Memorial de agraviosSociedad abiertaERNESTO REYES Antes que acabara el año, en esta capital se hizo le presentación del libro Memorial de Agravios, un cuidadoso compendio de fotografías alusivas al movimiento social del 2006 y algunos hechos posteriores, como el ataque policiaco, donde cayera molido a golpes Emeterio Merino y muchos más. El compromiso de artistas plásticos como Rubén Leyva, quien desde los años setenta en la escuela de Bellas Artes, no olvida su raigambre social y sabe del trauma que significa la represión y el autoritarismo gobernante, da vida a un volumen de 207 fotografías de reporteros gráficos locales, nacionales y extranjeros que fueron testigos de estos acontecimientos. He tenido oportunidad de leer los textos elevados a categoría de crónica y discusión de los alcances y límites de esos meses cruciales para el futuro de Oaxaca, obsequiados por Jorge Pech Casanova, Fernando Solana Olivares, Abraham Nahón, Luis Hernández Navarro y Fernando Matamoros Ponce. No hay mejor mirador, ha dicho alguien, que la lente de un fotógrafo, y añadimos ahora, la de un videoasta, porque la tecnología ha sumado ya, a la cámara de video que es manipulada ahora, hasta por un aficionado, para recoger historias. Ver una fotografía, dice otro, es como ver la realidad a través de una ventana. Como lo entendió el considerado padre del fotoperiodismo, Robert Capa ( o Kappa, como quiera llamársele) quien cubriendo la Guerra Civil Española hizo famosa la foto mundialmente llamada “muerte de un miliciano”, donde se describe el momento casi exacto en que un combatiente cae en el fragor de la batalla. Algo similar, pero en contrario, le sucedió al camarógrafo estadounidense Brad Will aquél 27 de octubre, cuando filmó el momento en que priistas de Santa Lucía lo hieren de muerte. Muerto 20 años después en Vietnam, cuando pisó una mina, Capa popularizó una frase que describe el peligro en que corren los profesionales de la imagen cuando cubren un acontecimiento: “ Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente”. En la historia de la fotografía que trata de recuperar momentos históricos irrepetibles – y quién no, si no los fotógrafos y fotógrafas- hay muchos casos de reconocidos artistas de la lente que han intervenido en conflictos bélicos y sociales. En México muchos fotógrafos de prensa o fotoperiodistas pasaron a la historia cubriendo desde la Revolución Mexicana, cuando ya la fotografía estaba en su apogeo, hasta los movimientos campesinos, sindicales, sociales e incluso armados que han cambiado la faz del México que habitamos. El 68 fue uno de ellos, el 71 y el levantamiento zapatista. Lástima que los fotógrafos oaxaqueños de entonces, algunos de los cuales están vigentes, no sistematizaron la ocupación de tierras, la toma de empresas, los paros comerciales, las manifestaciones callejeras y los actos de represión cometidos por los gobiernos más represivos de la historia oaxaqueña: Edmundo Sánchez Cano, Manuel Mayoral Heredia y Manuel Zárate Aquino, quienes en su satrapía fueron superados, sin embargo, por Ulises Ruiz. Acaso Rafael Donis y Graciela Iturbide, lograron retratar el renacimiento de la insurgencia juchiteca, pero esta no tuvo la dimensión de la que vivimos los oaxaqueños. De ahí que tengan notoriedad, los trabajos de prisa ante el cierre de edición o la urgencia de enviarlos a las agencias de noticias o medios convencionales o alternativos de este grupo de fotógrafos oaxaqueños, y otros de otras latitudes que documentaron los momentos más estremecedores de la erupción social. Fue su oportunidad de decir: estuvimos presentes, nadie nos lo contó, y se los muestro, como dice Juan Carlos Reyes, “para que el horror ( de la represión) no se repita.” Sirvan estas líneas para reconocer el trabajo de Blanca Hernández, Alicia Huerta, Gabriela León, Marcela Taboada, Félix Reyes, Ezequiel Leyva, Mario Jiménez, Jorge Santiago, Katie Orlinsky, Jorge Luis Plata, Max Núñez, Jorge Santiago, Baldomero Robles, Fabrizzio Velasco, Barak Torres, Bruno Varela, Luis Cruz, Edson Caballero, Heinrich Schulze, y otros más que muestran su calidad periodística y artística. Desafortunadamente no están todos quienes en el marco del conflicto consignaron imágenes del semestre más difícil que hemos vivido los oaxaqueños frente a la falta de sensibilidad del Estado para cortar uno de sus miembros purulento y teñido de sangre que con su podredumbre ha invadido el tejido social. Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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