ImpotenciaSociedad abiertaERNESTO REYES He sentido muy de cerca las lágrimas de impotencia, rabia y dolor de Maria Livia Martínez Moreno, al terminar una sesión de prensa para insistir en la inocencia de su hermano Juan Manuel, acusado injusta y perversamente del crimen del periodista estadounidense Brad Will. Es el 10 de diciembre, día de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y la conmemoración nos toma a un grupo de periodistas y activistas de derechos humanos frente al templo de Santo Domingo con muy malas noticias en cuanto al respeto de estos principios en el mundo, en México, pero sobre todo en Oaxaca. Hay un agrio sabor al ver documentos del Consorcio para el Diálogo Parlamentario y Equidad Oaxaca, donde hablan de la violencia contra la mujer, y ponen su acento en la situación de la mujer indígena. Anuncian una campaña contra la discriminación y violencia hacia las mujeres y niñas, donde a todos nos toca un cachito de responsabilidad porque hemos alimentado una sociedad machista, desigual, injusta. Egresada de la carrera de Derecho, María Livia se siente triste -bajo las sombras de la bugambilia del IAGO- porque la justicia opera al contrario de lo que aprendió en las aulas; aún con todo ello, debe saber que la lucha por la libertad y la justicia es cuesta arriba siempre en un sistema que protege los abusos y castiga la honestidad. Es el caso de Juan Manuel Martínez Moreno y de tantos otros que en la geografía oaxaqueña pasaron este 60 aniversario enclaustrados entre muros de oprobio como si fueran los peores criminales, mientras los poderosos ríen, y sus lacayos y mozos juran y perjuran que en Oaxaca hay Estado de Derecho, libertad, gobernabilidad, y que se avanza en la aplicación de la justicia. Que “Oaxaca está mejor que nunca”. Igual he visto la transformación sufrida por la esposa de Juan Manuel, Liliana Ivette Tejada Romero, una ama de casa común, con las dificultades de estar pobre - porque ¿quién no lo está en Oaxaca?-, convertida en la principal promotora de la libertad de su esposo, para que un día - cercano o lejano, no sabemos aún -, por fin regrese a ser el sostén principal del hogar de donde policías lo arrancaron alevosamente, el pasado 16 de octubre. Aunque sus defensores – y defensoras, porque cada vez más mujeres dominan el arte del derecho – están ciertos de que se comete una gran injusticia, no hay más que seguir aportando pruebas ante tribunales y atender con trabajo psicológico a la familia de las víctimas que siempre resultan las más perjudicadas cuando se violan garantías. Y también trabajo político, porque sin movilizaciones se reduce el margen de maniobra para abogar porque estén de nuevo en las calles. Las acusaciones contra Martínez Moreno se basan en testigos falsos, sin evidencias, sin arma, sólo con dichos, por lo que hay esperanza de que este día 15, durante la audiencia constitucional, la jueza de distrito le conceda el beneficio de amparo. Si no, porque aún con las evidencias de su inocencia, prevalece la consigna política, hay que seguir luchando, acompañándolo. Hay confianza en el acompañamiento que le brindan los profesionales del Comité 25 de noviembre, fundado por litigantes, psicólogos (as) y comunicólogos (as), pero sobre todo defensores de derechos humanos, como los de la Limeddh, Barca, Flor y Canto, Educa, etcétera, que en esta fecha igual actualizaron sus alertas para seguir denunciando la perversión de un sistema de justicia corrompido, que tiene libres y en la calle a criminales, actuando a sus anchas, y a inocentes en las cárceles. Es bueno saber, sin embargo, que hay una denuncia penal presentada por 30 ex presos políticos detenidos el 25 de noviembre del 2006 – respaldados por 280 firmas y organizaciones de 17 países- que exigen una investigación apegada a derecho, castigo a los responsables de graves violaciones a los derechos fundamentales de los oaxaqueños entre los que destacan delitos de tortura, tratos crueles, abuso sexual, privación ilegal de la libertad, etcétera, como resultado de una política represiva en contra de los movimientos sociales. Es decir, por la justicia, nadie descansa; no hay que hacerlo, aunque la impotencia sea grande como la que sufre en estos momentos la familia de Juan Manuel, un claro ejemplo de que en Oaxaca no se respetan los derechos humanos. Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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