■ Morelia: “fue AMLO”, afirma una tv de Saltillo ■ ¿Contratacan los amigos de El señor de los mares? ¿Qué diferencias hay entre el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y el 15 de septiembre de 2008 en Morelia? Tantas que ni hace falta nombrarlas. Vale más señalar, en cambio, las similitudes que hubo en las reacciones de George Bush y Felipe Calderón. Después de los atentados, a pesar de su origen electoral espurio, ambos aprovecharon las tragedias para llamar a las fuerzas políticas de sus respectivos países a reconocerlos como líderes únicos. Bush redujo las libertades públicas en Estados Unidos, atacó Afganistán para instalar un gasoducto, culpó a Saddam Hussein, lo acusó de tener armas de destrucción masiva, invadió Irak y causó la muerte de más de 100 mil inocentes. Pero luego reconoció que todo era un mero pretexto para tratar de adueñarse de una de las mayores reservas de petróleo del mundo. En México, no lo olvidemos, el Senado analiza una serie de iniciativas de reforma, enviadas por Calderón, que de ser aprobadas permitirán que empresas de Estados Unidos exploren, extraigan, exporten, almacenen y transformen nuestro petróleo. No es gratuito, entonces, que al día siguiente de las granadas en Morelia, Tony Garza, el embajador estadunidense, haya salido a los medios a condenar el acto “narcoterrorista”. La noche del 16 de septiembre, entrevistado por Carmen Aristegui, el experto de Naciones Unidas en temas de narcotráfico, Edgardo Buscaglia, propuso que el caso Morelia fuese llevado al Consejo de Seguridad de la ONU, y afirmó que “en la mitad de los estados la República la sociedad civil le paga impuestos al narcotráfico”, con lo que abonó su tesis, planteada en ocasiones anteriores, de que “la mitad de los gobiernos municipales del país” responden a los intereses de los cárteles. ¿Qué procedería, hipotéticamente, al cabo de una eventual reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la desastrosa situación de México? ¿La intervención de los cascos azules, el reforzamiento de la Iniciativa Mérida por tropas estadunidenses? No es indispensable ser Maquiavelo para entender que ante el evidente fracaso del enfoque calderonista sobre el fenómeno del narcotráfico, lo primero que se necesita es cambiar de política al respecto, y desde luego de políticos: hay que dejar de hacer aquello que favorece a las potencias extranjeras que se benefician de nuestras debilidades para apoderarse de nuestro petróleo. A nadie sorprenden, por lo tanto, las declaraciones de prensa que Juan Camilo Mouriño dio el jueves, al reunirse con la fracción del PAN en la Cámara de Diputados, donde reiteró que “el gobierno federal no tiene previsto modificar su estrategia de combate” al narcotráfico. En otras palabras, todo seguirá empeorando hasta que se consume la privatización de Pemex. Después, ya veremos. El llamado calderonista a la “unidad” con su política y sus políticos tiene la absurda pretensión de hacernos creer que no hay más ruta que la suya. El que durante la campaña se ofreció como la única opción capaz de evitar que México se hundiera en una nueva crisis, ha arrastrado al país a la peor espiral de violencia que se recuerde desde los años posteriores al triunfo de la Revolución. Su discurso y su abrumador aparato de propaganda, formado por todos los medios electrónicos de comunicación, no sólo se empeñan en reiterar que no hay de otra sino, sobre todo, en ocultar que existe y está en marcha un programa alternativo que se resume en unas cuantas líneas y que Andrés Manuel López Obrador dio a conocer la noche del 15 en el Zócalo, ante decenas de miles de seguidores que lo escucharon con entusiasmo bajo la incesante lluvia. El país puede volver a crecer económicamente si el gobierno federal reduce en 200 mil millones de pesos sus gastos superfluos; si destina ese dinero y el producto de los excedentes del petróleo a las siguientes obras y metas: construir las tres refinerías que faltan para que dejemos de importar gasolina, subsidiar con becas a todos los estudiantes de preparatoria, elevar el presupuesto de las universidades para absorber a los 300 mil jóvenes que son rechazados cada año; apoyar con medio salario mínimo mensual a todos los ancianos; cancelar la llamada “alianza educativa” que pretende acabar con las escuelas normales, formadoras de maestros; aumentar el presupuesto al campo; construir infraestructura para detonar la creación de empleos; librar a Pemex de su enorme carga fiscal y modificar radicalmente la política de seguridad pública, devolviendo las tropas a sus cuarteles y abandonando el modelo policiaco de la ultraderecha. Sin embargo, mientras las noticias de Morelia y las arengas calderónicas borraban de los periódicos toda mención al discurso del Zócalo, el coordinador de los diputados priístas en San Lázaro, Emilio Gamboa Patrón, declaraba que “López Obrador es un mal mexicano, que divide en tiempos que reclaman unidad”, a la vez que un lector de noticias del canal 7 de la televisión de Saltillo (XHRGC), llamado Antonio Dávila, decía con todas sus letras que el tabasqueño “mandó” lanzar las granadas en Michoacán. En un video, disponible en YouTube bajo el título “Acusa televisora saltillense a López Obrador”, el comentarista asegura textualmente lo que sigue: “¿Quién se atribuye este atentado? Un grupo político. ¿Quién? Eso lo vemos en otras partes del mundo, pero no en México. Y lo hacen, repito, grupos políticos separatistas, anarquistas. El único grupo separatista político que veo ya no es el PRD sino únicamente Andrés Manuel López Obrador. Lo vimos ahí precisamente en el Zócalo de México compitiendo con El Buki, compitiendo con Lucero, con las que se presentaron ahí; allá, abandonado, ni la dirigencia del PRD, ni Marcelo Ebrard, parece ser que se están desmarcando. Cuando se requiere de unidad, Andrés Manuel López Obrador habla de no, de separarse precisamente. Entonces pudiéramos decir que, como es el único grupo separatista que existe, él es el que mandó el atentado”. El autor de tales reflexiones, no por nada, está estrechamente relacionado con el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, y con nativos de aquella entidad que ocupan posiciones relevantes en la industria petrolera: Carlos Morales Gil, director de Pemex Exploración y Producción (Ramos Arizpe, 1954); el contratista Antonio Juan Marcos Issa (Torreón, 1940) y Rosendo Villarreal Dávila (Saltillo, en 1942). Los dos primeros fueron denunciados por López Obrador como copartícipes en el fraude del buquetanque El señor de los mares. El tercero, miembro del PAN, ex alcalde de Saltillo, no tenía dinero cuando a principios de 2007 Calderón lo nombró director corporativo de administración de Pemex. Hoy comparte con sus hijos Rosendo, David y Gabriela Villarreal Berlanga la empresa Servicios Sierra de Arteaga, que posee al menos 67 camiones de carga, tipo tráiler.
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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