Eufrosina Cruz, una mujer emblemáticaEn los usos y costumbres, dijo Eufrosina Cruz Mendoza en Cuernavaca (21/11/08), no existe la palabra justicia. Y resumió su aserto añadiendo: las niñas no juegan con muñecas, sino que hacen tortillas para el alimento de la familia; esto es, no juegan, trabajan. Y es que desde muy niña, en buena parte de las comunidades indígenas y campesinas, la mujer tiene asignado un papel en la familia y en la sociedad: la cocina y la procreación. Siempre en un segundo plano y sometidas. Eufrosina es una indígena zapoteca de 28 años. Desde muy niña, a los 11, resolvió que ella no sería como su hermana un año mayor que ella y quien ya había sido comprometida por su padre para casarse. Eufrosina tomó la decisión de irse de su pueblo Santa María Quiegolani, en la sierra de Oaxaca, para aprender español y realizar estudios. Se graduó como contadora pública y luego regresó a su comunidad con la intención de promover la participación de las mujeres, de modificar las costumbres ancestrales de los hombres en relación con aquéllas y, ¿por qué no?, de aspirar a la presidencia municipal. Contendió por ésta en 2007 y, para sorpresa de todos, ganó. Pero en noviembre de ese año las autoridades simplemente desconocieron su triunfo, no la dejaron participar en la asamblea y destruyeron los boletas electorales ya cruzadas. ¿Una mujer en la presidencia municipal? Imposible. Su triunfo fue anulado por los hombres, aunque parezca increíble, “por ser mujer y profesionista”. Y el cacique del pueblo declaró que “las mujeres fueron creadas para atender a los hombres, para cocinar y cuidar a los hijos, pero no para gobernar”. El argumento fue que cambiar las cosas va en contra de la historia y de la cultura, es decir, de los usos y costumbres no sólo de Quiegolani, sino de cientos de municipios en Oaxaca y en otros estados con amplia población indígena. En nombre de los usos y costumbres se han cometido atropellos a muchas personas, especialmente a las mujeres y violaciones a la Constitución que nos rige a todos los mexicanos independientemente de raza, religión o sexo. La contadora Eufrosina Cruz, como ella misma dijera, es la única mujer en su pueblo que puede mirar de frente a los hombres, sin miedo ni sumisión. Esto es significativo, pues sólo por esto debe ocupar un lugar especial en la historia de ese y de otros pueblos en México. Es la única mujer que ha desafiado el machismo, el sexismo y las costumbres reaccionarias y brutalmente autoritarias y caciquiles de muchos de los pueblos de México, y que, por desgracia, existen incluso en hogares urbanos donde los miembros de la familia podrían presumir títulos profesionales y una supuesta integración a la sociedad no indígena ni comunitaria. Quienes le coartaron sus derechos políticos pasaron por alto que la mujer tiene el derecho a voto en elecciones municipales desde 1947 y en las federales desde 1953. Pasaron por alto los primeros artículos de nuestra Constitución, comenzando con el 4°, que establece que los hombres y las mujeres son iguales ante la ley. El tema de los usos y costumbres, aunque está contemplado en la Constitución, sobre todo referido a las comunidades indígenas, ha sido pretexto para anular los derechos que otorga la Carta Magna y para que puedan imponerse cacicazgos, el dominio del hombre sobre la mujer y la violación a los derechos humanos. Una cosa, pienso, es respetar ciertos usos y costumbres y otra defenderlos como si fueran algo fijo, inmutable y lleno de sabiduría. A nombre de ellos hemos visto comunidades religiosas en Chiapas que les niegan agua, escuela y salud a quienes no comparten el mismo credo. Es común la exclusión, incluso la expulsión de evangélicos por católicos cuando lo que está en el fondo es el dominio de grupos caciquiles ligados a las fiestas católicas por las ganancias que éstas les reportan por la venta de bebidas alcohólicas, veladoras, cohetes, vestidos, etcétera, además del tequio o faena que se impone en muchos pueblos para hacer trabajos gratuitos en beneficio de la comunidad, trabajos que muy frecuentemente deciden los que se sienten dueños de esos pueblos y para su beneficio. Con excepciones notables, los usos y costumbres, así como las asambleas comunitarias no son democráticos, y las costumbres son, por definición, conservadoras cuando no reaccionarias. Eufrosina aclaró en su brillante conferencia de la semana pasada que ella no lucha contra los usos y costumbres, aunque no los comparte todos, sino contra quienes se basan en ellos para restringir los derechos, para el caso, de las mujeres. En este sentido yo sí estaría en contra de los usos y costumbres, pues, en su mayoría, fueron hechos, defendidos e impuestos por los hombres, por siglos dominantes, en contra de las mujeres también por siglos discriminadas y excluidas de los derechos de los seres humanos, dictados, evidentemente, por los hombres. Los usos y costumbres, para mi gusto, pueden ser muy perjudiciales y, muchos de ellos, poco democráticos y contrarios a la sana tendencia al igualitarismo por el que debemos luchar quienes nos asumimos de izquierda. Sobra decir que muchos usos y costumbres en las comunidades agrarias y particularmente en las indígenas fueron impuestos por la Iglesia católica al obligar a los primeros mexicanos a asumir, aunque con cierta hibridación, la religión como propia. Y en esta religión, no debe olvidarse, los hombres dominan sobre las mujeres (éstas, por ejemplo, no pueden oficiar la misa, sólo los hombres). ¿De qué depende que las cosas cambien y que la mujer sea respetada como ser humano igual a los demás? No lo sé, pero intuyo que mucho dependerá de las luchas que den las propias mujeres por ocupar un lugar emancipado en la sociedad. Por esto, por lo menos, la contadora Eufrosina Cruz y su lucha merecen mi respeto y mi consideración más distinguida. |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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