La lucha nacional contra la delincuencia organizada, en sus modalidades de narcotráfico y/o secuestro, se volvió tema de moda, ocasión propicia para hacer todo tipo de declaraciones, a favor o en contra, principalmente por parte de políticos y funcionarios públicos. En el caso de Oaxaca, la declaracionitis alcanza a los actores políticos de todos los signos y colores, incluida la clase gobernante, con pronunciamientos que se observan radicales, fuertes, sin concesiones, pero que en la realidad están muy lejos de poder realizarse. Pero el método sirve, la osadía y las posturas antagónicas funcionan en tiempos preelectorales, dan credibilidad en medio del descrédito, sobre todo si de ganar votos se trata, aunque en ello vaya disentir e, incluso, contradecir al jefe político de la entidad. En medio de la condena generalizada por los atentados narcoterroristas de Morelia, el PAN oaxaqueño insiste en pedir la solidaridad, apoyo y unidad en torno al pacto propuesto por el presidente Felipe Calderón para la "seguridad, la justicia y la legalidad". El PRI estatal también apoya el "acuerdo nacional", pero suma un elemento más: pide combatir impunidad y corrupción porque son el caldo de cultivo del crimen organizado. Sin embargo, otras voces de priistas descalifican la campaña del presidente Calderón y afirman que su política de combate ha fracasado porque va perdiendo la guerra contra la delincuencia. Contrariamente, el gobernador Ulises Ruiz Ortiz ha expresado el "respaldo incondicional" de su administración a la lucha que libra el Gobierno federal, al tiempo que asegura que en Oaxaca "no se dará un paso atrás, porque no hay, no ha habido ni habrá impunidad ni descanso contra el crimen". El PRD, por su parte, exige aplicar "toda la fuerza del Estado y todo el rigor de la ley" en el combate a la corrupción e impunidad que prohíjan a la delincuencia organizada. Sin embargo, son las voces independientes las que generan mayor credibilidad y ubican al lector en la justa dimensión de los hechos. En este medio digital el economista oaxaqueño Francisco Álvarez Figueroa advertía que para obtener resultados en la guerra contra la delincuencia es indispensable aplicar "toda la fuerza del Estado" a combatir la corrupción, impunidad y lavado de dinero, pues ahí se incuba el origen de estos males. Posturas opositoras como la de la senadora Rosario Ibarra de Piedra, de visita en la Ciudad de Oaxaca, sostienen que el "Acuerdo nacional para la seguridad, la justicia y la legalidad" del presidente Calderón "es una simulación y no sirve para nada". En opinión de la luchadora social, la inseguridad que padece el país deriva precisamente del "terrorismo de Estado", pues "es un secreto a voces que el Gobierno federal está coludido con el crimen organizado". En cualquiera de los casos, los gobiernos federal y estatales, entendidos como el Estado Mexicano, tienen el deber y la obligación de dejar el discurso y pasar a los hechos para no quedar en el descrédito, pues sólo con acciones concretas quedará para la historia si pudieron hacer lo que tanto vociferaron. Y es que en Oaxaca nada se ha hecho para combatir en serio al crimen organizado. Solo declaraciones, discurso. Ningún caso aclarado de secuestro, mientras continúan los "levantones". Ningún "pez gordo" del narcotráfico tras las rejas, sólo "burreros", vendedores de grapas de cocaína, pobres que tienen que ocuparse en algo para poder comer. Aún taladra en los oídos el discurso, hueco, palabras sin relación, del procurador general de Justicia del estado, Evencio Nicolás Martínez Ramírez, ante el altar a la patria este 16 de septiembre: "El gobierno de Oaxaca ha mostrado su firme y decida voluntad para revertir las acciones al margen de la ley y combatir eficazmente los hechos delictivos que con indignación y terror la comunidad rechaza". También arengó, cual independentista en los tiempos de Hidalgo y Morelos: "Comprometámonos todos a cambiar hábitos y conductas que desconozcan derechos y trastoquen libertades. Rechacemos la inseguridad que lleva a la violencia, la intolerancia, el abuso, la discriminación, la injuria, la calumnia y todo mal hábito que constituye una forma de esclavitud del ser humano". Y fue más allá: "Es indispensable que diariamente hagamos una sentida reflexión de nuestra conducta, acciones y omisiones y ofrezcamos nuestro trabajo en beneficio de la sociedad". Sí. Evencio debería renunciar y dejar el cargo a quien pueda desempeñarlo. *** Del libro del periodista Julio Scherer García "La Reina del Pacífico: es la hora de contar", Sandra Ávila Beltrán relata pensamientos de su esposo José Luis Fuentes, ex policía federal y luego narcotraficante: "La impunidad debiera incorporarse al texto de la Constitución… podría figurar con honor entre los artículos más socorridos de nuestras leyes". Otra más, que ilustra el tema del que hablamos: "El Gobierno no tendrá éxito contra el narcotráfico porque a esta guerra llega con las manos sucias". Y en Oaxaca los que estén libres de culpas que arrojen la primera piedra. *** Sobrado de sí, con toda su prepotencia a cuestas, cual conquistador en tierra de salvajes, el nuevo delegado de la PGR en la entidad, Jordán de Jesús Alegría Orantes, citó a conferencia de prensa el fin de semana (viernes) para darse a conocer ante los reporteros. Sin hacer honor a su apellido, Alegría Orantes sustituye en el cargo a otro funcionario federal igualmente ineficiente, aunque menos fatuo que éste: Jesús Dovala. Dispuesta la rueda de prensa en las instalaciones de la Procuraduría General de la República en el municipio conurbano de San Bartolo Coyotepec, Jordán de Jesús encaró a los comunicadores: "Entre todos pásenme tres preguntas por escrito, yo las analizo y decido cuál les contesto", les dijo, palabras más, palabras menos. El rechazo a la imposición y la protesta fue casi unánime. La mayoría de los informadores abandonó el salón y a la mañana siguiente casi nadie publicó las declaraciones de Alegría Orantes, menos uno: el periódico "Noticias". Seguramente la nota de ocho columnas fue pagada. Con estas ínfulas cumple la PGR en Oaxaca las órdenes de su jefe, el presidente Calderón, de combatir a la delincuencia organizada y procurar la armonía social.
INSEGURIDAD, DEL DISCURSO AL HECHO Abundio Núñez domingo, 21 de septiembre de 2008
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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