jueves, 2 de octubre de 2008

MEMORIA DE LA HERIDA ABIERTA

A cuatro décadas de la masacre de Tlatelolco, el cine mantiene la memoria de la herida

Alonso Fragua

“La memoria visual histórica de un país está en su cinematografía”, escribió Olga Rodríguez Cruz en su libro El 68 en el cine mexicano (2000)*, compendio de entrevistas a realizadores nacionales que, ya sea de manera directa o tangencial, en formato documental o de ficción, han tratado el movimiento estudiantil de 1968 y los acontecimientos del 2 de octubre en Tlatelolco. A lo largo de sus páginas, Rodríguez Cruz hace un recorrido por 30 años de producciones audiovisuales que no olvidan y que reviven una herida que se niega a cerrarse.

Hoy, a cuatro décadas de la masacre, esa herida sigue igual, abierta, a decir de José Luis Reza, cineasta egresado del Centro universitario de estudios cinematográficos (CUEC) de la UNAM, generación 1989. Reza, como Rodríguez Cruz, considera que el cine, así como los medios de comunicación, es parte de la memoria histórica de México. Sin embargo, “una película puede influir en la sociedad, pero no es fundamental en la toma de decisiones de la conciencia colectiva. Los acontecimientos ahí están, los afectados están muy dolidos aún y hasta que no haya una justicia real y se lleve a juicio a los responsables no se va a lograr estabilidad social”.

Reza y sus contemporáneos del CUEC son de la generación pos 68. Algunos sólo tienen recuerdos fugaces de la matanza de Tlatelolco. Otros más se acercaron a esta página de la historia a través de sus cursos de cine con documentales como El grito (1968), de Leobaldo López Arretche.

“Cuando sucedió la masacre yo tenía 10 años y estaba encerrado dentro del edificio 2 de abril, que da a la plaza de las Tres culturas en Tlatelolco”, recuerda Reza. “Yo tenía ese referente en la mente y ya como estudiante, a los 19 o 20 años, cuando vi El grito, fue que, como dicen, me cayó el veinte. Cuando veo la película de Leobardo, empiezo a pegar las piezas de los acontecimientos. A mí lo que me impactó fue el contenido y a pesar de ser estudiante de cine no me fijé en la fotografía o la estructura del guión, que era el tema de esa clase”.

La cinta de López Arretche es quizá el documento audiovisual más importante sobre el movimiento estudiantil al ser el mayor registro de imágenes originales sobre las distintas marchas y reuniones ocurridas de agosto a octubre de 1968, captadas por cerca de 20 estudiantes del CUEC que conformaban su primera generación. Es asimismo el primer proyecto de la escuela de cine que decidió convertirse “en el centro de reunión testimonial para cubrir las necesidades de información del pequeño grupo estudiantil, con el propósito de obtener datos fidedignos por parte de los actores: los mismos estudiantes”, según relata la realizadora Marcela Fernández Violante en el libro de Rodríguez Cruz.

De acuerdo a Rodríguez Cruz, El grito es “el retrato más fiel que se haya tomado hasta nuestros días” y es así que el primer capítulo de El 68 en el cine mexicano está dedicado a esta cinta a través de los testimonios de Fernández Violante, Alfredo Joskowicz, Ramón Aupart, Ramón Placencia y Jorge de la Rosa, éste último uno de los fotógrafos del documental.

“Una de las manifestaciones que más recuerdo es la de las antorchas”, cuenta De la Rosa. “Llegué al zócalo (...) y la primera barrera que encontramos fue plantearnos: ¿desde qué lugar íbamos a hacer la escena? No hallábamos sitio al que pudiéramos acceder, lo único que mirábamos era el Palacio Nacional, la Catedral y el departamento del DF (...) Ante esa sensación de impotencia me di vuelta y observé un edificio en la calle de Moneda. Penetramos y en la azotea mi primera sorpresa fue avistar a familias que rentaban pequeñas casas de madera. Era un México que no conocía, pero ésa fue la menor impresión”.

Además del documental, la ficción nacional también ha sido nutrida por esta tragedia. En opinión de Reza, la mejor película de ficción que se ha filmado sobre la noche del 2 de octubre es Rojo amanecer (1989), de Jorge Fons, cinta que con recursos limitados, proporcionados por los actores Héctor Bonilla y Valentín Trujillo, construye la atmósfera y la tensión adecuadas a todos los acontecimientos.

Con un guión de Xavier Robles, Rojo amanecer nunca muestra los acontecimientos de la plaza de las Tres culturas sino que los aborda desde la perspectiva de una familia que vive en un departamento aledaño al lugar. A pesar de no recrear la matanza, Fons era conciente de las dificultades que enfrentaría para que la historia fuera aprobada por Gobernación.

“Los productores mentaban que el guión no iba a pasar la aduana de Supervisión; teníamos un amigo que trabajaba precisamente en esa dependencia y decidimos que lo leyera en privado y nos diera su opinión”, comentó el director a Rodríguez Cruz. “Con posterioridad nos citó y nos dijo: ‘Ustedes son mis amigos: no intenten hacerla, van a acabar perdiendo su tiempo y desilusionándose’ (...) Al salir le pregunté a Héctor Bonilla: ‘¿qué hacemos? (...) Héctor finalmente dijo: ‘Vamos a producirla por la libre, en secreto, a lo pobre, con el poco dinero que tengamos, sin el permiso de ninguna especie, a ver dónde nos paran y si no nos detienen terminamos y a ver qué pasa’“

“Por las noches nos acompañábamos (...) nos daba miedo que en cualquier momento pudieran interrumpir el rodaje o secuestrar a alguno de los que intervenimos y que ahí se acabara nuestro trabajo. Vivimos tres semanas con esa emoción extra”.

Casi 20 años después de la cinta de Fons, aún no existe una película que haya recreado la movilización estudiantil en su totalidad. Desde hace algunos años se habla de la producción de México ‘68, cinta que dirigiría Alfonso Cuarón con un guión de Vicente Leñero, pero hasta este momento el proyecto sigue en espera.

Y mientras tanto, las generaciones actuales reviven un evento lejano, ya sea a través de documentales o películas de ficción. Lo importante es no olvidar, para evitar que hechos como los del 2 de octubre de 1968 se repitan.

*El 68 en el cine mexicano es una co–edición de la Universidad Iberoamericana, Puebla, la Universidad Autónoma de Puebla, la delegación Coyoacán del gobierno del DF y el Instituto Tlaxcalteca de cultura.



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