Brad Will sigue muerto La tumba intranquila de Oaxaca Brad Will, el fotógrafo de prensa estadounidense asesinado durante el clímax de la rebelión en Oaxaca hace dos años, sigue muerto – aunque su espíritu sigue muy vivo. La muerte de Brad Will sigue persiguiendo a su familia y amigos a ambos lados de la frontera. Por cierto, recientes afirmaciones del gobierno mexicano de que amigos de Brad y otros activistas serían los responsables de su asesinato han provocado una tormenta de amargura, frustración y franca incredulidad. En un artículo publicado en 25 semanarios alternativos en EE.UU., el año pasado, seguí el rastro de los pasos de Brad Will el día de su muerte. Toda la mañana del 27 de octubre de 2006, mientras la rebelión por imponer la remoción del brutal gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, escalaba hacia el sangriento desenlace, Will caminó de una barricada a otra entrevistando y filmando a partidarios de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, o APPO. En Santa Lucía de los Caminos, un suburbio de clase trabajadora de la capital del Estado, los pistoleros de Ruiz acababan de abrir fuego contra militantes de la APPO agazapados tras una barricada en la amplia Avenida Ferrocarril. Cuando los pistoleros desaparecieron por una estrecha calle lateral, Brad siguió a los partidarios de APPO que perseguían a los atacantes, filmando mientras los pistoleros se lanzaban al interior de un complejo bien fortificado en la calle Juárez. Hubo disparos desde las ventanas del piso superior, pero a medida que pasaba la tarde, la confrontación disminuyó de intensidad. Entonces aparecieron cinco policías locales vestidos de civil a entre 35 y 50 metros de distancia, al comienzo de la calle, y apuntaron sus armas contra los partidarios de la APPO que se aglomeraban alrededor del complejo. Cuando los policías de civil comenzaron a disparar, Brad se volvió hacia ellos, y siguió filmando. Una bala de calibre .38 le dio directamente en el pecho. El impacto hizo que soltara su cámara de vídeo y se volviera hacia la izquierda, y una segunda bala le dio en su lado derecho, destruyendo órganos vitales. Mortalmente herido, Bad Will cayó sobre la acera mientras las balas seguían estallando alrededor. Los nombres de los asesinos de Bad Will son: Abel Santiago Zarate alias "El Chino", Manuel Aguilar alias "El Comandante", Juan Carlos Soriano alias "El Chapulin", Juan Sumano, y Pedro Carmona, detective de Santa Lucía con una temible reputación, quien parecía dirigir la operación. Una foto de los cinco asesinos disparando sus armas fue publicada el día siguiente en la primera plana de El Universal, uno de los diarios más importantes de México, y desde entonces ha aparecido en todo el mundo. Arriesgando sus vidas bajo el aluvión de balas disparadas desde la calle Juárez, cuatro jóvenes corrieron hacia el cámara que todavía respiraba y lo llevaron apresuradamente a la vuelta de la esquina, fuera de peligro, donde se quedó muriendo en la acera. El Volkswagen blanco de Gualberto Navarro estaba estacionado a unos pocos metros. Acostaron a Brad en el asiento trasero. El fotógrafo Gustavo Vilchis y Leonardo Ortiz acompañaron al moribundo periodista estadounidense al hospital – Vilchis le aplicaba continuamente respiración boca a boca para mantenerlo en vida. El cuarto rescatador, Miguel Cruz, no partió con ellos. La tarea de llevar a Brad Will al hospital de la Cruz Roja en la ciudad de Oaxaca se convirtió rápidamente en una trágica comedia de errores. El VW se quedó sin gasolina después de algo más de un kilómetro. Leonardo y Gualberto trataron de parar un taxi pero ninguno se detuvo. Comenzó a llover. Finalmente, el conductor de una camioneta pick-up se compadeció y cargaron a Brad Will en la parte trasera, pero falleció en camino antes de llegar al hospital de la Cruz Roja. Dos de los tiradores, agentes de la policía de Santa Lucía, fueron brevemente detenidos, les examinaron sus pistolas de .38, y luego los liberaron. 13 días después, la procuradora del Estado de Oaxaca, Lizbeth Caña, operadora política de Ruiz que ahora sirve al gobernador como enlace con la legislatura estatal, culpó por el asesinato de Brad a los cuatro jóvenes que arriesgaron sus propias vidas para tratar de salvar al periodista basado en Nueva York. Caña mintió al decir que sus rescatadores le habían dado el tiro de gracia en camino a la Cruz Roja – evidencia fotográfica muestra claramente que Brad había recibido dos tiros antes de ser llevado a la ciudad. El motivo para el asesinato, según Lizbeth Caña, fue “internacionalizar” el conflicto en Oaxaca. La "Fabricación de culpables" es un elemento básico en la industria de la justicia mexicana. Aunque las extrañas afirmaciones de Caña nunca llegaron más allá de la prensa local, acusaciones de haber secundado e instigado a la ejecución de Brad Will fueron resucitadas por el subprocurador federal Víctor Camilo Corzo en una conferencia de prensa el 19 de octubre en Oaxaca cuando Corzo implicó que los presuntos salvadores del fotógrafos habían participado en un encubrimiento para ocultar la identidad del que describió como el “verdadero asesino:” Juan Manuel Martínez Moreno, partidario de la APPO y director de actividades deportivas en la ciudad de Santa Lucía de los Caminos. El subprocurador federal afirma que Martínez Moreno estaba parado junto al periodista y disparó a Will desde una distancia de menos de dos metros. En el tipo de ejercicio en hipocresía por el que se destaca la justicia mexicana, el subprocurador federal se hizo acompañar por Octavio Orellana Wiarco a quien el gobierno de Felipe Calderón ha designado para investigar crímenes contra periodistas. 20 periodistas mexicanos han sido asesinados en los últimos siete años. – Orellana Wiarco no ha solucionado ni un solo caso. Según Corzo, dos testigos anónimos (después se reveló que se trataba de un ex cámara de Televisa y del sobrino del alcalde de Santa Lucía de los Caminos que supuestamente ordenó a los policías que actuaran) identificaron a Martínez Moreno como la persona que gritó a Will que dejara de firmar – la advertencia fue grabada en la cinta recuperada de la cámara de Brad. Aunque al parecer ninguno de los testigos vio a Martínez Moreno disparar dos balas de calibre “.9 mm” a Brad, ha sido acusado de su asesinato – el cambio del calibre de las balas de .38 mm como cita el informe oficial de autopsia a .9 mm parece diseñado para sacar de una situación difícil a los policías de Santa Lucía. A Juan Manuel Martínez Moreno lo detuvieron de inmediato y ahora está encarcelado en el temido penal regional Santa María Ixcotel de Oaxaca. Las afirmaciones del gobierno mexicano son contradichas vehementemente por expertos forenses de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), una agencia gubernamental, y por Médicos por los Derechos Humanos, una ONG a la cual los padres de Brad solicitaron que investigara el asesinato. Por cierto, ambas organizaciones han concluido que Brad Will fue muerto por una bala de calibre .38 disparada desde 35 a 50 metros. La ausencia de quemaduras de pólvora en la ropa de Brad es un indicio obvio de que no le dispararon de cerca como afirma el subprocurador federal. Las acusaciones del subprocurador son “infundadas e inexactas” según el doctor Epifanio Salazar, experto forense del CNDH – el doctor Salazar dirigió anteriormente los servicios forenses del departamento federal de justicia. Las observaciones de Salazar fueron hechas después del arresto de Martínez Moreno y de otro partidario de la APPO, Octavio Pérez Pérez, quien ha sido acusado de participar en el “encubrimiento.” Otros ocho autos judiciales están pendientes, en los que se cree incluyen a Gualberto Navarro, Gustavo Vilchis, Leonardo Ortiz, y Miguel Cruz. El asesinato de Brad Will el 27 de octubre de 2006 sirvió de luz verde para que el presidente mexicano de entonces enviara miles de policías federales (PFP) entrenados por los militares a Oaxaca para reprimir brutalmente la rebelión. Cientos de partidarios de la APPO fueron encarcelados y torturados durante la represión. La decisión de Fox de enviar a los PFP fue elogiada por el embajador de EE.UU., Tony Garza, quien acusó en la noche del asesinato de Brad a la APPO de incitar a la violencia. Desde el comienzo, la investigación federal del asesinato ha sido coloreada por la “política,” acusa el presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, que usualmente no se destaca por ser muy vocal cuando se trata del asesinato de activistas por el gobierno. (Se dice que Soberanes es miembro muy apreciado en la confabulación católica conservadora, Opus Dei.) ¿Por qué, después de dos años de pereza el gobierno aclara repentinamente el caso 15 días antes del aniversario del asesinato? preguntó el defensor del pueblo. Su respuesta: La Comisión Nacional de Derechos Humanos había insistido en que el asesinato de Brad fuera resuelto antes del segundo aniversario de su asesinato. Además, Soberanes sostiene que el Departamento de Estado de EE.UU. ha estado presionando al gobierno de Calderón para que resuelva el caso antes de liberar 1.400 millones de dólares en fondos contra la droga asignados bajo la así llamada “Iniciativa Mérida.” El verano pasado, durante audiencias en el Congreso sobre la iniciativa contra la droga, un grupo de amigos de Bad Will cabildeó considerablemente ante la Cámara de Representantes y al Senado de EE.UU. para que no liberaran ningún fondo para rearmar a las fuerzas represoras de seguridad hasta que se aclarara el asesinato del periodista fotográfico. Un resultado de su obstinación: el senador Patrick Leahy (demócrata de Vermont) incluyó una frase en la autorización de la Iniciativa Mérida solicitando que se acelerara la investigación. Este viernes (24 de octubre) después del arresto de Martínez Moreno, el zar de la droga de la Casa Blanca, John Water, anunció que el dinero de Mérida iba finalmente en camino a México. Mientras tanto, Harry Bubbins, jardinero comunitario, y Rob Jereski, dos de los asociados más cercanos de Brad Will en el Lower East Side de Nueva York, estuvieron en huelga de hambre delante de las oficinas en Park Avenue de la senadora Hillary Clinton exigiendo que Clinton intervenga en el encubrimiento y el montaje. La facilidad con la que el gobierno mexicano ha extendido la impunidad a los cinco asesinos policiales de Santa Lucía de los Caminos es notable y sólo puede haber sido ordenada desde arriba. El modus operandi usual del sistema de la justicia mexicana es “sacrificar” a los asesinos del gobierno y proteger a lo que aquí llaman “autores intelectuales” de semejantes crímenes violentos. Pero acusar a la policía del asesinato de Brad Will hubiera apuntado a la colaboración del gobernador Ruiz y de su partido, el otrora gobernante (durante 71 años) PRI, y habría introducido una cuña entre el PRI y el derechista PAN de Felipe Calderón en un momento en el que el presidente elegido bajo circunstancias dudosas, necesitaba desesperadamente el apoyo del PRI para hacer pasar su paquete legislativo por el congreso mexicano. Muy arriba en esa lista de deseos legislativa estaba la así llamada “Reforma Energética,” es decir la privatización de la compañía petrolera nacionalizada PEMEX. La apertura de PEMEX a la inversión privada por transnacionales basadas en EE.UU. como Exxon y Halliburton ha sido desde hace tiempo una prioridad para Washington cuyos intereses en México ha jurado defender el embajador Garza. El jueves pasado (23 de octubre) después de meses de enconados pleitos en el Senado mexicano, el PAN y sus aliados del PRI terminaron por aprobar la “reforma” de privatización de Calderón – aunque la medida no incluye todo lo que querían los gigantes del petróleo, les permite poner su pie en la puerta de PEMEX. El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, a quien millones de mexicanos creen que Calderón robó la elección en 2006, unos pocos meses antes de que ametrallaran a Brad, se opuso vigorosamente a la medida. El golpe del PRI y del PAN fue votado en un edificio de oficinas del Congreso bajo fuerte protección del PFP en lugar de hacerlo en el Senado, que estaba rodeado por miles de manifestantes. Trágicamente, Brad Will muerto se ha convertido en un peón en ese cínico juego del poder del gobierno de Calderón y del definitivamente corrupto PRI. Brad Will no fue la única víctima del caos homicida de Ulises Ruiz, aunque su muerte es una de las pocas que han llegado a ser investigadas. 26 víctimas perecieron bajo las balas de las armas de Ruiz entre agosto y octubre de 2006. Ahora, cuando los Días de los Muertos vuelven a México, los “muertos” de Ulises siguen clamando justicia desde sus tumbas intranquilas. ------------ John Ross, periodista, escritor y poeta. De origen estadounidense, considerado uno de los cronistas más importantes a nivel mundial del zapatismo, colaborador de varios diarios y revistas como La Jornada, The Texas Observer, The Bay Guardian de San Francisco, El Otro Periodismo Narco News, Nation Books, Noticias Aliadas de Perú Si posee más información sobre este caso, escriba a: johnross@igc.org o visite: johnross-rebeljournalist.com |
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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