viernes, 21 de noviembre de 2008

LA REVOLUCION

La Revolución

Sociedad abierta

ERNESTO REYES
En una ocasión – un profesor democrático por cierto- decía muy convencido que por una cuestión natural en el 2010 iba a sobrevenir el cambio, la revolución, porque el pueblo ya no aguantaba esta forma de gobierno. La mejor prueba según él, era el proceso político y social de Oaxaca que había puesto las cosas en ebullición al punto de que con cualquier chispa la pradera oaxaqueña se incendiaría.
Alguien, muy ilustrado y docto le contestó que los procesos sociales no tienen nada que ver con los procesos naturales, por lo que se engañan soberanamente quienes afirman que una nueva transformación social arribará cuando se cumplan los dos centenarios de la Revolución de Independencia y el primero de la Revolución Mexicana. Creer que la vida de las sociedades es cíclica es equivocado, mucho menos dar pávulo a las coincidencias o los maleficios.
Ayer se cumplieron 98 del movimiento armado y mientras las escuelas con sus desfiles, los políticos con sus discursos y la gente observando, muy poca gente acaso – entre los que me encuentro obviamente- tiene la claridad suficiente para avizorar lo que le depara a México si estando inmerso en un proceso de crisis económica internacional, sus propios habitantes no hacemos nada para procurar e impulsar los cambios.
Se engaña rotundamente quien hubiera creído que el conflicto social agudizado en el 2006 era el preámbulo de una revolución y que como castillo de naipes se iba a derrumbar la estructura estatal, para dar paso a un proceso de desmantelamiento de las instituciones y en su lugar poner a un gobierno del pueblo que se hiciera cargo de la conducción del Estado.
La represión del 25 de noviembre de ése año, con su cauda de agresiones, agravios y detenciones que continuaron en los días posteriores, echó por tierra cualquier especulación en este sentido.
Sin embargo, que no haya sobrevenido la Revolución no implica que la actitud de los oaxaqueños y oaxaqueñas no hubiera cambiado y que a partir de dicha crisis la sociedad asuma una actitud diferente, porque es innegable que las movilizaciones –y la respuesta del Estado para acallar las críticas- no hayan surtido un efecto liberador en las conciencias de miles y miles de ciudadanos que desde hace mucho tiempo – no sólo del 2006- han buscado la transformación de las condiciones políticas, económicas y sociales de la entidad.
Se engañan también quienes sin una visión histórica creen que los movimientos sociales nacieron hace dos años. Las luchas por la democracia, la independencia sindical, la libertad de expresión, el reconocimiento a la autonomía indígena, la economía y la educación popular, y la reivindicación de los campesinos, etcétera, se pierde en el horizonte de décadas anteriores, enmarcadas en un contexto nacional e internacional de luchas liberadoras.
No por nada el movimiento democrático magisterial tiene más de un cuarto de siglo. Pero las luchas contra el autoritarismo gubernamental en sus diversas épocas y con diferentes actores, llevan más tiempo. En el 2006, muchas de estas cosas añejas hicieron crisis, y tocó a nuevas y viejas generaciones actuar en consecuencia. Fue un año duro y venturoso de definiciones porque Oaxaca se polarizó y casi nadie dejó de estar de un lado o de otro, según sus principios o causas particulares o colectivas.
Ahora que hasta en las protestas se recuerda a Zapata y a Villa - incluso hasta al Che Guevara, símbolo rebelde de las juventudes que no pasan-, hemos de recordar que en la célebre entrevista de Xochimilco, celebrada el 4 de diciembre de 1914, los jefes del Ejército Libertador del Sur y de la poderosa División del Norte no acordaron grandes cosas ni se inmiscuyeron en grandes discusiones teóricas, sino simplemente dijeron algo más o menos así: cada quien debe hacer lo que le corresponde: Yo me voy al sur- dijo Zapata- ; y yo pál Norte, acotó Villa, a seguir luchando por lo que queremos.
La gran lección de estos revolucionarios mexicanos es que en lugar de pasárselas discutiendo tácticas y estrategias para hacer la revolución, es mejor que cada quien haga su tarea, aunque en ello se les vaya la vida. La Revolución no debe ser un argumento que se lleva en la boca, acaso para vivir de ella, pero sí en el alma para actuar en consecuencia.
Contactos: Ernesto_reyes_647@hotmail.com

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OAXACA DE JUAREZ, MAGON Y ZAPATA ,APPO 2011, http://todoelpoderalpueblo.blogspot.com