lunes, 22 de febrero de 2010

LA INCERTIDUMBRE Y EL DESPLOME


Entre la incertidumbre y la certeza del desplome


Javier Hernández Alpízar

En una de las reuniones preparatorias del la Otra Campaña, en una comunidad indígena zapatista (diciembre de 2005), Alberto Híjar planteó la necesidad de un espacio de discusión teórica en la Otra Campaña. Uno de los ejemplos que puso de los males a superar, de esos que no se vencen solamente con buenas intenciones, es la influencia del parlamentarismo burgués. Al final de la reunión, entre los aspectos que el EZLN asumió, en voz de Marcos, fue que esa propuesta se aceptaba, ya que era un espacio necesario.

A lo largo, y ancho, del caminar de la Otra Campaña, pocos momentos han habido para detenerse al reflexionar. Alguna reunión sobre “la otra teoría”, en Guadalajara, y los espacios que se han abierto en la Universidad de la Tierra en San Cristóbal de Las Casas, desafortunadamente, con objeto de recordar la ausencia de Andrés Aubry, un lúcido y comprometido historiador, escritor y pensador abajo y a la izquierda.

Esos foros no han logrado incorporar plenamente el sentido de la Otra Campaña, independientemente de que han participado directamente o por la lectura de otras voces, gentes con reflexiones serias, responsables, esforzadas. Ha faltado que la discusión teórica se dé no solamente para el movimiento social, sino desde el movimiento social y por el movimiento social. Los zapatistas han compartido algunas reflexiones teóricas nacidas de su muy otro modo de ser, vivir, pelear, resistir y construir, pero hay otras reflexiones dispersas, que es necesario que se escuchen, dialoguen, se aprendan y respondan, debatan, entre quienes quieren cambiar el mundo: no sólo “las ideas”, no sólo “la conciencia”, sino el mundo, la vida, el orden de lo real en la sociedad.

Acabamos de leer una reflexión teórica seria, precisamente sobre el tema que Alberto Híjar planteó: el parlamentarismo burgués, o la representación de los muchos por unos pocos que tiende, unas veces sí y otras también, a ser usurpación y reproducir la opresión.

En el movimiento social ha ocurrido. La APPO de abajo fue una, aguerrida, batalladora, enfrentando con piedras y con dignidad a un ejército de ocupación, pero sus “representantes” terminaron por ser, otra vez, enquistados elementos de la clase política que usaron el movimiento para anudar alianzas electorales. El movimiento popular puso los muertos, y el PRI, el PRD y ahora el PAN, los candidatos para que el radicalismo de la APPO sea usufructuado por líderes sin escrúpulos del FPR, del PRD, y el sempiterno reciclado de ex priistas.

El parlamentarismo burgués o la representación como usurpación cuentan entre los elementos no superados ni por los movimientos más radicales. No sólo la APPO fue incapaz de superarlo, a pesar de la lucidez de sectores libertarios y magonistas como OIDHO. Incluso en la Otra Campaña no se ha superado la forma del Foro, con los académicos en el micrófono y los escuchas asistiendo a “aprender” de los maestros. Como diría Iván Ilich, tenemos que “desescolarizar” a la Otra Campaña.

En tanto, en penales de máxima seguridad como el de Altiplano, Almoloya (donde están secuestrados tres integrantes del FPDT de Atenco) y luego en Nayarit, a donde trasladan a presos políticos de otros lugares, como hicieron desde Oaxaca, Jacobo Silva Nogales estaba pensando, repensando, meditando ese tipo de temas.

Hace poco comentamos y recomendamos un breve ensayo suyo sobre al “Criminalización de la protesta social”, publicado en su blog jacobosilvanog.blogspot.com, y en ese espacio libre pueden leerse otros ensayos (así como poemas, y verse fotos de su pintura y videos de entrevistas) en los cuales se atiende a problemas prácticos y urgentes como la necesidad de una estrategia para defender a los presos políticos, que Jacobo Silva comparte analizando su caso, la defensa de él y de Gloria Arenas Agis, con lo cual aporta soluciones concretas a aprender y a enriquecer por el movimiento social.

Pero hay un ensayo que precisamente aborda el tema de la representación, la delegación del “valor político” y la generación de una “plusvalía política”, desde luego partiendo de una analogía de la crítica que Marx hizo del capital como expropiador del plusvalor económico.

La analogía que hace Jacobo Silva no es un mero golpe de audacia, pues aunque no está aderezada con un voluminoso aparato crítico, sí es resultado de una lectura que rebasa los marcos de “los clásicos”, entendidos por la ortodoxia estalinista como lo anterior a Lenin, lo cual se nota en todo momento, a pesar de que menciona a pocos autores por su nombre (González Casanova, John Holloway, Michel Foucault), pero es también una lectura desde la experiencia de un militante y un luchador del movimiento social (en su vertiente radical y armada y luego en su vertiente civil y pacífica).

Así, el mistificado y enajenante poder que encumbra a los representantes, delegando en ellos el poder-hacer de los luchadores sociales, los activistas, las bases, es desnudado mediante los conceptos de valor y plusvalía, tomados de la crítica de la economía política de Marx para hacer una especie de crítica de la economía de la representación política.

Lo valioso de este texto, escrito además en el lenguaje más sencillo posible, sin dejar de lado el rigor teórico, es que no está enfocado solamente a una crítica de la política, los partidos y los políticos electoreros, en donde se pude apreciar más claramente la enajenación del valor político de la base y el usufructo privado que hacen los “burgueses de la política”, sino en toda la izquierda, todo el movimiento social, desde el más tibio y reformista, hasta el más radical, incluso el armado.

Como señalaba con tino Alberto Híjar, ante la ausencia de debate teórico, los movimientos sociales, pese a sus intenciones rebeldes o revolucionarias, acaban reproduciendo el “parlamentarismo burgués”, o una forma de representación política enajenada, pero precisamente un inicio brillante de crítica profunda a esa representación usurpadora y enajenante del valor político de los pueblos se encuentra en el ensayo de Silva Nogales: “Plusvalía política” (La plusvalía política: La política como extracción de una forma particular de plusvalía).

Además, con la ventaja de que el autor no es la clase de idealista que espera que la sola “revolución intelectual” o “revolución de las conciencias” cambie el mundo, por algo milita en un movimiento social, la Otra Campaña.

De manera que el debate pude existir, además, desde un espacio completamente abierto, pues publica sus ensayos en un blog personal al alcance de cualquier usuario de la web.

Como señalara recientemente Javier Sicilia en uno de sus artículos, no será la izquierda electoral quien haga caso de estos análisis críticos, que por lo demás cuestionan y muestran la ilegitimidad de fondo de sus prácticas, sino que debe haber una izquierda que sí esté dispuesta a criticarse a sí misma y a depurar sus prácticas para reinventar eso que ahora se encuentra tan desprestigiado: la política.

El ensayo termina con una especie de aforismo: “Después de todo cierto grado de incertidumbre es mejor que la certeza del desplome.” Y es verdad, si la izquierda en México y en el mundo no se aventura en la incertidumbre de cambiar ella para poder de verdad cambiar el mundo, hay una certeza: el desplome. Toda izquierda construye, como torre de Babel, su muro de Berlín, y parece la tarea de Sísifo (lo dijo Javier Sicilia) construir y ver derrumbarse ese proyecto, por negarse a criticarlo. Solamente si se parte de otra forma de hacer política se logrará construir algo que no sea luego la vergüenza de sus constructores. Porque la forma burguesa de hacer política es (lo ha probado la historia de las revoluciones, de la francesa a la más reciente que en el mundo haya) reproductora del orden de la injusticia. Por ello, como reconoce de inicio Silva Nogales: “La construcción de un mundo de iguales ha sido hasta el momento irrealizable”…

No será posible el cambio si la izquierda se empeña en hacer lo mismo que siempre hizo: porque la acumulación de la plusvalía política lleva el germen de una nueva clase opresora y despótica. O se acaba ese mal de raíz, o no habrá cambio, sino “la certeza del desplome”.


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OAXACA DE JUAREZ, MAGON Y ZAPATA ,APPO 2011, http://todoelpoderalpueblo.blogspot.com