OAXACA, UN PUEBLO CADA VEZ MAS POBRE Y MAS VIOLENTO

"Oaxaca, un pueblo cada vez más pobre y más violento" Wednesday, 26 de March de 2008 Desde la Ciudad de los Niños y Niñas de Oaxaca, el presbítero José Miguel Pérez García, fundador y patrono de esa benemérita institución, observa un Oaxaca cada vez más pobre y lamenta profundamente que la falta de una justicia más humana y sabia, predispone a muchos ciudadanos a hacerse justicia por propia mano. REYNALDO BRACAMONTES En tono sumamente preocupado, el religioso nota a Oaxaca un pueblo divido: En un lado la elite de los ricos, que son los menos y por el otro, los pobres, que constituyen la mayoría y señala que cada vez es mayor la insensibilidad de los primeros con el sufrimiento de los últimos. Consecuencia de ese escenario, es el aumento de niños y niñas abandonadas, precisa el sacerdote. Señaló que la sociedad sigue en deuda con los niños. Prácticamente estamos hipotecados con ellos, asienta el religioso, quien vio la luz primera el 18 de septiembre de 1930. Admite que la Ciudad de Los Niños-con una población de 132 infantes-sobrevive de las aportaciones altruistas de varios oaxaqueños. "No nos quejamos, pero ese apoyo debería ser mayor", dice con un dejo de melancolía. Es necesario que el grueso de la sociedad fije la mirada en Dios, se toque el corazón y ayude a los niños en situación de desventaja social. De lento caminar, pero de mente lúcida, el sacerdote Pérez García, pilar de esta noble institución fundada hace 50 años, explica que del total de pequeños bajo su protección, 90 son niños y 42 son mujeres. Se duele que la Ciudad de los Niños no tenga la capacidad para abrigar a todos los pequeños que deambulan y duermen en la vía pública, y exhorta al DIF estatal a realizar un trabajo realmente profundo en apoyo de esa población infantil desamparada. Emite un reconocimiento a los médicos oaxaqueños que desinteresadamente participan velando por la salud de los 132 huéspedes de la Ciudad de los Niños. Los niños gozan de buena salud, excepto dos pequeños. Uno padece ataques epilépticos y otro supera trabajosamente las secuelas por consumo de drogas. Sus padres lo drogaron desde sus primeros meses de edad. El religioso explica que este pequeño fue engendrado bajo el puente Valerio Trujado, es decir, en el lecho del Río Atoyac. Es hijo de padres drogadictos. Una tía lo rescató y lo entregó a la Ciudad de los Niños.