EXPLOTACION EN OAXACA

Enfrentan explotación laboral 191 mil niñas y niños en Oaxaca Nadia Altamirano Díaz miércoles, 04 de marzo de 2009 En labores domésticas o agrícolas, en el comercio informal o en la calle, al menos 191 mil niñas y niños enfrentan en Oaxaca explotación laboral. De dicha cifra, reportada por la delegación estatal de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, 101 mil infantes están inmersos en las actividades agrícolas. Se considera que un niño, niña o adolescente trabaja cuando participa en cualquier tipo de actividad laboral, sin importar si recibe un salario, realiza una labor independiente o está en un trabajo no remunerado, los priva de su infancia, de su potencial y de su dignidad, en perjuicio de su desarrollo físico y mental. El trabajo infantil no se refiere a aquellas tareas pequeñas que desempeñan los niños en la casa, ni a las actividades que corresponden a su nivel de desarrollo o a su colaboración en la empresa familiar, donde además de adquirir prácticas, aprenden a ser responsables, siempre y cuando dichas labores no perjudiquen su desarrollo ni impidan su rendimiento escolar. La pobreza, desintegración familiar, demanda de mano de obra y "costumbres" son las causas que se conjugan para que en la entidad la explotación laboral infantil aún persista mientras que la Ley de Protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes para el Estado de Oaxaca, aprobada en septiembre del 2006, es prácticamente letra muerta. Un informe publicado en el 2008 por el Comité de Reino Unido para el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala que en el mundo existen 180 millones de niñas y niños sometidos a explotación laboral. En la Ciudad de Oaxaca no hay que buscar demasiado para encontrar a un menor de edad que trabajando como limpiaparabrisas, cantando en los camiones, tocando un instrumento, pidiendo limosna, vendiendo artesanías y dulces o acomodando frutas y verduras en los mercados públicos. Para niños como Jesús "N" la jornada empieza a las 7:00 de la mañana y concluye a las 4:00 o 6:00 de la tarde. En vez de sacar sus útiles de la mochila acomoda tomates, cebollas y otras verduras. Por laborar seis días a la semana en un puesto de verduras del mercado público de La Merced, la dueña le paga 400 pesos. Chucho --como lo nombran-- sólo habla para confirmar lo que los clientes solicitan: "¿medio kilo de papas?", grita sin reparar en que es uno de los 80 mil niños que en Oaxaca trabajan sin asistir a la escuela. Cuando alguien le pregunta los motivos por los que a sus 14 años no asiste a una escuela o cuál fue el último grado escolar que cursó, Chucho sólo se encoge de hombros. Es su patrona, Lucía "N", quien relata que trabaja con ella "desde hace poco", luego de que la madre del menor enfermó gravemente de diabetes. En la señora Lucía ella no hay una sola muestra de culpa por emplear a Chucho, por el contrario, ve positivo que ahora el niño trabaje, pues antes "siempre reprobaba y se la pasaba jugando toda la tarde" en las afueras del mercado de la Merced, donde su mamá tiene un puesto de "chácharas". Para la UNICEF --la agencia de Naciones Unidas que tiene como objetivo garantizar el cumplimiento de los derechos de la infancia-- la educación es esencial para prevenir la explotación laboral infantil, porque proporciona los conocimientos que darán a los niños y niñas opciones de futuro. La no escolarización es a la vez una causa y una consecuencia del trabajo infantil. En la mayoría de los casos en los que los infantes se insertan al campo laboral se debe a la pobreza que impide que ellos o sus familias tengan la opción de elegir no hacerlo. Este fenómeno, además de que genera la interrupción de la educación, propicia que la explotación laboral infantil incluso llegue al lenocidio o explotación sexual. En Oaxaca, tanto en el Centro Histórico, los principales cruceros, la zona de la Central de Abasto o el campo el número de niños que trabajan sigue creciendo.