lunes, 4 de febrero de 2008

DECIR LA VERDAD

Mario Mendoza

Oaxaca de Juárez.- Ante los lamentables y condenables acontecimientos registrados el pasado miércoles, a los oaxaqueños no nos queda más que exigir que se nos diga la verdad de los hechos. Lo peor que nos puede pasar es que esos condenables asesinatos pasen a engrosar la larga lista de homicidios sin resolver, alentando con ello la impunidad de quienes ven en la violencia el método más práctico para imponer su propia ley.

La única forma de terminar con tantos rumores que circulan entre la ciudadanía y que concluyen en diversas conjeturas es, como suele afirmarse en los guiones de las películas: “llevando las investigaciones hasta las últimas consecuencias y caiga quien caiga”. Claro que para que esto sea posible, se requiere de un ministerio público autónomo, con la capacidad de indagar sobre las diversas líneas que la vox populi comenta abiertamente. Tan riesgoso resulta descartar cualquiera de ellas anticipadamente, como el querer enfocarlas en un solo sentido.

Las versiones al respecto son variadas. Que es el Ejército Popular Revolucionario (EPR) que se cobra así las desaparición de dos se sus militantes. Que no, que el EPR no es real, sino tan sólo un argumento mediático del mismo gobierno para distraer la atención ciudadana sobre otros asuntos de superior relevancia, entre los que se anotan actos de corrupción, traiciones políticas anticipadas y negociaciones al más alto nivel. No son pocos quienes afirman que se trata del arribo del narcotráfico a nuestro terruño o la presencia --ya innegable-- de la delincuencia organizada que aprovechándose de la inseguridad que prevalece en el estado, ha encontrado en nuestro territorio el mejor espacio para operar sin que nadie se los impida. No se puede soslayar la afirmación de quienes afirman que se trata de un ajuste de cuentas por el accionar en el pasado inmediato del Teniente Alejandro Barrita Ortiz.

Recurrir a una “cacería de brujas” o a la creación de “chivos expiatorios” sólo vendría a abonar al descrédito de las autoridades investigadoras, quienes por cierto no han sido capaces de dar con el paradero de uno de los suyos, como lo es el comandante Jonás Corro; ni con los autores del homicidio del agente federal Felipe Antonio Reyes el pasado mes de octubre. Con ello se comprueba que las diversas corporaciones policíacas no han sido competentes para cumplir con la función que les ha sido encomendada, y que evidentemente han sido rebasados por esos grupos delictivos que operan con total libertad en el estado.

Hoy más que nunca se hace necesaria una investigación seria, responsable y profesional. Extrañamente y a pesar de que en el lugar de los hechos se encontraron casquillos percutidos con armamento de uso exclusivo del ejército, la Procuraduría General de la República no ha solicitado la atracción del caso, más aún cuando uno de los comentarios que comienza a cobrar fuerza es que tal ejecución pudo provenir de un “fuego amigo” lo que pudiera incluso entorpecer las indagatorias. De ahí la importancia de esclarecer el móvil de los hechos.

Lo peor que le puede suceder a una ciudadanía que se ha caracterizado por su esfuerzo constante por alcanzar la paz, es que la psicosis proveniente del temor y del miedo se apodere de nosotros. Hoy decenas…cientos de deportistas que tradicionalmente hacían sus ejercicios matinales en los diversos parques de la capital y su zona conurbada, han optado por dejarlos para mejor ocasión. ¡Eso no puede ser! De ahí nuestra demanda porque la verdad de los hechos nos sea obsequiada a la mayor brevedad y para que la seguridad pública sea una realidad en nuestro estado.

Oaxaca no quiere más personas ejecutadas por el simple hecho de estar en el lugar y en el momento equivocados. La muerte de la destacada y estimada promotora deportiva Virginia Galán Rodríguez y de otros civiles más, deben servirnos para exigirle a nuestras autoridades que en lugar montar operativos que sólo irritan al pueblo, mejor se dediquen a cumplir su papel de prevención del delito. No es posible que de todos los “levantones” acontecidos en los últimos meses, no haya un solo responsable detrás de las rejas y lo peor, que sigan operando con total impunidad y a plena luz del día.

La ciudadanía no puede convertirse en rehén permanente de quienes aprovechándose de la falta de coordinación policíaca, operan con total impunidad. No se trata tampoco de militarizar el estado bajo ese argumento cuando en realidad el trasfondo de tal petición, es el atemperar las inconformidades sociales, que a su vez son resultado de la falta de justicia y del autoritarismo gubernamental. Ante tal situación habremos de preguntar ¿Quién gana con la violencia? ¿A quién favorece generar las condiciones para solicitar la militarización del estado? ¿Por qué se ha dejado crecer la inseguridad en nuestras calles? ¿Por qué resulta tan complicado encontrar la verdad de los últimos acontecimientos e informarle al pueblo el origen de los mismos? ¿Por qué entrelazar lo político con lo policíaco? ¿Por qué seguir abonando a un ambiente que de no ponerle un alto oportuno amenaza por convertirse en una situación incontrolable? ¿Por qué la pretensión de negociar --como si fuera trueque-- una cosa por otra? Son sólo preguntas.

Los oaxaqueños necesitamos saber la verdad para recuperar la confianza y la tranquilidad. Ya no más promesas incumplidas. Ya no más engaños y simulaciones. Los oaxaqueños condenamos con toda nuestra energía la violencia provenga de donde provenga. Ya no más huérfanos, ya no más viudas, ya no más madres en la desolación total, ya no más padres muertos en vida. ¡Ya no! Que alguien detenga esto por favor antes de que sea demasiado tarde.

Soy de los convencidos de que el amor y la verdad siempre triunfan; de ahí mi esperanza porque muy pronto los oaxaqueños podamos salir de avantes de estos episodios oscuros que sólo denigran nuestra historia y que producen resentimiento y dolor entre los familiares de los masacrados. Por el bien de todos, exigimos escuchar la verdad. Sólo eso. La verdad.

* Secretario General de Convergencia en el estado de Oaxaca.

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