Gobernadores-Calderón: la otra Guerra
Por Roberto Rock
La administración Calderón y una larga lista de gobiernos locales, incluso de su propio partido, están en ruta de colisión por la crisis en la inseguridad pública. Los señalamientos mutuos son cada vez más públicos y ásperos.
En charlas privadas, el presidente Calderón se queja cada vez más, y más amargamente, de los gobernadores. Lo menos que dice de ellos es que se lavan las manos en el tema del narcotráfico, y que transfieren al gobierno federal la responsabilidad de investigar, perseguir y castigar sucesos que ocurren en sus entidades; en muchos casos, con la complicidad de policías y otros servidores públicos locales.
El asunto se agudizó luego de que 26 mandatarios reunidos en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) se pronunciaron en contra de una iniciativa de Ley del Sistema Nacional de Seguridad Pública, lo que frenará su envío al Congreso. De ser aprobada, esta propuesta depositaría en la secretaría federal del ramo, a cargo de Genaro García Luna, un poder jamás visto en manos policiales, cuyas atribuciones —como la de conducir sus propias pesquisas— le darían virtual autonomía sobre el Ministerio Público y obligarían a redefinir el concepto mismo de soberanía de los estados miembros de la Federación.
En este contexto, empiezan a surgir voces como la del gobernador priísta de Nuevo León, Natividad González Parás, quien en declaraciones a este diario condenó que el gobierno de Calderón muestre lenta capacidad de respuesta ante el avance de la violencia, lo que, dijo, ha agudizado el problema en los años recientes.
El problema es que para tener la lengua larga hay que mostrar una cola corta. Porque González Parás es ubicado como uno de los gobernantes más tolerantes con el avance del crimen organizado en su estado.
Las inquietudes al respecto estallaron en junio de 2007, cuando fue asesinado el diputado local Mario Ríos, un personaje al que se le atribuyeron por años ligas con el narcotráfico, lo que nunca obstó para que entre sus promotores figuraran el dirigente priísta Roberto Madrazo y Pablo César González, quien aparece en el organigrama estatal como “coordinador de la Secretaría Particular y de Agenda” de González Parás. Los señalamientos han ido más allá, al grado de rozar al hermano del gobernador, Luis González Parás, cuya operación política es tema público.
En otro bloque de gobernadores se hallan aquellos que son conscientes de la complicidad entre sus fuerzas policiales y las mafias, y que se presentan como víctimas de esta situación. Se trata de mandatarios que hacen el camino de Santiago hasta Los Pinos, en busca de ayuda, la cual en muchas ocasiones no llega.
Un gobernador panista se ha quejado de que en tres diversas ocasiones ha pedido audiencia al presidente Calderón para clamar por un mayor despliegue de fuerzas federales y militares en su estado. Lo más que ha logrado es que lo reciba el secretario particular, César Nava, quien no ha podido hacer mucho más que mostrarle su solidaridad moral.
Con un poco de mejor suerte corrió el gobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso, a quien le restan dos años en el cargo, pero ha expresado que se siente rehén de su propia policía. La semana pasada la policía federal y el Ejército iniciaron una limpia de policías municipales en el estado, que en su mayoría son controladas por mafias que se han ido asentando en esta entidad otrora tranquila, sin que la autoridad sea capaz de hacer nada para detener este proceso.
Y si la infiltración del crimen es seria en las policías estatales, resulta abrumadora en el ámbito de los cuerpos de seguridad municipales, que bien pueden convertirse en el verdadero punto débil de toda la estrategia nacional de seguridad.
Revise usted si no las declaraciones del alcalde priísta en el municipio residencial mexiquense de Huixquilucan, Adrián Fuentes, quien niega las implicaciones que para su comuna supone el que un número sustantivo de los ejecutados hallados en los parajes de La Marquesa fueran originalmente secuestrados en esa demarcación.
Esta confrontación entre el gobierno federal y las regiones no ofrece señal alguna de disminuir, sino todo lo contrario. Sin duda hay ahí un ámbito en el que los llamados a la unidad deberían tomar cuerpo de inmediato.
El Universal, 22 September 2008
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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