Astillero■ Confrontar al Ejército ■ Riesgos y desgaste ■ Teletón desde Palacio La decapitación de nueve miembros del Ejército Mexicano refuerza la necesidad de discutir con profundidad el papel que juega la respetada institución militar en el extraño combate al narcotráfico que como prioridad presupuestal y política desató Felipe Calderón al tomar el poder. Al sustituir (por órdenes del jefe institucional) a las autoridades civiles en asuntos policiacos y judiciales, el poder militar ha entrado en confrontación con los núcleos delincuenciales que ciertamente retan al Estado mexicano, pero también ha cometido violaciones a los derechos humanos y ha puesto en entredicho la relación de confianza que usualmente ha tenido la población con sus máximos defensores. Cada vez que las bandas de narcotraficantes tocan a miembros del Ejército (ya sea por razones de corrupción o de agresiones como las varias que en el año ha habido, las de Guerrero las más graves) se desgasta el rol histórico de los miembros de la Secretaría de la Defensa Nacional porque entran, sólo por disciplina hacia el mando civil alojado en Los Pinos, en una dinámica de choque con delincuentes que, por muy poderosos que sean, no deben ser los interlocutores violentos de una institución esencial para el país como es el Ejército. Regresar a los cuarteles de inmediato a quienes hoy contienen el avance de las bandas del narcotráfico resultaría catastrófico, pues la desmesura y la falta de planeación e inteligencia del calderonismo han llevado esa “guerra” a un descontrol máximo, pero es hora de insistir en la necesidad de que no sigan siendo usadas las fuerzas armadas para tareas policiales y no se exponga a esos contingentes castrenses al embate de grupos desesperados que creen posible declararles la guerra. Peor será todo si a la justa exigencia de justicia para los militares masacrados se añade la sombra de la venganza corporativa por encima de leyes y procedimientos. Basta recordar la historia, sobre todo de naciones de Centro y Suramérica. Astillas: El profesor Eduardo Bueno, de la Ibero de Santa Fe, menciona, a propósito de teletones y política, que “el presidente de Perú, Alan García, el pasado domingo organizó y dirigió como animador la Teletón en ese país y en beneficio de una clínica para niños desvalidos. Estuvo todo el día, micrófono en mano, desde palacio de gobierno, para promover donaciones y, además, bailó, cantó y contó chistes. Pero no es sólo la filantropía lo que anima a Alan García, sino su caída espectacular en las encuestas. Tiene 75 por ciento de desaprobación a escala nacional y existe gran descontento con su gestión, dirigida única y exclusivamente a cuidar las extraordinarias ganancias de las empresas que explotan los recursos naturales de Perú. Ha bajado unilateralmente aranceles, ha reducido el cobro de impuestos, ha permitido que se saque el dinero al exterior, han aumentado las desigualdades, no se ha avanzado en la lucha contra la pobreza, es decir, el gran ciclo de crecimiento económico sólo ha servido para que un pequeño grupo siga enriqueciéndose mientras millones de peruanos no logran cubrir su canasta familiar. Populismo en favor de los ricos, eso es el gobierno de García, y la Teletón sólo un instrumento”… Cristina Oehmichen, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), narra que en su colonia, la Educación, de la delegación Coyoacán, el pasado día 10 se instaló el acostumbrado mercado sobre ruedas en Ricardo Monges y Avenida 3, y que cuando las amas de casa, acompañadas de hijos y nietos, realizaban sus compras, aparecieron unos cien policías de la AFI, con toletes y escudos, para decomisar discos y videos piratas, por lo cual “se armó la trifulca y en medio del caos arremetieron contra los comerciantes y lanzaron gas lacrimógeno. No les importó que los niños de la escuela primaria Pedagogía estuvieran saliendo de clases. Tampoco les importó que hubiera decenas o tal vez cientos de personas realizando sus compras. La agresión fue de tal magnitud que de inmediato tuvieron que acudir las ambulancias en auxilio de la gente afectada. Cabe destacar que en el tianguis lo que se vende principalmente es fruta y verdura. Si acaso habrá uno o dos puestos que venden música, pero nada más”… Raúl G. Enríquez Habib, del Instituto de Química de la UNAM, lanza una “enérgica protesta por el anuncio de abandono de tus lectores que incluye a los proJulios y antiJulios. Sufrirán más (vano consuelo) los anti, que no tendrán idea de por dónde anda la punta legible del iceberg de opinión de millones, en esta fiesta siniestra a la que han llevado a México sus tragicómicos políticos. ¿Siempre fue así en los cambios de era? Como no queda de otra, felices vacaciones”… Desde “San Pancho, Califas”, Lorenzo Barrera Cruz, “un paisano de Queréndaro, Michoacán (aguacatudo, que no aguacatero)”, exhorta a este tecleador “a descansar para regresar bien fresco”… Mario Estrada Zepeda propone que el columnista, que dejará de publicar el lunes 29 y regresará el lunes 12 de enero del año en puerta, mejor se tome “unas vacaciones indefinidas para que deje de destilar veneno diariamente”. Por ejemplo, “es risible la postura que adopta ante cualquier situación, por el veneno y la amargura en lo que escribe; ahora ya va en contra de Lucero y sus comerciales del estado de México, según eso dinero dilapidado en lugar de haberlo usado en programas sociales”. En cambio, sugiere que el ponzoñoso golpeador de teclas “admire las obras realizadas por Peña Nieto, carreteras y libramientos por doquier, escuelas, centros de salud, etcétera, etcétera”. Cierra su carta el lector advirtiendo: “No espero respuesta porque tengo más de dos años escribiéndole y nunca ha tenido el valor suficiente para responder”… Y, con los sinceros deseos de que en la República del Astillero haya paz y alegría esta Navidad, ¡hasta el próximo viernes, con Bush declarándole al ultraderechista Washington Times (fundado por el líder de la secta Moon) que la guerra contra el narco pasa por México como primera línea! |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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