EZLN: primer cuarto de sigloJaime Martínez Veloz Mientras en 1983 el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, lanzaba con gran despliegue teatral su iniciativa de defensa estratégica, denominada Guerra de las Galaxias, la cual suponía una revolución en la estrategia sobre disuasión nuclear, en la comunidad de Ibarra, municipio de Ocosingo, en las profundidades de la selva chiapaneca se daban cita los comandantes, subcomandantes, milicianos y milicianas para formalizar la integración del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: más de 5 mil milicianos, milicianas y mandos superiores marcharon en una demostración de organización, disciplina y destreza militar lograda durante varios años trabajo y esfuerzo colectivo. Mientras el mundo se impactaba con la invasión del ejército estadunidense a la pequeña isla de Granada, en un lugar apartado de Chiapas un núcleo cada vez mayor se organizaba en el rigor del trabajo clandestino. Cuando Chiapas en términos políticos sólo era concebido como un granero de votos para el PRI, discretamente avanzaba en ese mismo territorio la creación de la organización política no electoral más consistente del México contemporáneo. La aparición pública del EZLN el primero de enero de 1994 fue resultado de muchos años de esfuerzo y aprendizaje colectivo, y tenía y tiene muchos otros de nuevos aprendizajes y nuevas enseñanzas. Nadie pudo criticar o descalificar las causas ni las banderas zapatistas. Cuando menos nadie, ni mucho menos el gobierno, tenía la autoridad moral para hacerlo. Después de la etapa de confrontación militar, la movilización nacional demandó el silencio de las armas y respuestas para las justas demandas zapatistas. El EZLN, aunque bien preparado en lo militar, aceptó el reto de enfrentar en el terreno de la política la solución de sus causas, pero los políticos le fallaron. La creación de un espacio para la construcción de acuerdos y el esfuerzo realizado por el EZLN, organizaciones de la sociedad civil, la Conai y la primera Cocopa fueron tirados al bote de la basura, primero por el gobierno de Ernesto Zedillo, y después por el de Vicente Fox, ante la displicencia y complacencia de las dirigencias partidarias. En paralelo con los diálogos, el gobierno financiaba organizaciones paramilitares para confrontar al zapatismo con desenlaces como el del artero crimen de Acteal o, en el colmo de la política pendenciera, se fomentaron y promovieron supuestas deserciones zapatistas, que eran publicitadas mediante parodias de “entrega de armas” a cambio de apoyos oficiales como logros de los gobiernos locales. En estos años, el zapatismo ha sorteado todo tipo de provocaciones y descalificaciones mediante acciones y trabajo creativo surgido de las propias comunidades zapatistas. Después de la negación de las instituciones del Estado Mexicano para cumplir con los acuerdos de San Andrés, el EZLN creó las juntas de buen gobierno, que han mantenido la cohesión de las comunidades zapatistas, bajo una actitud de resistencia, donde sólo a partir de sus modestos recursos y los de organizaciones solidarias han salido adelante en los proyectos educativos, de salud, de trabajo y de todo tipo que se han propuesto hacer. Es necesario puntualizar que el detonador de la modificación de la geografía política o la transformación de la infraestructura estatal ha sido en gran medida por la presencia zapatista. Hacerlo resultaría mezquino y aunque el EZLN jamás ha solicitado reconocimiento alguno, lo cierto es que sin el zapatismo Chiapas sería distinto, con problemas mayores de los que actualmente existen. Sin embargo, en muchos casos y lugares se minimizan los esfuerzos del zapatismo en un inútil intento de desvanecer la presencia de una organización que ha trascendido desde su aparición a cuatro presidentes de la República y siete gobernadores. La organización comunitaria y la fortaleza de su estructura militar no sólo están intactas, sino que se ha renovado con la incorporación de las nuevas generaciones de jóvenes, muchos de los cuales todavía no nacían cuando el zapatismo estaba en sus primeras etapas. Es cierto que las condiciones nacionales han cambiado y quizá hoy no se puedan concretar los anhelos zapatistas, pero han aprendido a acompasar sus tiempos para saber cuándo hay que callar y cuándo actuar. Hay que saber escuchar sus silencios y no malinterpretarlos. Sus tiempos no son los de la política oficial, mucho menos tienen interés en las disputas palaciegas, pero tampoco son omisos ni olvidadizos. Tienen memoria, tienen recuerdos, pero nunca pierden de vista el horizonte ni su propósito original. Mientras esto pasa, al igual que en el 83, cuando nadie pensaba en los indígenas mexicanos, hoy 25 años después las instituciones de la República deberían aprender de esa terca maestra que se llama “realidad social” y reconocer que las causas que dieron origen al levantamiento zapatista siguen vigentes y que más tarde o más temprano, aparecerán de nueva cuenta en un escenario nacional, cada vez más complejo y contradictorio. Enhorabuena por los zapatistas y su primer cuarto de siglo. |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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