martes, 24 de junio de 2008

Y LA BASE MAGISTERIAL MUCHO MAS

En acuerdos con Segob, la Comisiòn Negociadora Ampliada de Sección del SNTE, resultó perdedora

PEDRO MATIAS

Con estos acuerdos, Juan Camilo Mouriño se convirtió en el negociador; la presidenta del CEN del SNTE, Elba Esther Gordillo pasó, de ser una asesina, a demócrata; Ulises Ruiz Ortiz dejó de ser el "tirano" para mostrarse como el que ejerce el verdadero control de la Sección 22; y los dirigentes del magisterio "democrático" se convirtieron en los "traidores" del movimiento social.

Alrededor de las dos de la mañana del pasado seis de junio, precisamente, en el salón "Puente de Piedra" que sirvió como la sede alterna del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, se realizó el pacto entre la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del sindicato de maestros con el secretario de Organización de la Sección 22, Ezequiel Rosales Carreño.

Después de 19 años de que la Sección 22 no firmaba un pacto con la dirigencia del SNTE, Elba Esther Gordillo, "la asesina de Vanguardia Revolucionaria", no sólo se sentó a dialogar con los disidentes sino que condicionó la emisión de la convocatoria para el relevo seccional, a cambio de que asumieran el compromiso de fortalecer la educación pública a través de la Alianza para la Calidad Educativa que presentó su amigo Felipe Calderón.

La cita era el cinco de junio a las tres de la tarde; sin embargo, trascendió que la maestra plantó, de manera deliberada, a los disidentes de Oaxaca porque se encontraba reunida con el líder petrolero Carlos Romero Deschamps.

Como una táctica para desgastar a sus rivales, Esther Gordillo cambio de sede en tres ocasiones y, finalmente, a las dos de la mañana del seis de junio llegó al Salón "Puente de Piedra".

Elba Esther dejó muy claro que tanto ella necesitaba de la disidencia como la Sección 22 necesitaba del SNTE porque forman parte de una misma familia, aunque a ella le tocaba jugar el papel de la parienta incomoda a la que todos le reclaman.

Es por ello que les exigió a Ezequiel Rosales Carreño, a Carlos Martínez, Alma Delia Santiago Díaz y Mario Cruz, que "la ropa sucia se lave en casa" y que le podían mentar la madre pero en sus reuniones sindicales.

Dejo muy claro que no iba a discutir que tan democráticos son el SNTE o la Sección 22 porque hay estatutos que deben de acatar, sin embargo, manifestó que el sindicato esta abierto a que los disidentes den una lucha política e ideológica pero al interior de su gremio.

Sabedora de que la convocatoria para el relevo de la dirigencia de la Sección 22 era un elemento de negociación, Elba Esther pretendió imponer que se realizara la elección con voto directo nominal, secreto y universal, que participara una comisión tripartita entre la Sección 22 y 59 y el CEN del SNTE y sobre todo se acataran los estatutos del sindicato.

Trascendió que hubo disidentes que amagaron con romper el diálogo, razón por la que Elba Esther aceptó las condiciones de la Sección 22, es decir, realizar el cambio de su dirigencia mediante sus métodos como son las asambleas delegacionales, de centros de trabajo y sectoriales hasta llegar a la realización del XX Congreso Seccional Extraordinario de la Sección 22 del SNTE.

Finalmente, después de una hora y media de encuentros y desencuentros, se firmó el documento con un claro mensaje de Elba Esther al gobierno de Felipe Calderón, demostrarle que ella manda en el SNTE.

Pero, además que la convierte en la demócrata porque sabe reconocer "que a pesar de nuestras ideas y acciones diferentes nos une: La defensa de la educación pública de calidad", se resalta en el acuerdo que suscribió Elba Esther con Ezequiel Rosales Carreño.

También se hace hincapié en que "la democracia, legalidad, respeto entre los que pensamos diferente y compromiso con la sociedad, son temas que nos llevan a privilegiar lo más preciado que como clase trabajadora tenemos: La unidad en la diversidad y el compromiso por fortalecer la educación pública..."

Una vez que ganaron ambas partes, una al convertirse en la demócrata y la Sección 22 en obtener su convocatoria, aunque faltaba que esto se hiciera público para vestir al gobierno de Felipe Calderón.

Eso ocurrió el seis de junio cuando Juan Camilo Mouriño citó a Elba Esther y a Ezequiel Rosales Carreño a las 23:45 horas en la secretaría de Gobernación y a las 01:30 del día siete, se firmó el acuerdo que evitó un paro indefinido con el riesgo de reeditar los disturbios del 2006.

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