Morelos como anticipoMiguel Ángel Granados Chapa La prolongada huelga magisterial en Morelos, que se ha extendido ya durante siete semanas, ha generado conflictos adicionales, o los ha puesto en evidencia en forma tal que acaso se condensa en esa entidad un anticipo de la situación nacional en el futuro próximo. El paro de los profesores que rehusaron iniciar el curso escolar 2008-2009 el 21 de agosto tiene como propósito impedir en Morelos la vigencia de la Alianza por la Calidad de la Educación. Se trata de un ambiguo documento, al mismo tiempo pacto laboral y programa de políticas públicas. Lo suscribieron la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez, y la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Ester Gordillo. No obstante que implica modificaciones relevantes en las condiciones de trabajo del magisterio, integrado por centenares de miles de personas en todos los niveles y formas de la educación pública, el documento no fue ya no digamos analizado entre el personal docente, sino ni siquiera difundido. Firmado en mayo, muchos maestros empezaron a conocer su contenido en agosto, cuando comenzaron las clases y cuando se practicaron exámenes para el ingreso y promoción al servicio magisterial. El concurso de oposición así establecido es necesario, y por sí mismo saludable (en el doble sentido de digno de saludo y portador de salud) porque permitirá extirpar uno de los cánceres del sistema educativo, que es el tráfico de plazas o su utilización como medio de manipulación política. Pero anunciado de buenas a primeras, sin suficiente información, resultó lesivo para la imagen del profesorado, cuya imagen se deterioró gravemente por las malas calificaciones, reprobatorias en la mayor parte de los casos, de quienes aspiraban a tornar definitivas plazas que ocupaban en calidad de interinos a veces por prolongados períodos. Sin duda es posible conciliar bienes jurídicos encontrados, como el derecho que da la antigüedad con la prueba de suficiencia que proporciona un examen. Y se hubieran podido ensamblar posibilidades en apariencia contradictorias de haberse sometido el documento en que consta la Alianza a debate en el sindicato. Pero no fue así. De modo que al aproximarse el comienzo del curso la inconformidad contra la Alianza fue expandiéndose en todo el país, sobre todo como es obvio en los territorios donde la disidencia es formalmente mayoritaria (y por lo tanto controla los comités seccionales), pero también donde no lo es, o parecía no serlo. En Quintana Roo y Morelos sorprendió la rebelión de las bases, que superaron a su dirigencia formal y resolvieron no abrir el curso para impedir la vigencia de un acuerdo que obliga a quienes no tuvieron ocasión de debatirlo y ni siquiera de conocerlo. En aquella entidad peninsular el paro cesó hace ya varias semanas, concluido en una suerte de empate político o aplazamiento de las cuestiones de fondo, pactado para lograr el comienzo del curso. Pero la autonomía de las bases respecto de sus líderes regionales quedó ya establecida y no será remoto que en la próxima renovación del comité seccional las bases rebeldes se doten de su propia autoridad formal. A diferencia de Quintana Roo, donde la disidencia apareció en una suerte de generación espontánea (dicho obviamente como metáfora), en Morelos había precedentes de movilizaciones contrarias al predominio de Carlos Jonguitud Barrios y Gordillo, como cabezas del "institucionalismo", desde fines de los setentas, cuando se creó la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Roto con extrema violencia el intento de autonomía sindical, la Sección 19 vivió durante un largo período la combinación de conformismo e imposición que permite a Gordillo regir vastas zonas del sindicalismo magisterial, hasta que el descontento se organizó de nuevo y suspendió las labores en el momento mismo en que debían comenzar. La huelga ha sido combatida con la vasta panoplia con que cuentan los intereses creados. Aprovechando la rala capacidad de exposición de sus razones, los maestros paristas han sido calumniados como si fueran zánganos voraces que no quieren someterse a reglas nuevas y desean comerciar con sus plazas. Ha habido, efectivamente, en el magisterio un intenso tráfico de puestos de trabajo, gestionado por autoridades y líderes sindicales, que son quienes cuentan con la posibilidad legal de asignar plazas. Por más ganas que tuvieran los profesores de vender su plaza no están en capacidad formal de hacerlo. Además de deformar las posiciones de los huelguistas, se les sometió a la fatiga del paso del tiempo sin acceder a entablar diálogo con ellos. La prolongación del paro por esa sordera amañada (pues el gobierno local panista pretendía arreglar la situación con el comité seccional rebasado por las bases) generó inconformidad en grupos sociales que demandan, con razón, que las escuelas funcionen y los escolares reciban enseñanza. Su exigencia por iniciar los cursos fue alimentada por el gobierno y se han abierto un reducido número de establecimientos, cada uno de los cuales es un foco de conflicto en potencia. Al mismo tiempo, sin embargo, grupos sociales persuadidos de las razones magisteriales (o proclives a rechazar las posiciones gubernamentales porque han sufrido en carne propia decisiones al margen de la ley o dañinas para el interés general en asuntos como el deterioro ambiental o el choque entre modernidad y tradición en materia inmobiliaria) apoyan la huelga de los profesores y lo manifiestan obturando caminos federales. Eso condujo a la represión: si bien no pueden ser cohonestadas las actitudes de manifestantes que retienen a agentes de la autoridad y los maltratan, menos aún puede ser admitida la dimensión violenta de la respuesta gubernamental. Un dato preocupante asomó esta semana en ese aspecto del conflicto morelense. No sólo participaron en los ataques a disidentes y resistentes fuerzas policiacas, sino que apareció el Ejército, algo que no había ocurrido en Atenco o en Oaxaca. Aunque su presencia fue marginal, diríase que simbólica, o por eso mismo, no puede dejar de señalarse que asignar de nuevo a los militares funciones de represión política (distintas del combate a la delincuencia organizada, discutibles también) significa un retorno al peor autoritarismo, el que asesinó a civiles indefensos en la Plaza de las Tres Culturas. Tal vez se buscó intimidar solamente, o amenazar con el incremento de la fuerza castrense en caso de que no ceda la rebelión magisterial. Pero, en cualquier caso, hacer que soldados, jefes y oficiales embatan directamente contra quienes protestan nos sitúa en un estadio donde puede aparecer con naturalidad el estado de sitio (o de emergencia), que implica el sacrificio de libertades en bien del orden. Pretender que un conflicto social puede encararse con sólo medidas de fuerza y hacer participar en ellas a militares, es acaso la lección que en Morelos quiera dar el gobierno a los maestros y con ellos a la sociedad entera, como adelanto de lo que pudiera ocurrir en el resto del país. |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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