LA BATALLA DE OAXACAAna Esther Ceceña Mientras los oaxaqueños se disponían, siguiendo las tradiciones renovadas año con año, a pasar el día en los cementerios compartiendo comidas, flores, penas y alegrías con sus muertos, el “operativo Juárez 2006” se echaba a andar en torno a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). Al igual que en Irak se aprovecha el Ramadán para lanzar operativos militares que intentan aprovechar la desprevención de la resistencia, en Oaxaca el Día de Muertos, con sus ritos y la desmovilización general por un largo feriado (del 1 al 5 de noviembre) fue el momento elegido para apoderarse de lo que los mandos militares, después de haberse aposentado en el Zócalo (la plaza central), han considerado el bastión central de actividades de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El tratamiento del conflicto, que con muchas dificultades había logrado mantenerse los meses anteriores dentro de los marcos políticos, registró desde el 28 de octubre un vertiginoso desplazamiento hacia el ámbito militar, anunciado des pués de una oscura jornada en la que grupos de fuerzas irregulares, presuntamente vinculados al gobernador Ulises Ruiz, se movilizaron para construir un escenario de violencia desordenada e incontrolada, capaz de justificar la presencia de la Policía Federal Preventiva (PFP), cuerpo policia co-militar creado para fines de seguridad interna con un estatuto, por cierto, inconstitucional. La inteligencia militar, bajo el control directo de los altos mandos del Centro de Investigación y Segu ridad Nacional (CISEN) que conforman el Estado Mayor (o Comando Conjunto), se hace cargo de Oaxaca a partir de esos incidentes (que causaron la muerte del periodista estadounidense Bradley Will, entre otros), convirtiendo una disputa política en asunto de seguridad nacional, para el cual se diseñan operativos de guerra. El operativo puesto en práctica es definido por el Ministro de Gobernación como “de ocupación”, y en él trabajan conjuntamente la PFP y la Agen cia Federal de Investigaciones (AFI), homóloga del FBI estadounidense, mientras la Armada y el Ejército se colocan en posición de poder intervenir (con tropas preparadas en la región militar y en las costas) y se mantienen vigilantes. Tomar el Zócalo fue el primer propósito de una estrategia pensada aparentemente en for ma de estrella, que una vez que toma el centro se despliega en líneas de irradiación hacia las periferias y hacia fuera de la capital, donde es evidente que están las raíces y los asientos más profundos de un movimiento emanado de los pueblos de Oaxaca. Paradójicamente el operativo no se dirigió a la desmovilización de los grupos irregulares responsables de la confusión y las muertes del día 29, sino que se orientó directamente a los lugares donde la APPO mantenía presencia pública. El primer objetivo consistió, entonces, en desmantelar las posiciones en el Zócalo y en deshabilitar los medios de comunicación con que los pueblos oaxaqueños se comunicaban entre ellos y con el mundo. Sin embargo, así como en Irak falló la operación quirúrgica planeada por el Pentágono, aquí la toma del Zócalo sólo desplazó espacialmente a lo que nunca ha sido un grupo de dirigentes, sino todo un pueblo movilizado. El primer error de previsión en este operativo es que, al ser concebido en términos militares, identifica al enemigo como un ente fijo y delimitado, cuan do su carácter es difuso, extendido, entramado e impersonal porque tiene personalidad colectiva y no individual. Los asientos de la APPO se des plazaron creando una especie de franja alrededor del Zócalo, que en algún momento hizo pensar en una imagen de cercadores cercados, pero que en realidad se disgregó en toda la ciudad recreando su territorialidad de acuerdo con las nuevas circunstancias. En un sistema de redes como el que genera una organización comunitaria de larga maduración, la distribución de roles es una derivación de las relaciones cotidianas y las dirigencias cuentan con una validación que no emana de las circuns tancias, sino de su historia en la comunidad. Los medios de comunicación también son diversos y transitan por los circuitos familiares o vecinales. No obstante, las radios comunitarias, que han probado su importancia estratégica en circuns tancias de luchas desatadas como la guerra del gas en tierras bolivianas, han sido fundamentales para la organización logística en los momentos decisivos. Por eso, el siguiente objetivo del operativo militar era el campus universitario, espacio privilegiado del debate de ideas y lugar donde, después de las ofensivas contra los otros medios de comunicación en poder de la APPO , seguía funcionando radio Universidad como radio APPO. Blanco apetitoso porque en un mismo golpe permitía atacar a la universidad pública, al pensamiento libre, al régimen de autonomía del que gozan las universidades públicas, cancelar uno de los espacios de refugio de los miembros de la APPO y, como premio a la labor desempeñada, destruir radio APPO. Pero un gobierno que deja de escuchar al pueblo y lo menosprecia, es incapaz de enten derlo y controlarlo cuando éste se ha decidido a pelear. En un nuevo intento fallido la PFP , con apoyo de la AFI y la policía local, se volcó sobre la universidad justamente el Día de Muertos. En una larga, angustiante y combativa jornada, en la que las autoridades universitarias encabezadas por su rector salieron en defensa de la sensatez, la democracia y la autonomía universitaria, la UABJO logró repeler el ataque que terminó en la retirada de las fuerzas de seguridad del estado. Rociados sin descanso con gases lacrimóge nos y gases pimienta, amagados con tanquetas y balas perdidas, los oaxaqueños dentro y fuera de la universidad dieron una pelea que no había sido prevista por los altos estrategas del Estado Mayor. El trabajo de coordinación realizado por radio APPO (radio Universidad) mantuvo permanentemente informado al mundo del avance de los acontecimientos. Además, permitió orientar a los combatientes del pueblo, así como articular el apoyo nacional e internacional que colocó a Oaxaca al nivel de alerta mundial. Vecinos sin nombre aportaban vinagre para disminuir los efectos de los gases, arrojaban gasolina o excrementos a las tanquetas, proporcionaban linternas o alimentos, informaban de los movimientos de la PFP y el resto de los participantes en el operativo, colocaban las barricadas levantadas por los trascabos... Fue el pueblo de Oaxaca, anónimo y humilde pero investido todo como APPO, quien derrotó a las fuerzas represivas de élite y defendió su universidad y su dignidad. Y mientras todos corrían con las tradicionales bombas molotov o unos cohetones de fabricación artesanal, radio APPO, instalada en el corazón de la UABJO , no paraba de transmitir. Difícil momento para la transición de poderes en México: la lucha del pueblo oaxaqueño se va filtrando hacia el resto del país, porque en ningún lugar faltan causas; la experiencia comunitaria se reproduce, con estilos propios, en cada región; el presidente saliente ha dejado de gobernar; el presidente que llega carece de legitimidad por ser producto de un fraude no desmentido. Por otro lado, las reformas estructurales faltantes, entre las que destaca la desregulación que permita la integración energética de América del Norte, sólo pasarán en el Congreso con el acuerdo de una mayoría que el Partido Acción Nacional (PAN) no tiene y no logra construir. Las presiones de los Estados Unidos y los organismos internacionales sobre un presidente emanado del proceso electoral más cuestionado desde que se expulsó del país a Porfirio Díaz en 1910, provo can aparentemente un nerviosismo en las altas esferas de la política en el país que se expresa en chantajes, oscuras componendas y torpezas. La militarización de la frontera norte cierra muchas válvulas de escape y el 1° de diciembre, fecha del traspaso de poderes, se acerca como espada de Damocles mientras el presidente Vicente Fox prefiere abandonar el país a su suerte y se va de gira. Y ante tal desgobierno, Ulises Ruiz, gober nador ampliamente repudiado, lanza su mayor ofensiva contra la APPO y el pueblo de Oaxaca para quedarse en el poder. Difícil pero urgente momento para parir otra historia. Esa que las comunidades de Chiapas nombraron y hoy protagonizan los pueblos de Oaxaca contaminándolo todo de dignidad y esperanza |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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