jueves, 20 de noviembre de 2008

EN MEXICO EL PAN FACISTA EN PROCESO DE DEGRADACION



El PAN, en proceso de degradación


Irma Ortiz

La lucha es sorda y soterrada en Acción Nacional. Con la muerte de Juan Camilo Mouriño se empiezan a descartar ases en un juego que está resultando muy peligroso. No sólo prevalecen las envidias y mezquindades que los ha hecho perder importantes posiciones electorales, como lo señalara el presidente Felipe Calderón, también hay enfrentamientos con grupos como el Yunque que han tenido un gran costo. El PAN sufre un proceso de degradación acelerada, provocada por una guerra sin consideraciones legales o éticas donde está en juego nada menos que ser el favorito del jefe del Ejecutivo para las elecciones del 2012.

Siempre! entrevistó al periodista Alvaro Delgado, autor de tres libros donde pone nombres y apellidos, con datos duros, de los personajes que han marcado el rumbo de Acción Nacional.

Lista negra

¿Qué sucede en el PAN, luego del regaño del presidente Calderón y que en opinión de algunos está dirigido al Yunque?

Hay en el PAN una disputa abierta, pero también sorda y soterrada entre las facciones de este partido que se disputan el poder. Una de ellas es el Yunque que opera de manera oculta, aunque muchos de sus integrantes han sido ya identificados en tres de mis libros, particularmente en el primero El Yunque, la ultraderecha en el poder.

Está la facción que encabeza Felipe Calderón y a la que pertenecía Juan Camilo Mouriño y hay otros grupos de menor relevancia, pero que están en la dinámica de disputa de posiciones al interior del PAN, gobierno federal, gobiernos estatales y todas las instancias de poder público y partidista.

Señalar que el Yunque le hizo la guerra a Juan Camilo es una afirmación correcta pero también que Mouriño, utilizando de manera ilegal e inmoral el poder público, le hizo la guerra a estos miembros del Yunque, es preciso no irse con la finta; esta organización terminó pactando con Felipe Calderón en un arreglo benéfico para ambos. Un último elemento, Juan Camilo, antes de la toma de posesión de Calderón, integró listas negras sobre militantes del Yunque con cargos en el gobierno federal.

El propósito era identificar a quienes, al asumir Calderón el poder, fueran despedidos. Tuve conocimiento de la estrategia por Ricardo Sheffield Padilla, actualmente subsecretario de la Reforma Agraria, me buscó para que le auxiliase en la integración de las listas y mi respuesta fue negativa por una sencilla razón: mi carácter de periodista. Le dije que si lo que pretendía era identificar a los miembros del Yunque en el gobierno de Vicente Fox, podría recurrir a los miembros del Yunque que están con Calderón y con él mismo, ¡pregúntale a César Nava!, quien es sin duda miembro de esta organización.

Después de la toma de posesión le pedí información a Sheffield, porque para mí era un asunto de interés público y me respondió que había identificado a muchos miembros de la organización en secretarías de Estado, pero me hizo la siguiente aclaración —es relevante porque acredita la estrategia del gobierno de Calderón y de Mouriño sobre las listas negras—: “La guerra no es contra el Yunque, sino contra Espino y su grupo inmediato; el Yunque pragmático con los dogmáticos, se puede trabajar”. En realidad Calderón y Mouriño nunca quisieron confrontarse con la organización secreta, sino eliminar sólo al grupo encabezado por Espino como ocurrió.

¿A esto obedeció la campaña de Manuel Espino y su libro Señal de alerta, donde ataca al primer círculo del Presidente?

Por supuesto. Desde las oficinas de la Presidencia de la República se echa andar una estrategia diseñada por Mouriño para integrar el Consejo Nacional del PAN —quien elige al dirigente de ese partido—, estrategia que en su momento fue denunciada por el propio Espino y que lleva a la Asamblea Nacional de León, Guanajuato, el 2 de julio del 2007, a que se produzca un repudio y rechiflas a Espino. Hecho que, por cierto, fue instigado por operadores de Mouriño con el entonces senador mexiquense, Ulises Ramírez, quien se convirtió hace unos meses en coordinador de asesores en Gobernación.

Esto agudiza el pleito entre Calderón y Espino a tal punto que en su libro Señal de Alerta, Espino califica de capos del calderonismo a Mouriño y a Germán Martínez Cázares entre otros. Ahora, Calderón —en su mensaje del domingo 9 de noviembre, que por cierto fue una homilía hacia el secretario de Gobernación—, se refiere a que la mezquindad y a las envidias que han conducido a la derrota. De la misma manera puede interpretarse que fue un regaño a Germán Martínez Cázares, quien si bien forma parte de la facción calderonista también es cierto que tenía serias diferencias con Juan Camilo; ya que en medio estaba ser el favorito de Calderón para las elecciones presidenciales. Esto es real, las diferencias entre el presidente del PAN y el secretario de Gobernación prevalecían a tal punto que políticamente Germán tenía mejores relaciones con Espino que con Mouriño, por más que al propio Germán Martínez le haya brotado el sentimentalismo en el mensaje que leyó ese domingo.

Ya había comentado en una entrevista que me hicieron en Siempre! que se estaban enfrentando los capos de una facción a los capos de otra. Se enojó la gente de Manuel Espino diciendo que si era Espino un capo y lo es en la medida en que él denomina de la misma manera a sus adversarios. Se vive una lucha de facciones, que se está dando en la cúpula, pero que también se efectúa a nivel estados y municipios en todo el territorio nacional. ¿Qué lo explica?, nada menos que la búsqueda del poder al margen de códigos de ética o de los principios que se supone deben guiar el comportamiento de los militantes de un partido político que ofreció ser distinto al PRI, por ejemplo.

El PAN sufre un proceso de degradación y corrupción muy acelerado que da lugar no sólo a esta guerra entre grupos al margen de cualquier consideración legal o ética, pero que también ha conducido a cuadros prominentes a actos de corrupción o aún de homicidio. Hoy se puede decir también que en el PAN se matan entre ellos. Hay tres casos, no sólo la regidora María del Carmen Tamez, asesinada por el ex alcalde de Atizapán, sino el diputado local por Guerrero, José Bajos Valverde, y el de un funcionario del Ayuntamiento de Tonalá, Jalisco, cuyo autor intelectual es el alcalde que hace poco fue apresado. La disputa por el poder en el PAN ha llegado a extremos no únicamente de pleito de arrabal, sino de asesinato.

Lógica facciosa

¿No se puede descartar esa posibilidad en el accidente sufrido por Juan Camilo Mouriño?

No me atrevo a insinuar ni siquiera una posibilidad como esa. Un acontecimiento de esa magnitud exige responsabilidad y si quienes están obligados a ello no la tienen, sí la debemos tener quienes nos dedicamos a la información. Lo que yo digo está sustentado en hechos y no son juicios a la ligera. En el caso de la tragedia, del avionazo, es la autoridad la que está obligada a informar la verdad si se trató de un accidente o si fue producto de un sabotaje. Las dos cosas son delicadas, aunque la segunda resulta mucho más inquietante, porque si no hay seguridad para un servidor público de tal nivel, menos la habrá para quienes somos ciudadanos, desprovistos de cualquier protección.

¿Estas discordias obligaron al Presidente a buscar a un secretario de Gobernación ajeno a su primer círculo como Gómez Mont?

No se ha roto la lógica facciosa de amistad que caracteriza a Calderón en la integración de su equipo, porque Gómez Mont no es únicamente un panista prominente, cuyo padre fue fundador del PAN, sino también es amigo de Calderón desde que eran compañeros de aula y de generación de la Escuela Libre de Derecho. Es cierto que Gómez Mont es más amigo de Diego Fernández de Cevallos, quizá de Carlos Salinas.

Ciertamente es alguien que nadie esperaba que tiene una capacidad de liberación, muy importante sobre todo para las condiciones políticas del país, aunque está por verse si tiene eficacia ejecutiva. Tampoco se sabe que tenga pretensiones presidenciales, pero no hay que olvidar que no se ha cumplido ni la tercera parte de esta administración y no hay que descartar que pueda, en función de los resultados, colocarse en una posición de eventual disputa por la candidatura presidencial.

¿Cómo queda el grupo que encabezaba Juan Camilo Mouriño?

En la orfandad. ¿Cuál era la fortaleza de Mouriño para formar un subgrupo en el felipismo?, su capacidad para ofrecer chamba en el gobierno federal, colocó en numerosas secretarías y dependencias a quienes quería. Todos le dispensaban lealtad y hay muchos ejemplos. En el caso de Campeche, estado que su familia adoptó parta levantar su imperio económico y político, todos los delegados federales eran amigos de Juan Camilo; y en la República los delegados de todas las dependencias, salvo excepciones —estados donde tuvo que pactar con gobernadores priístas—, eran amigos de Mouriño. A nivel subsecretarios o directores también eran personajes colocados por el extinto secretario de Gobernación. Toda esta estructura que controlaba le daban una fortaleza política que a su muerte está desorientada y en riesgo de disolverse porque nada garantiza que Gómez Mont los acoja de la misma manera; es más ni siquiera Calderón, tampoco Germán Martínez, quien tiene su propio grupo.

Mouriño colocó en el CEN a personajes que le reportaban más a él que a Germán Martínez. Doy tres ejemplos: Jorge Manzanera Quintana, secretario general adjunto; Alejandro Villalobos, secretario de elecciones, y Javier Rodarte, secretario de fortalecimiento interno. Su superior jerárquico es Martínez Cázares, pero tenían más vinculación con Mouriño.

Disputa por el poder

¿Esto repercutió en Martínez Cázares ese desdibujamiento?

Germán Martínez —un día antes de la tragedia en la que muere Mouriño y otras 13 personas, el lunes 3 de noviembre— aparece en una conferencia de prensa junto con Gómez Mont para manifestar su repudio al fallo del Tribunal Electoral sobre los spots del Consejo Coordinador Empresarial. Ese día Germán no quiso referirse a las versiones en el sentido de que Mouriño dejaría su puesto, algo que se entiende para no generar controversia. Lo que no se entiende es que guardara silencio ante la pregunta de que si el trabajo de Mouriño resultaba eficaz para Calderón. Ese silencio, desde mi punto de vista, sólo ratifica la distancia y la rivalidad que había entre ambos. De hecho, allegados a Martínez esparcían la versión de que Mouriño dejaría el cargo para ser diputado federal, lo cual no implicaba en automático la coordinación parlamentaria o la candidatura al gobierno de Campeche. En ese sentido, Calderón bien pudo haberse referido a Martínez Cázares cuando habló de la envidia y la mezquindad, por más que el propio Germán haya dicho en su mensaje que eran casi hermanos.

¿Cuál es el escenario a corto plazo?

La disputa por el poder prevalecerá, porque con el pragmatismo con el que se maneja la muerte de Mouriño significa un adversario menos y si bien en lo inmediato tienen el reto, particularmente Germán Martínez, de retener al menos 207 diputaciones y refrendar las gubernaturas de San Luis Potosí y Querétaro, también es cierto que la lucha por la candidatura presidencial se inició. De los dos delfines que Calderón tenía únicamente queda Martínez y si éste no es eficaz en las elecciones perecerá igual que Mouriño —políticamente hablando—. ¿Quién podría, entonces, ser políticamente fuerte para aspirar a la candidatura presidencial? No hay a estas alturas una respuesta, quién sabe si Gómez Mont pudiera colocarse en esa posición.

¿Quién es Gómez Mont?

No hay que perderlo de vista. Es hijo de Felipe Gómez Mont, fundador del PAN que difiere mucho del perfil de los clientes con su hijo. Felipe Gómez Mont defendió a David Alfaro Siqueiros o su despacho logró la liberación del guerrillero Fidel Castro. También aplaudió la nacionalización del petróleo en 1938, según se lo hizo saber en una carta a Lázaro Cárdenas.

En contraste, su hijo no sólo defiende a gente identificada con el caso Pemexgate, Rogelio Montemayor, sino que ha apoyado la privatización de Pemex. Su cartera de clientes está vinculada a los delitos de cuello blanco. Hay que recordar que como presidente de la comisión de justicia, operó la iniciativa enviada por Salinas para que no fueran graves éstos delitos. Gracias a esa reforma pudo defender a criminales de la talla de Cabal Peniche, Jorge Lankenau, Gerardo de Prevoisin; además de ser asesor no sólo de Ernesto Zedillo, del entonces procurador Fernando Lozano Gracia y del propio Carlos Salinas, a un nivel que seguramente lo tiene otro de sus amigos: Diego Fernández de Cevallos.

Fuente: El Sentir de Coahuila

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