No especular, no investigar *MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA Aun antes de que el propio presidente de la República anunciara la muerte del secretario de Seguridad Pública, su amigo entrañable Ramón Martín Huerta, y de ocho personas más, el secretario de Gobernación recomendó no especular sobre las causas del todavía no definido percance. En las horas y los días siguientes, la insistencia gubernamental en la pertinencia de no elaborar conjeturas parecía casi un acto de censura, una prohibición a explorar posibilidades que explicaran lo ocurrido. Se trata, por supuesto, de un pedido de satisfacción imposible. Nadie puede vedar a nadie formular hipótesis, ni siquiera figuraciones con apenas algún asidero en los hechos, ni que las exprese. Es lícito, sí, apelar a la responsabilidad de quienes poseen voz pública, no para que se abstengan de especular, sino para que sus cavilaciones se sostengan en los hechos. Eso hago aquí ahora. Puede ser que, como narró la autoridad, el helicóptero Bell 412, matrícula XCPFI, haya chocado el miércoles al mediodía contra un cerro en el límite entre los valles de México y de Toluca. El piloto Habacuc de León Galicia habría decidido, vistas las malas condiciones climáticas, apartarse de la ruta directa del Campo Marte al penal federal de La Palma, en Almoloya de Juárez y, en la búsqueda de un trayecto mejor, hubiera entrado en un banco de niebla que mermó la visibilidad e hizo posible que el aparato golpeara un árbol en la ladera del cerro, perdiera estabilidad, rasurara enseguida decenas de metros de bosque y, ya en pleno descontrol, se estrellara de frente contra un macizo rocoso. No indaguemos ahora con qué bases construyó el gobierno esta descripción. Podríamos darla por buena. Pero de un modo igualmente razonable pueden presumirse situaciones diferentes, como el de un ataque deliberado contra los responsables del programa México Seguro. Como atiendo únicamente las exigencias de la lógica y no de la literatura, omito imaginar cómo se habría realizado ese ataque, si se planeó con anticipación y se estaba alerta para ejecutarlo cuando la ocasión lo permitiera, y quiénes lo urdieron y practicaron. Ni me detengo en suponer cuáles serían los propósitos que perseguían. Digo simplemente que tan razonable es admitir la versión del hecho fortuito como una diferente, puesto que aquélla se construyó también sobre supuestos, pues cuando los lectores tengan en sus manos este número de Proceso, no se conocerán los dictámenes periciales y otras evidencias que den sustento a lo expuesto como verdad oficial desde el miércoles mismo. La conjetura diversa de la versión gubernamental puede partir del hecho objetivo de que en el helicóptero caído viajaban las dos autoridades principales de la seguridad pública federal, el titular de la secretaría y el jefe de su brazo armado, el general Tomás Valencia, comisionado de la Policía Federal Preventiva. Su muerte seguiría a las de no pocos jefes policiacos locales, esas claramente perpetradas por criminales. Entre ellas, la más reciente, y una de las de mayor efecto, había ocurrido apenas cinco días atrás, el 16 de septiembre. Rogelio Zarazúa, el director de Seguridad Pública de Michoacán, fue ultimado a balazos mientras comía en un restaurante moreliano al lado de su esposa. Téngase en cuenta que ella, Guadalupe Sánchez Martínez, es la subsecretaria de Gobernación estatal y que a ambos los unía un firme lazo de amistad con el gobernador Lázaro Cárdenas Batel. Alimentaría también esta conjetura el que se hallara a bordo del aparato que transportaba a Martín Huerta un visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Antonio Bernal. Auxiliares suyos habían recibido, el 9 de septiembre, un mensaje de Osiel Cárdenas Guillén que la oficina del ombudsman interpretó como una amenaza. El jefe de una poderosa banda delincuencial esperaba de la CNDH no sólo que se le asegurara el disfrute de sus derechos, sino que se le otorgaran o devolvieran privilegios. Irritado cuando supo que lo segundo no compete al ombudsman, pidió que se dijera al doctor José Luis Soberanes, presidente de la comisión, que todo en esta vida se paga. El amago que esa sentencia de tenue sabiduría popular significa si la emite un delincuente peligroso fue puesto en conocimiento de la Procuraduría General de la República una semana después, pero allí fue desestimada, y hasta se incurrió en la trivialidad de recomendar la contratación de agentes de la Policía Bancaria e Industrial que resguardaran a los presuntos amenazados. Peor aún, el procurador Daniel Cabeza de Vaca ni siquiera supo de esa denuncia informal, ya que se declaró sorprendido de que esos hechos hubieran sido expuestos ante la SSP y no ante el personal bajo su mando. Y es que, ante la reacción de la PGR, efectivamente se comunicaron los hechos a la SSP primero verbalmente y, como dijo el subsecretario Miguel Ángel Yunes, por escrito el miércoles. La procuraduría debió interesarse al menos por la denuncia de la CNDH, si no la consideraba digna de investigación. Pero ese carácter debía mudar después de la desaparición del vehículo en que viajaba Bernal. Y, sin embargo, el procurador Cabeza de Vaca asegura, a priori, que nada tiene que ver un hecho con otro. Ni siquiera conoce, según su dicho, la denuncia de la oficina del ombudsman y, sin embargo, dictamina que esos hechos están desvinculados. También induce a conjeturar que no fue un accidente, la insistencia de Cabeza de Vaca en que sí lo fue y su negativa o al menos reticencia a investigar. Al concluir el homenaje a los caídos el miércoles, y antes de acudir a la misa de cuerpo presente (que resultó falsa al menos en dos casos, pues sendos ataúdes estaban vacíos, apresuradas las ceremonias para cumplir el protocolo), se preguntó al procurador sobre el momento en que recibiría los peritajes técnicos de aeronáutica. Respondió presto: "No tenemos todavía fecha, pero todo apunta para un accidente". El accidente es la única hipótesis, reiteró, "no hay nada que apunte a otra cosa". Todavía repitió más adelante: "Todo apunta para un accidente". Y sugirió: "no hay mucho tampoco que darle vuelta". Y concluyó con un diagnóstico que sería confortante si no chocara tan rudamente con una percepción generalizada en sentido contrario: "Pues hay problemas, como hay problemas siempre, pero la seguridad está normal, el país está tranquilo, la gente hace su vida normal. Los lugares donde ha habido algunos problemas se están atendiendo. No pasa nada especial, nada anormal." En la normalidad ni se especula ni se investiga. *Este artículo se publicó originalmente el 25 de septiembre de 2005 en el número 1508 de la revista Proceso. |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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