las diferentes fuerzas policíacas, cuando de pronto se dejaron oír ráfagas de ametralladora sin saber exactamente de donde venían. La gente empezó a correr tratando de escapar en un pánico ciego, lo que produjo muchos lesionados. Durante estos momentos de caos, francotiradores situados en los edificios de la Unidad Habitacional de Tlatelolco empezaron a disparar en contra de las unidades del ejército que se encontraban ahí. El tiempo, las 18:10. La batalla se generaliza oyéndose ráfagas de ametralladora interrumpidas por largos lapsos de silencio y después del silencio, las ráfagas de nuevo. La mayoría de los disparos en contra del ejército se hicieron desde el edificio 16 de Septiembre: el ejército respondió usando 2 tanques que dispararon con sus cañones en contra del edificio. Esto produjo inmediatamente un incendio y un número desconocido de víctimas que debe de haber sido muy grande. Muy pronto se hicieron numerosas llamadas telefónicas a la Cruz Roja y a la Cruz Verde para que atendieran a las víctimas y para que las transportaran a las clínicas y hospitales que les pudieran ofrecer ayuda médica. Las ambulancias hicieron una cantidad innumerable de viajes con los heridos durante toda la noche. En estos momentos se puede observar una gran cantidad de heridos, pero ningún muerto. El rumor empieza a circular de que hay dos soldados muertos. Aunque la batalla se llevaba a cabo en toda la unidad habitacional, sólo se podían ver dos camiones quemados a las 19.30 horas. Muchos curiosos que se encontraban en el lugar de los hechos recibieron heridas de bala. Como decíamos antes, hay varias versiones de los acontecimientos y de cómo empezó la balacera. A las 19:40 horas circulaban dos de ellas. La primera dice que 3 helicópteros se encontraban volando sobre el lugar, cuando de pronto uno de ellos dejó caer una luz verde, que se asume fue la señal para que el ejercito empezara a atacar. La segunda dice que una patrulla policíaca pasaba frente al edificio 16 de Septiembre, cuando fue atacada con armas de fuego y testigos aseguran que miembros de la policía montada empezaron a disparar en contra de los habitantes del edificio. Inmediatamente después llegó el Ejército con sus tanques, abriendo fuego con sus cañones y provocando un incendio que se extendió con rapidez. Los oradores hicieron un esfuerzo desesperado para controlar esta situación tan violenta, pidiendo a los asistentes que no hicieran nada que provocara una reacción del ejército o de la policía. Un helicóptero bajó mucho sobre la Plaza de las Tres Culturas, donde se llevaba a cabo el mitin y dejó caer una luz verde. De inmediato se inició la balacera y el ejército inicio sus operaciones. A las 19:15 horas en el punto más feroz de la violencia. La balacera se extiende desde la calle Manuel González en el norte a la calle Sol, lo que incluye la totalidad de la Unidad Habitacional de Tlatelolco. Grupos de granaderos se ven por todas partes persiguiendo a los estudiantes y disparando a matar con sus rifles. A las 19:15 horas un Volkswagen blanco, circula a alta velocidad por la calle Manuel González, se detiene por unos momentos en la Glorieta Peralvillo, dispara varias veces a los soldados y escapa. A las 19:45 horas en la calle Prolongación de San Juan de Letrán y Sol unos 100 estudiantes hacen un mitin, y el orador los arenga a través de un megáfono, para que se mantengan unidos sin tenerle miedo a la muerte. De repente una camioneta panel blanca llega ahí y se estaciona, todos los muchachos se dispersan hacia el sur. En las calles de Zarco y Nonoalco se ve un autobús de la línea San Rafael-Aviación destruido. En las calles de Guerrero y Nonoalco se encuentra otro de la línea Guerrero-San Lázaro en llamas. En Lerdo y Nonoalco hay un autobús de la línea Peralvillo-Tlanepantla en ruinas. A las 20:00 horas se ven escenas desgarradoras de padres de familia buscando a sus hijos por los alrededores. Por el edificio de Relaciones Exteriores se puede ver a una señora cargando a una niña de tres años, camina unos pasos y se desmaya. A las 20:19 horas El Ejército entra en masa a la Plaza de las Tres Culturas con varios carros ligeros de combate y un gran número de soldados. Al mismo tiempo, aproximadamente 100 estudiantes fueron conducidos a San Juan de Letrán en 18 transportes militares como prisioneros. Por más de 30 años el Gobierno Federal ha negado la existencia de detenidos y desaparecidos en el Campo Militar Número Uno, sin embargo, documentos oficiales de la Procuraduría General de la Republica y de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad sobre la represión del 2 de Octubre de 1968, localizados en el Archivo General de la Nación, desmienten las versiones que prevalecieron por más de tres décadas.
México, 2 de Octubre de 1968: Noche de Tlatelolco, Muerte Del Movimiento Estudiantil
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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