Impuesto impopularSociedad abiertaERNESTO REYES Si se pudiera creer lo que el diputado Herminio Cuevas acaba de anunciar antes que concluyera la semana pasada, terminó en un fracaso estrepitoso la perversa intención de aprobar, por parte de la mayoría priista en el Congreso local, un impuesto impopular que tenía como objetivo cobrar a los médicos y a todo aquél que ejerza la medicina privada a nivel individual o como persona moral, el 2 por ciento de sus percepciones por sus servicios profesionales. Si estuviéramos en un país – y en una entidad por ende- donde la familia de los funcionarios no se construyen clínicas de mil 500 millones de pesos, si se ejercieran con honestidad y transparencia los dineros públicos y si los servicios que proporciona el Estado estuvieran al alcance de toda la población y se prestaran de manera eficiente, la prestación de servicios privados de salud estaría destinada solamente para las clases privilegiadas. Sin embargo, en un país donde es permitida la medicina privada como actividad legítima, es la población de escasos recursos económicos – más la gente adinerada, por supuesto- la que más acude al médico particular, a practicarse una cirugía, a arreglarse la dentadura o a atender a sus mascotas. Esto ha permitido que la profesión médica llegue a ser en muchos casos, altamente rentable aprovechando paradójicamente, la ineficiencia del sistema nacional de salud que observa una tendencia, cada vez más acentuada, a privatizar los servicios o desaparecerlos, como es la intención de las políticas neoliberales en boga. Pero el hecho de que haya muchos médicos y empresas que amasen enormes fortunas lucrando con el dolor, no justifica tampoco un gravamen de esta naturaleza porque como sucede con todo impuesto, el perjudicado finalmente es quien se ubica al final de esta cadena. Además, no todos los profesionales de la medicina tienen una situación holgada, porque el desempleo también ronda los quirófanos y consultorios. A partir de que empezaron a hacerse visibles protestas de los eventualmente afectados, quien dirige la Cámara Local ha tenido que explicar que en ninguna de las comisiones dominadas por priistas, obviamente, se había pensado aprobar dicho gravamen, porque estando en una época de crisis era mejor ampliar la base de contribuyentes y hacer otros esfuerzos recaudatorios que aceptar el nuevo impuesto. El impuesto por servicios profesionales gravado con un dos por ciento de los ingresos totales, lo había sacado de la manga el gobierno de Ulises Ruiz a través de la Secretaría de Finanzas, y tenía especial dedicatoria para los profesionales de la medicina, incluyendo todas las especialidades como médico general, médico cirujano, veterinario y odontólogo. Pero no bien se había difundido la especie, cuando en lo individual y lo colectivo, los interesados comenzaron a movilizarse para expresar por diversos medios su oposición al proyecto. Les llamaba la atención que en la exposición de motivos de dicha iniciativa legal, se haya argumentado que los profesionales de la medicina ( es decir, todos) tienen evidente capacidad de pago, sin que se presentara – dicen los inconformes- un estudio socioeconómico que respalde esta temeraria apreciación porque en la mayoría de los casos la medicina privada se ejerce como complementaria ante los raquíticos salarios que se perciben en las instituciones del sector salud. Y esto en el caso de que tengan suerte o hayan tenido facilidades para conseguir una plaza como eventual o puesto fijo. Sin decir nombres, pues en los colegios participa una baraja muy amplia de ideologías aunque también de intereses, los médicos han propuesto que en lugar de aplicar un impuesto que encarezca aún más los servicios, los promotores debieran bajarse el sueldo, ejercer con honestidad los recursos y optimizar los presupuestos. Este lunes debió realizarse por las calles de la capital oaxaqueña una manifestación de rechazo a tal pretensión, exigiendo la cancelación total de dicha iniciativa porque acostumbrados a que los políticos cuando afirman una cosa hacen exactamente lo contrario, todavía existe el riesgo de que puedan aprobarlo a pesar de lo impopular del proyecto. Por ello los médicos: hombres y mujeres de bien en su mayoría, están vigilantes. La sociedad también porque ahorita son los médicos, luego los abogados, los contadores, ¿pero los políticos cuándo? Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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