Marcos Roitman Rosenmann Los cambios de fin de siglo dejan un mundo donde los proyectos políticos fueron trastocados por la caída del muro de Berlín. Bajo este símbolo cae una visión de la izquierda en la cual los valores dependían en gran medida de imágenes cuyos referentes eran la Unión Soviética y los Estados Unidos. La lente con la cual se observaba la realidad, desde el llamado mundo libre, descalificaba el comunismo adjetivado como realmente existente. Su punto de mira era la Unión Soviética. Y cuando no, se acudía a Camboya u otro país capaz de poner en entredicho la relación teoría y práctica. La lógica era sencilla. Buenos principios, mala práctica. Una utopía. Muerte, Gulag y degradación. Se trataba de mostrar los males de un sistema donde la irracionalidad, la falta de libertades y la persecución política, eran sinónimo de socialismo. Pocos entrevieron lo contrario, un abandono de los principios y fundamentos prácticos y teóricos. La ceguera afectó a la izquierda en la construcción de alternativas. Primero en Europa, bajo presión, cuestionó sus estrategias, su definición de partido, de revolución, de democracia, de socialismo, comunismo, en definitiva su identidad. El anticapitalismo, la idea de una revolución social, una concepción clasista del Estado, y de la lucha de clases, eran sustituidas por un lenguaje contemporizador. Cansados querían participar del capitalismo de Estado. La socialdemocracia consolidada en casi toda Europa occidental veía avanzar al eurocomunismo en Francia, Italia y España. Mientras tanto, en abril de 1974, una opción revolucionaria derrocaba la dictadura de Salazar en Portugal. Su duración efímera fue el símbolo de una izquierda incapaz de sostenerse en un mundo en reversa hacia la derecha. Ya nada sería igual. Así, la transición en España marca el nacimiento de una nueva izquierda en Europa donde los principios se manifiestan bajo la doctrina del liberalismo y una fuerte crítica hacia el Estado del Bienestar. Se anuncian otras maneras de actuar y del pensar. La confluencia de una izquierda acomodaticia cuyo objetivo es mostrarse eficiente y garantizar una buena gestión y administración del Estado emerge con un discurso de orden y estabilidad en tiempos de crisis. Los pactos de la Moncloa son parte de esta visión mítica de la nueva izquierda capaz de controlar los conflictos, las huelgas y limitar las luchas sociales dentro de la compatibilidad funcional. Así, Comunidades, ciudades, ayuntamientos y pueblos serán gobernados de igual manera a diestra y siniestra sin grandes diferencias. Lo importante será la gestión. Lo importante no es el color del gato sino que cazar ratones. No hay principios. Incluso se modifica la concepción del mundo antiimperialista qu la acompaña. Se desarrolla en la izquierda europea el colonialismo del saber y del poder al promover sus valores occidentales frente a gobernantes latinoamericanos descalificándolos bajo el Asan benito@ de populistas por aplicar políticas sociales en tiempos de economía de mercado. Aquí comienzan las diferencias entre la izquierda de América latina y Europa. Tras la caída del muro de Berlín se harán mas evidentes. En América latina la izquierda política y social sufre rupturas con tintes dramáticos. Si en los años sesenta la nueva izquierda fue producto de la crítica al reformismo dando origen a los frentes de liberación nacional, en los años ochenta sus componentes ideológicos muestran una involución. Las tiranías imponen la muerte. El exilio marca la historia de una izquierda mermada en sus cuadros y en sus ideas. Aún así, las alternativas no fueron destruidas, mas bien se colapsan bajo la acción de las fuerzas armadas. Los proyectos de cambio, de lucha antiimperialista, democrática, popular y anticapitalista sigirán vigentes. Durante años y a pesar de la implantación de los programas neoliberales, los programas de Arbenz, Goulart, Salvador Allende o del primer sandinismo, son reivindicados como parte de una lucha por la liberación y la soberanía política. Ello, porque ninguno de los problemas básicos de la región: salud, vivienda, educación, pobreza, han sido superados, se han agudizado. Sin embargo, la ruptura en la izquierda tiene un punto de no retorno. Tras la caída de las dictaduras, el debate se centró en el valor neutral de la democracia enfrentando a toda la izquierda y produciendo una diáspora entre quienes sostuvieron que en América latina la izquierda no había sido democrática. Así, algunos se mostraron inflexibles, y postularon que había llegado el momento de la autocrítica. La izquierda era un lobo con piel de cordero. No aceptaba las reglas del juego democráticas. Se ufanaba de ellas y las utilizaba para imponer la dictadura del proletariado. Había que recular: la democracia tenía un valor en si misma. Era un procedimiento neutral para la elección de élites articulada a un Estado de derecho. Valor que la izquierda latinoamericana nunca le habia concedido. Emergía el modo de producción democrático. Con el regreso a los regímenes electorales, ello suponía argumentar que la izquierda, en el pasado, no había respetado ni creido en las eleccionesni en las instituciones. De esta manera caía sobre sus espaldas la responsabilidad de los golpes de Estado. Instaurar dictaduras del proletariado y romper el sentido de la democracia representativa convertía a la izquierda en parte de un pasado que era mejor olvidar. O se disolvía o se transformaba. Ya había caído el Muro de Berlín. El fracaso era total. Rectificar era de sabios. Ya no era tiempo del antiimperialismo, ni del proyecto de liberación nacional ni del anticapitalismo. La democracia no podía ser instrumental. Era un factor de identidad colectiva. La Utopía desarmada al decir de Jorge Castañeda. Una izquierda conformista asumirá la propuesta. Algunos intelectuales de esta izquierda buscarán cubrirse las espaldas arguyendo nociones de gobernabilidad y eficiencia para participar del poder y la administración estatal. Conceptos que dieron paso a una visión pragmática del sistema político. La caída del Frente Sandinista y la negociación del FMLN-FDR en El Salvador y La URNG en Guatemala, y las transiciones en el Cono Sur dejan la huella de esta izquierda perdida por la visión de no haber sido demócratas convencidos. Esté haraquiri en la izquierda latinoamericana ha sido roto por quienes han levantado un proyecto alternativo gobernando en ciudades o enfrentandose a esta izquierda y a la derecha bajo postulados de la recuperación ética, enarbolando las banderas contra el neoliberalismo y por ende anticapitalistas a la par que manteniendo una visión donde no se trata de gestionar mejor los recursos, sino de construir una sociedad cuyo horizonte histórico es la justicia social, la democracia, la liberación y el socialismo. Solo esta actuación admite el calificativo de ser de izquierda en el siglo XXI.
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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