Astillero■ La Suprema, Corta de Justicia ■ Resolución Chimoltrufia ■ Atenco: salvar a Peña Nieto El mundillo de los expedientes y las formalidades ha sido convertido en el caso Atenco en tapaojos de lujo por los miembros (con las sabidas excepciones de los ministros Genaro Góngora Pimentel y Ramón Cossío Díaz) de una Corte corta que se autodefine como Suprema en función de su lazo políticamente consanguíneo con lo superior, la elite, las altitudes del poder. Comedia de enredos en que ciertos personajes de vestimentas ceremoniales aparecen supuestamente sabios, ceñudos, solemnes e infranqueables, para recitar pasajes jurídicos varios y pre- sentar argumentos de supuesta convicción formal para convencer a una sociedad, justificadamente escéptica, de que los directamente responsables de la barbarie cometida en mayo de 2006 no son los jefes políticos y administrativos supremos, sino los mandos policiales incontrolados. La Doctrina Chimoltrufia emitida entre togas y maderas finas: como dicen los máximos jurisperitos oficiales que sí hubo violaciones graves a los derechos humanos, también dicen que no hay por qué llegar a niveles tan presidenciablemente altos, surcados por Quiques Gaviotones influyentes y pajarracos adjuntos, como el almirante Wilfrido Robledo o el entonces gran jefe Pefepo Ardelio Vargas (luego aparecido con igual aureola represiva en Oaxaca, quien ahora busca ser diputado priísta por la heroica Puebla del góber pernicioso). Atenco es una dolorosa confirmación de que la realidad palpitante (incluso televisada) puede ser diluida en cuanto entra al proceso de falsificaciones institucionales llamado “justicia”. Centenares de ciudadanos mexicanos fueron víctimas de un excesivo uso de la fuerza pública y el saldo por todos conocido consistió en muertos, heridos, secuestrados, desaparecidos y perseguidos en su propio país (como América del Valle). Los días terribles de Atenco (no sólo los dos en que la Corte pretende centrar sus indagaciones, sino los posteriores; en realidad, hasta la fecha) significaron el terrible y escandaloso abatimiento del largamente cacareado estado de derecho: asesinatos, agresiones directas a personas indefensas, detenciones sin orden judicial ni flagrancia en la comisión de delitos, agresiones sexuales a mujeres, allanamiento de moradas, torturas y el encarcelamiento en centros de alta seguridad de los líderes del movimiento social y su penalización insostenible, con una sentencia cuya dimensión refleja el interés de castigar ejemplarmente a dirigentes no manipulables. Sentencia desproporcionada y dolorosamente irónica si se le contrasta con el diario deambular impune de las bandas de criminales extremos, con credenciales oficiales y sin ellas, que han sumido al país en un baño de sangre y han instalado una auténtica ley de la selva (el término fue usado ayer por el ministro Góngora), sin autoridad que valga, sin leyes que sean respetadas y sin justicia para nadie. ¿Estado de derecho, legalidad, justicia? Ayer mismo, para no ir tan lejos, fue baleada la casa del director del diario sinaloense El Debate de Guasave, Moisés García Castro, en una más de las acciones violentas contra el periodismo mexicano que se despliegan desde ese monstruo bicéfalo que forman el narcotráfico y el aparato policiaco-militar. De inmediato comenzó la farsa de las investigaciones (si el asunto creciera, hasta podría ser nombrada una comisión de la Suprema Corta de Vista, o Visible a partir de una Corta, para que indagara a fondo y emitiera algún proyecto de dictamen que luego los Hombres de Negro votarían para decir que sí, pero siempre no, o que sí hubo violaciones, pero tantitas y por culpa de mínimas ánimas anónimas). En Chihuahua, la capital de la entidad más dañada por la guerra oficial de reacomodo del negocio del narco, arrojaron un par de granadas, que no estallaron, a las oficinas de la subprocuraduría estatal de “justicia”. Todo en el contexto del profundo deterioro de esa institucionalidad caricatural, en la más completa colusión de gobernantes, funcionarios y presuntas fuerzas del orden con los grupos de criminalidades múltiples que compran, doblegan y, en caso de traición, exterminan a las instancias que deberían procurar o suministrar justicia. Lágrimas y risas en el país llamado Estamos Hundidos Mexicanos, con el profeta del desastre redituable, Carlos Slim, que retoma la estafeta del catastrofismo, estigmatizada por el gerente general de Calderolandia, Felipe el Tristemente Optimista, y suelta dosis preventivas de realismo para que pueda ser entendida la gravísima dimensión de la crisis en curso, misma que irá más allá de los catarritos previstos por el antes alegre Carstens y de las pretensiones de falsa ecuanimidad e infantil fanfarronería de su jefe Calderón. En medio de la tempestad económica, el Poder Televisor de la Federación sigue vacilándose a quienes creen tener poder electoral, los muñequitos que los partidos impusieron como condicionados consejeros del IFE. Primero fue el exceso de propaganda, en paquete y en momentos intencionalmente seleccionados para causar irritación social; ahora fue la abstinencia contrastante. Primero todos, luego nada. El juego del gato programador con el ratón dizque regulador. Y, por si fuera poco, que dice el obispo de Celaya, Lázaro Pérez, que no es para tanto el argüende armado porque policías habían detenido a monjas y las habrían desnudado en Dolores Hidalgo. Tales abusos no merecen rechazo ni enojo de los jerarcas del rito que es mayoritario en México, pues las mujeres “son unas farsantes, ladronas y sinvergüenzas”; “sí son monjas, de algún modo, pero pertenecen a la congregación de monseñor Marcel Lefebvre, obispo tradicionalista”. En la ruda pelea por el mercado religioso, el poseedor de la franquicia católica en la tierra de las cajetas desdeña a la competencia, pues “pertenecen a un grupo sectario”. Y, mientras el general secretario Galván llama a la unidad nacional, ¡hasta mañana, con Calderón tratando de abrir las puertas de los fondos de crédito y ahorro del IMSS y el Infonavit para que el desempleo consuma desde ahora el de por sí maltrecho futuro! |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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