■ Como cuarenta años atrás ■ Provocación y represión ■ Autos sin placas, polis pasivos Con el telón de fondo de la condenable violencia contra granaderos ejercida por jóvenes a quienes se señala como provocadores, el pasado 2 de octubre se vivieron en la ciudad de México escenas policiales de provocación, represión e ilegalidad que parecieran acercar a la administración capitalina más a los parámetros diazordacistas o calderonistas que a una auténtica inspiración democrática, libertaria o izquierdista. Según diversos reportes respetables y fundados, en ciertos momentos de la marcha en recuerdo de la matanza de Tlatelolco se produjeron incidentes a cargo de agentes vestidos de civil que, infiltrados en las manifestaciones, golpearon y detuvieron a jóvenes, utilizando en ocasiones automóviles particulares, algunos sin placas, en operaciones plenamente emparentadas con las que en décadas pasadas realizaban los cuerpos armados a cargo de la persecución y desaparición de disidentes o con las que hace pocos meses todavía realizaban en Oaxaca los grupos clandestinos autorizados y protegidos por Ulises Ruiz. El Frente Nacional Contra la Represión, por ejemplo, aseguró que el “operativo policiaco” de ese día “estuvo lleno de irregularidades e irresponsabilidades”. Por ejemplo, “al incursionar en la explanada del Zócalo, en un acto de provocación hacia la marcha (...) policías vestidos de civil detuvieron a personas mientras se manifestaban pacíficamente, utilizando además dos vehículos particulares, placas 217UMY y 617TXD, para detener a tres jóvenes”. Hubo “uso excesivo de fuerza, como es el caso de Jesús Guzmán Vite, estudiante del IPN, quien fue hospitalizado tras de una brutal golpiza”. El profesor del CCH Vallejo Álvaro Luna asegura que fue testigo de provocaciones y detenciones de “estudiantes pacíficos que se retiraban por las calles aledañas al Zócalo”, ante lo cual se formó una comisión de defensa de los jóvenes que se entrevistó con el subsecretario de Gobierno, Juan José García Ochoa, y el funcionario Martín Juárez, quienes “nos confirmaron que los policías vestidos de civil y los agentes de los vehículos particulares son parte de la policía del Gobierno del Distrito Federal”. Otros distinguidos universitarios, como Julio y Margarita Muñoz Rubio, Jerónimo Muñoz Rosas y Andrea Trejo Márquez, relataron que en 20 de Noviembre y Carranza “un grupo de individuos vestidos de civil se abalanzó sobre dos jóvenes, un hombre y una mujer, que se retiraban pacíficamente del Zócalo. Después de ser golpeados y arrastrados brutalmente, fueron subidos a sendos autos modelo Stratus. Tales bajezas fueron realizadas ante la pasividad de los policías uniformados que allí se encontraban (...) lo cual deja en claro la complicidad existente entre los individuos vestidos de civil y los cuerpos policiacos”. Dicen además que “sólo las acciones de provocadores y agentes vestidos de civil generaron la confusión y la violencia”, lo que obliga a “continuar exigiendo a las autoridades, al igual que hace 40 años, un deslinde de responsabilidades y la inmediata desaparición de esos cuerpos presuntamente policiacos”. Como resultado de esas incursiones, la autoridad capitalina presentó un gru- po de presuntos responsa-bles de los incidentes violentos de ese día, pero sólo pudo sostener acusaciones contra unos cuantos. El golpe policial del pasado jueves 2 parece haber ido más contra personas identificadas con el amplio abanico de la izquierda que contra los auténticos provocadores. Por lo pronto, los sucesos del 2 de octubre sirvieron para instalar en la percepción masiva, por la vía de las televisoras, la imagen de jóvenes violentos que, como en los preparativos anímicos de la represión de Atenco, abusaban de la tolerancia de los policías. Del News Divine al 2 de octubre, el gobierno de Marcelo Ebrard debe explicaciones y castigos verdaderos en su elite burocrática. A menos que se haya perdido totalmente el control de los cuer- pos policiales o que un gobierno capitalino dudosamente progresista también esté proveyéndose de coartadas represivas. Astillas Los dos grandes derrotados de Guerrero son el gobernador Zeferino Torreblanca y sus aliados en el PRD, los Chuchos sustitutos, personalizados en Guadalupe Acosta Naranjo. El empanizado Torreblanca dividió al PRD estatal para formar su propia corriente política e impuso los candidatos a los que apoyaría con “toda la fuerza” del aparato gubernamental, entre ellos de manera destacada a Gloria Sierra, aspirante a presidir Acapulco. La Torre Blanquiazul se alió con los Chuchos para sostener las candidaturas de un perredismo que encontró cauces alternos en el PT y Convergencia, particularmente en el puerto, donde Luis Walton consiguió más votos que la candidata oficial, Sierra, y es probable que haya sido el auténtico ganador de la contienda municipal, aunque la maquinaria priísta de compra de sufragios, movilización de votantes y adulteración de documentos podría alegar resultados formales favorables a Manuel Añorve, miembro del equipo de Rubén Figueroa. Ahora, Zeferino, a mitad de su mal gobierno, ha puesto fin al predominio teórico de las siglas “izquierdistas”, y quedará con un Congreso local dominado por el tricolor y presidencias de los principales municipios en manos también de priístas. Acosta Naranjo y los Chuchos, mientras tanto, buscan la manera de repartir culpas, mencionando a López Obrador y Encinas como obligados a explicar por qué no apoyaron las malogradas imposiciones zeferinistas... Lo bueno es que el visitante procurador estadunidense de justicia considera que los horrores violentos vividos en México en el contexto del narcotráfico son simples episodios de una telenovela que tendrá su final feliz... Y, mientras otro lunes negro hace aterrizar a los mexicanos en la realidad económica que las alegres y fanfarronas voces gubernamentales pretenden disfrazar de catarritos obviamente pasajeros y superables con relativa facilidad, ¡hasta mañana, en esta columna que se pregunta quién responderá por la matanza de campesinos en Chiapas!
Astillero
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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