lunes, 17 de noviembre de 2008

Y LA CRISIS LLEGO

Y la crisis llegó


Jorge Meléndez Preciado

jamlendez44@gmail.com

Nuestro propagandista gobierno eroga miles de millones de pesos en anuncios para decir que debemos prevenir una buena cantidad de enfermedades, precavernos por si el clima es agresivo, cuidar a nuestros hijos de accidentes, inscribir con anticipación a los pequeños en las escuelas y un largo etcétera. Bien que lo haga para que la formación cívica aumente, los peligros no crezcan y se ataquen problemas que serían irresolubles si no se les detuviera a tiempo (cáncer de mamá y colesterol, dos ejemplos).Pero no se puede decir que los funcionarios prediquen con el ejemplo. La crisis que vivimos –nadie sabe cuándo terminará– es una prueba entre muchas de que la cerrazón oficial es lo evidente, pues las múltiples advertencias no fueron oídas por el felipismo.No basta traer a colación sólo el ejemplo más notorio: Agustín Carstens. El funcionario insistía: frente a la pulmonía que podría darle a Estados Unidos, a nosotros sólo nos afectaría con un leve catarrito.Lo importante ahora es darnos cuenta que las medidas supuestamente contempladas para alentar la economía: grandes obras de infraestructura, mayor competencia económica, posibilitar la inversión foránea, entre varias más, se han quedado en el papel o francamente resultan una simulación.Aunque sus compañeros de tareas en la actual administración calderonista no han cantado mal en la orquesta que dirige Felipe. Por ejemplo, el secretario de Economía, Gerardo Ruiz, dijo en la misma jornada que iniciaba el derrumbe de las bolsas en el mundo: “Tomar medidas extraordinarias –ante la crisis– sería anticiparnos por algo que no sucede”.Pareciera comedia de humor involuntario o novela de horror. Pero ahí están ese y otros testimonios para darnos cuenta de lo expresado por un amigo de Calderón, encumbrado a un puesto que desconoce, pues no sabe quiénes son los miembros del Consejo Coordinador Empresarial.Sus cuates de gabinete no le van a la zaga. Ernesto Cordero, el de programas sociales, alega que las remesas únicamente descenderán este año 12 por ciento, algo así como 300 millones de dólares. Y Javier Lozano, del Trabajo, asegura que regresarán a México poco más de 200 mil nacionales. Es decir, no pasa nada, como decía el humorista Pompín Iglesias cuando todo se enredaba.La verdad es que los focos rojos ya son intensos.

La Bolsa de Valores continúa su caída imparable, no obstante los vaivenes; el dólar cruzó la barrera de los 12 pesos y el petróleo bajó más de los 80 dólares que estaba contemplado en el presupuesto inicial y éste, obviamente, al disminuir su tamaño, impondrá recortes en rubros como salud, educación, vivienda y hasta importación de materias primas, como maíz.Empresas como Telmex, Televisa, Cemex, FEMSA, Modelo y Bimbo, con sucursales en el extranjero, han perdido importantes cantidades en sus acciones, lo que traerá, necesariamente, ajustes en su personal y, desde luego, una baja en sus operaciones.Según estimaciones, la economía mexicana el próximo año crecerá –si bien le va– uno por ciento, pero algunos especialistas consideran que el aumento no se producirá, es decir, cero.Un cero es sinónimo no sólo de reprobación, obviamente, sino que estamos yendo como los cangrejos, lo que recuerda las crisis de Miguel de la Madrid, José López Portillo y Ernesto Zedillo. Es decir, que actualmente ya podemos hablar del renacimiento del priísmo más brutal y atrasado, hoy con careta albiazul.Actualmente en el mundo, especialmente en Estados Unidos, se plantea cómo salir de la crisis. En el reciente debate presidencial entre John McCain y Barack Obama, la discusión es si la receta de salvar a las empresas quebradas con 700 mil millones de dólares será eficaz. Ninguno de los dos dijo que sí, aunque Obama puso el acento en beneficiar a los ciudadanos con menores recursos. Y los dos están preocupados por el seguro médico de la población y la necesidad de que los estadunidenses ingresen a las universidades con el objeto de tener mayores elementos para el desafío intelectual, en ciencia y tecnología.En México no discutimos, ni en el Ejecutivo, ni en el Congreso, ni entre los partidos políticos nada parecido. Las elecciones con sus erogaciones millonarias son lo que importa.No hay un plan con el objeto de meter en orden a los bancos y sus enormes comisiones, no obstante que son de las más altas del orbe; no se propone algo indispensable, el seguro social universal, pues tenemos varios sistemas que funcionan mal y no se dan abasto en consultas y medicamentos y, para ser más lerdos, se quiere recortar el financiamiento a las universidades públicas.Es decir, entre la prepotencia de funcionarios sin conocimiento de sus tareas, el desdén por la mayor crisis mundial desde hace un siglo –en la cual se han perdido tres mil trillones de dólares– y la protección a una serie de instituciones, muchas de ellas extranjeras, nos encontramos al borde de un ataque de nervios, como dijera el clásico.No obstante ese panorama, los aumentos continúan. Lo mismo a la gasolina que en los artículos de primera necesidad. Actualmente ya tenemos desabasto de medicamentos, con el objeto de, nuevamente, elevar sus precios.

Mientras tanto, el Ejecutivo habla sin cesar, va a ceremonias de todo tipo y pasea a invitados extranjeros como si vinieran a un país estable y modelo. Aunque eso sí, las cabezas siguen rodando por toda

la República en una guerra sin fin.


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