Jefes policiales en caída libre
Los datos duros Tan contentos estaban algunos funcionarios de gobierno por la ayuda en especie de la Iniciativa Mérida, que esperaban con ansia recibir los primeros 450 millones de dólares antes de que se vaya George Bush al basurero de la historia. Pero no se imaginaban que Washington iba a vender cara su generosidad y ha presionado a México para que aplique, en serio, una Operación Limpieza (frase netamente gringa) en la Procuraduría General de la República (PGR) y en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). La lumbre llegó a los aparejos de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), desde que Estados Unidos le exigió arrestar con fines de extradición, a finales de octubre, a su propio coordinador técnico, Miguel Colorado Hernández. La DEA (Drug Enforcement Administration) colocó el dedo también sobre el exmilitar Fernando Rivera Hernández, director adjunto de Inteligencia de la SIEDO. Ambos tenían años de entregar información privilegiada a los hermanos Beltrán Leyva a cambio de entregas mensuales por cientos de miles de dólares. En menos de un mes se han dejado caer, como en cascada, presentaciones, arrestos, arraigos y consignaciones de altos mandos policiales que tenían la encomienda de perseguir al narcotráfico; pero al parecer prefirieron apuntalar a la delincuencia organizada desde las instituciones. La llamada a cuentas a Noé Ramírez Mandujano, extitular de la propia SIEDO y desde hacía meses representante mexicano ante el organismo de la ONU que lucha contra las drogas, debe poner a temblar a otros mandos presentes y pasados. Fue nada menos que el sustituto de José Luis Santiago Vasconcelos, como una especie de zar antidrogas y de él dependían los primeros acusados por la DEA. SIEDO, Interpol (su director Ricardo Gutiérrez Vargas también está en manos de la autoridad), Policía Federal Preventiva (PFP) –el alto comisionado interino Gerardo Garay Cadena también detenido–; SSP (Francisco Navarro y Enrique Bayardo del Villar, tras las rejas, ambos jefes operativos de SSP y PFP). ¿Queda alguna institución indemne? Debería provocar verdadero escándalo que el alto comisionado de la PFP se haya quedado con una fortuna en dólares al momento de arrestar a colombianos y mexicanos en una exótica residencia del Desierto de los Leones. Pero más grave resulta la posterior maniobra distractora que quiso hacer aparecer a Víctor Gerardo Garay Cadena como vulgar ladrón (aunque de altos vuelos), para de esa manera desviar las investigaciones originales por las cuales se le arraigó, que eran por delincuencia organizada y por ser un mando “infiltrado” del narco en las estructuras oficiales para brindar protección al narco. Ojo: así puede salir libre bajo fianza. Sospechosamente, Garay fue un arraigado con privilegios, situación contradictoria en sí misma. Podría pasar a la historia como el primer jefe policial cautivo legal de la PGR, al cual se le permite salir a ofrecer una rueda de prensa para “entregarse” en público y volver a estar en manos de la SIEDO. La presión de su jefe y amigo, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, tuvo resultados. No encontró oposición firme del procurador de la República, Eduardo Medina Mora, quien semanas antes se había dejado avasallar cuando la PFP tomó las instalaciones de la Agencia Federal de Investigación (AFI) e inclusive cambió el color de la fachada de su edificio en Río San Joaquín y Casa de Moneda. Medina Mora ni se inmuta por el hecho de que sus agentes federales de investigación son obligados a renunciar para pasar a la PFP, bajo amenaza de ser corridos si no cambian de corporación y de patrón. Y no es para menos. Garay es un hombre fiel al secretario García Luna desde hace por lo menos 16 años, cuando ambos servían al Centro de Investigación y Seguridad Nacional. Si Garay es condenado –“digo, es un decir”, parodiando al gran poeta César Vallejo–, por lógica su caída tendría que arrastrar a su jefe, amigo, protector y responsable de haberlo hecho llegar al más alto puesto de mando de esa ilegalmente llamada Policía Federal. Garay Cadena fue encargado de anunciar en mayo pasado el arresto del agente José Antonio Montes Garfias, presunto autor intelectual de la ejecución del comandante Édgar Eusebio Millán Gómez, en la colonia Guerrero del Distrito Federal. Flaco favor le hizo a su jefe García Luna, porque Montes Garfias era hombre de las confianzas del actual titular de la SSP, como lo muestra el oficio en el cual García Luna pide al área de control de confianza darle el visto bueno, pues urgía asignarle una plaza de nueva creación en el año 2000. Es decir, uno de sus hombres cercanos ejecuta a otro de los suyos. Agentes inconformes de la AFI lograron ingresar a la base de datos de la PGR e imprimir, este noviembre, el “reporte individual de incidencias” de varios personajes. Se toparon con la sorpresa de que García Luna continúa apareciendo como director de la AFI, siendo ya secretario de Seguridad Pública y “con salario vigente”. Su hermana Esperanza, en la propia PGR, aparece también vigente, pero con adscripción a la PFP. Se trataría de un delito penado por la ley, pero más grave resulta la denuncia que hicieron más de 100 afis en un escrito a la Cámara de Diputados, donde acusan al ya conocido como “policía del presidente” de haber fingido el secuestro de sus escoltas (27 mencionan) cerca de Tepoztlán, Morelos, a quienes un numeroso grupo de hombres armados –que no se sabe si son sicarios o policías locales– sometieron, vendaron, ataron y quitaron sus armas. Así el titular de la SSP pudo conversar “durante cuatro largas horas” con un “alto capo de las drogas”. Para confirmar su acusación, los afis sugirieron una ruta expedita, la misma que el Ejército ha aplicado a las policías de Baja California, Tamaulipas, Nuevo León y otros estados: Que los diputados soliciten a la Secretaría de la Defensa Nacional inspeccionar las armas de cargo de 86 policías federales, cuyos nombres aportaron, al igual que describieron cada pistola, carabina o rifle con sus respectivos números de matrícula. Así se sabrá si aún las conservan después del “secuestro” en Morelos. Y, en todo caso, si aparecen en ejecuciones de sus propios mandos y compañeros. Como sea, el país está presenciando lo que todo mundo sospechaba y señalaba desde hace años: el narcotráfico ha gozado de cobertura oficial gracias a la corrupción de los más importantes mandos policiales. Es verdad que desde el arresto del general Jesús Gutiérrez Rebollo, titular del Instituto Nacional de Combate a las Drogas, en febrero de 1997, no se había llegado tan alto. Es hora de que, más allá de la Operación Limpieza, las procuradurías, secretarías de seguridad pública, partidos políticos, alcaldes, gobernadores y funcionarios federales decidan una purga integral de todas las infiltraciones del narco en sus respectivas áreas de competencia. Y que Sedena, PGR, SSP, PFP, AFI y todas las siglas conocidas que tienen a casi 100 mil soldados y policías en “la guerra” contra el narco, le hagan algo de mella, pues hasta hoy su poderío económico, capacidad de fuego, impunidad y poder de corrupción siguen intactos |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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