viernes, 18 de julio de 2008

GUELAGUETZA OFICIAL : DEMAGÓGIA MANIPULACIÓN

GUELAGUETZA, FIESTA INTERCULTURAL O
DEMAGÓGICA MANIPULACIÓN.

Marcial Jiménez y López.

INTRODUCCION.

Desde 1932 a la fecha, con excepción del 2006, año con año se realiza en el auditorio del cerro del Fortín en la ciudad de Oaxaca, capital del estado mexicano del mismo nombre, una presentación al estilo Hollywood de bailables, danzas e imitación de “ceremonias” indígenas, a la que el gobierno estatal llama Guelaguetza. Se venden boletos de acceso a lugares preferentes y los lugares más alejados son gratuitos.

Los actores y bailarines provienen de las siete regiones geográficas estatales y obsequian al público productos de la región, ¡Ah! Pero primero dan obsequios al gobernador en turno y a su séquito de acompañantes al tiempo que le dirigen zalameras palabras de agradecimiento por los dones reales o imaginarios recibidos del gobernante.

La mencionada presentación es publicitada nacional e internacionalmente por la burocracia estatal responsable de la promoción turística que en sus folletos publicitarios la caracteriza como: La fiesta de la Guelaguetza, la más destacada en el Estado de Oaxaca, una de las más ricas y tradicionales del país y muy reconocida en el mundo, que incluye música, danza, artes plásticas, magia y color.

¿OFRENDA MUTUA?

El vocablo guelaguetza, provienen de la lengua de uno de los pueblos originarios de Oaxaca, el zapoteca y quiere decir "intercambio recíproco de regalos y servicios" o bien indica ofrenda, simpatía, cariño, cooperación. Lo que implica un intercambio cultural en un marco de respeto y reconocimiento mutuo; en términos contemporáneos, en un contexto de interculturalidad.

La realidad es que “institucionalizada”, mediatizada, desvirtuada y usada demagógicamente por el poder político de Oaxaca, nada tiene de lo anterior. Se crea una imagen folclórica de las culturas originarias; se les “homenajea” a la par que se le somete a una feroz explotación de sus gentes y de sus recursos culturales y naturales; se les somete políticamente a través de una red piramidal de cacicazgos regionales, en cuyo vértice se sitúa al “señor gobernador” en turno.

El estado de Oaxaca junto con Chiapas, ocupa el último lugar en el país en cuanto a indicadores de bienestar de la población y en el Índice de Desarrollo Humano establecido por la ONU. Y al interior del estado, la desigualdad y el desequilibrio de las regiones, se exhibe en indicadores que no superan a las regiones africanas de mayor marginación.

Esta insultante condición humana se enmascara con bailes y danzas, vestuario y bisutería para impresionar a ingenuos e ignorantes. Parafernalia que ni siquiera es originaria sino que refleja la dominancia de la conquista española. Se explota la imagen de lo indígena y se le da gato por liebre a un ingenuo turismo nacional e internacional.


EL ORIGEN, EL MITO Y LA HISTORIA.

Obra de gacetilleros a sueldo del gobierno estatal, se ha venido construyendo el mito de que el origen de la guelaguetza se remonta a la época prehispánica y luego, una práctica simbiótica de festejos religiosos de los zapotecas con las festividades de la “Virgen del Carmen” que se celebra el 16 de julio.

Al respecto dice un pasquín del municipio de la ciudad:

“La conseja popular sitúa su inicio en los ritos y ofrendas que se daban a la Diosa Centeótl. Diosa del Maíz; en el Teocali construido por los aztecas, cuando conquistaron lo que hoy es la Ciudad de Oaxaca. Este Teocali lo situaron en las faldas del hoy Cerro del Fortín. Y que en ese tiempo lo denominaban Daninayaoloani, que significa Cerro Bella Vista. También a este se le ha denominado Cerro de la Soledad, Cerro de Zaragoza. En la época prehispánica los ritos dedicados a la Diosa del Maíz culminaban con el sacrificio de una doncella con el que esperaban obtener fertilidad en sus campos.

Con el arribo de los españoles y la religión cristiana, los monjes franciscanos y dominicos prohibieron las prácticas dedicadas a la Diosa Centeótl, destruyeron el teocali y en su sitio construyeron el templo católico dedicado a la Virgen del Monte Carmelo, hoy templo del Carmen Alto. Obligaron a los recién bautizados mixtecos, zapotecos a que le rindieran culto lo cual resultó relativamente fácil al haber sido cambiada una figura femenina (la Virgen del Carmen) por otra similar (Diosa Centeótl)”.

Al respecto, no existe ninguna evidencia, en códice alguno, documental ni vestigios arqueológicos que fundamenten lo anterior, hace algunos años se hicieron excavaciones con motivo de la construcción de la “Plazuela del Carmen” y en ellas participaron arqueólogos en espera de algún hallazgo, el resultado fue absolutamente nulo, nada soporta lo que a decir del municipio es “Conseja popular”. Por supuesto, por definición, el mito no requiere de pruebas; pero tampoco abandona su condición.

No hay referentes testimoniales de ceremonias prehispánicas y no tendría por qué haberlos dado que los asentamientos y centros ceremoniales de las culturas previas a la llegada de los aztecas al valle de Oaxaca, se ubican en lugares distantes del cerro del Fortín. Ni zapotecas ni mixtecas habitaron Oaxaca y los aztecas establecieron apenas una guarnición en las antiguas riberas del río Atoyac. Como es sabido, fueron los españoles quienes fundaron la ciudad capital del estado y sus alrededores fueron ocupadas por trabajadores indígenas de los encomenderos y órdenes religiosas.

Lo cierto es que La Guelaguetza es una invención del siglo pasado. Su fecha de nacimiento data de 1932, siendo gobernador Francisco López Cortés, nace de una idea racista: rendir “homenaje racial” a los oaxaqueños de abajo en el marco de los festejos del cuarto centenario de la ciudad de Oaxaca.



Del estudio realizado por Jesús Lizama, se transcribe:

“El 25 de abril de 1932, la ciudad de Oaxaca celebró el IV Centenario de haber sido elevada a la categoría de ciudad. Para conmemorar esa fecha se elaboró un intenso programa de actividades, y la expectación y el gozo recorrieron sus calles durante las dos semanas de festejos, contagiando no sólo a los citadinos sino, también, a diversos grupos del interior del estado”.

“… siendo las actividades más importantes la Exposición Regional llevada a cabo en la ex Hacienda de Aguilera, y el Homenaje Racial, celebrado en el cerro del Fortín, en un escenario construido específicamente para tal fin.

El IV Centenario marcaría un antes y un después en la historia de la ciudad, ya que en él no sólo se celebró el hecho histórico sino que fue, a nuestro modo de ver, una de las primeras ocasiones en que la ciudad se observó a sí misma, plasmando lo que veía en cada una de las actividades programadas. Era una visión segmentada de la realidad oaxaqueña…”

Creada por un gobierno posrevolucionario y sus “intelectuales orgánicos” de origen tuvo la intención de “incorporar al indio” a través de un “homenaje” a la ciudad fundada por el conquistador y los criollos. Así se acepto que los “indios mugrosos y desarrapados” una vez al año vinieran a la ciudad, hicieran su “ofrenda” y se largaran lo más pronto posible.

Dice otro pasquín:

A partir de 1951, las festividades del Lunes del Cerro adoptan el término popular de la "Guelaguetza", debido a que las delegaciones regionales acostumbran traer, para regalar entre el público, productos artesanales, frutas y bebidas, además de ofrendar a los concurrentes su música y sus bailes.

No señala que el primero en recibir las “ofrendas” es el gran sexenal.


Hoy es igual, los “bien nacidos” residentes en la ciudad, mantienen la misma ideología racista, los aceptan una vez al año. Y un agregado, se ha incorporado al ritual del festejo, rendir pleitesía al gran cacique en turno.


LOS ACTORES.

Quienes participan como bailarines y actores ciertamente provienen de las cabeceras municipales más importantes de las regiones de la entidad; pero no por eso son indígenas. La mayoría de ellas y ellos, son hijos de caciques regionales identificados y representantes del Partido Revolucionario institucional (PRI) en su región y otros mas, provienen de la “iniciativa privada” regional. Sigamos con Jesús Lizama:


La tarde del 25 de abril, fecha en que la ciudad conmemoraba los cuatrocientos años de haber sido elevada a la categoría de ciudad, fue el momento en que se llevó a cabo el Homenaje Racial. Un conjunto de símbolos del mexicanismo y el localismo convergieron en el espectáculo, imprimiendo de este modo a los oaxaqueños un sentimiento regional vinculado estrechamente al nacionalismo emergente en el país.

Los indios que participaron fueron despojados de todo aquello que denotaba pobreza y atraso económico y social y fueron vestidos con ropajes que producían la imagen de ser personas ansiosas por incorporarse al desarrollo nacional a cuenta de dejar de ser lo que eran, indígenas. Fue una fiesta que volvió a poner a la ciudad en un lugar privilegiado dentro del estado, y fue una actividad que no hizo más que reafirmar el orden social y celebrar el poder de una determinada clase social que poco representaba a la totalidad de los oaxaqueños.

Así, al final, cuando todo salió según lo previsto, la ciudad descansó sin reocupaciones mayores. Los indios le habían rendido homenaje, le habían reiterado su fidelidad y habían aceptado sumisamente su primacía.

El programa de festejos del IV Centenario y su número principal, el Homenaje Racial, siguieron las líneas generales del nuevo modelo de nación, elaboradas por los ideólogos posrevolucionarios.

La historia fue reconstruida, exaltando el pasado indígena, pero negando su presente, a esa "raza primitiva y decadente". Ideas de este tipo, abiertamente racistas y discriminatorias, no surgieron en Oaxaca a raíz de la Revolución sino que a partir de ella tomaron mayor impulso y legitimaron plenamente la forma de actuar de una minoría, que se concebía a sí misma como no india, y que se propuso, a semejanza de lo que acontecía en el resto del país, de dotar de contenidos a una identidad, la "oaxaqueña" en este caso, un término que, como el "mexicano", pecaba de general, pero que fue utilizado para tratar, por un lado de exterminar al indio a través de la integración a la nación, así como para imponer sus propias concepciones a la heterogénea población de la entidad.

El regionalismo surgido con mayor vigor en Oaxaca a partir de la década de los años veinte no hizo sino insertarse en el proceso mismo que vivía el país. Pudiera parecer que fue algo diferente, que fue la respuesta localista a la política homogenizadora nacional; sin embargo, no era tal cosa, sino que fue parte de ese mismo fenómeno, puesto que a través de lo local, los oaxaqueños se vincularon a lo nacional y contribuyeron en la obra de construcción del México que Bonfil (1989) llamó "imaginario".


De acuerdo con el estudio llamado DIFERENCIAS AMBIGUAS: MEMORIAS VISUALES Y EL LENGUAJE DE LA DIVERSIDAD EN LA OAXACA POSREVOLUCIONARIA, escrito por Deborah Poole, la autora afirma:

“En la actualidad los jóvenes danzantes que componen las delegaciones regionales, consideran que una invitación para bailar en la Guelaguetza, es una oportunidad para iniciar una carrera como danzantes culturales y un medio para establecer importantes vínculos políticos con representantes del gobierno oaxaqueño. En entrevistas realizadas en 1998 y 2001, varios participantes me comentaron que esperaban utilizar su participación en el espectáculo para lograr acceso al gobernador mismo”.


Y ni siquiera su condición de mestizos hijos de provincianas “familias de bien”; aunque algunos conserven rasgos indígenas, les salva de ser tratados como servidumbre. Refiere Rosario Manzanos, periodista de la revista Proceso:

La transportación que se les da es de pésima calidad. La mayoría de ellos son obligados a dormir en albergues, donde apenas se les otorga un lunch para comer. Muchos otros no alcanzan albergue y son obligados a dormir ahí, justo al ladito del auditorio.

No existen camerinos ni nada parecido para que puedan vestirse y arreglarse de manera correcta los participantes. Lo hacen como pueden o utilizando los propios autobuses que los llevaron hasta allá. Los baños son una desgracia; y si uno se acerca, lo nauseabundo de su estado lo obliga a pensar en una enfermedad fatal. Esto obliga a la gente a hacer sus necesidades en descampado.

No bien bailan en el auditorio de Oaxaca, los participantes tienen que apurarse porque los llevan a bailar a uno y otro escenario. En la mayoría de los casos, sin agua y sin comida.

Si lo anterior no fuese suficiente existe una especie de comité pro defensa de la autenticidad de la Guelaguetza que revisa olanes, zapatos boleados y trenzas bien hechas; y que, si así lo desea, puede impedir que se presenten.

Hasta ahora se desconoce a dónde van a dar los fondos obtenidos por el boletaje vendido para la Guelaguetza. Según datos de la propia Secretaría de Turismo en los días que se presenta se da la mayor derrama económica de turismo hacia el estado. De estas ganancias ningunos de los bailarines es partícipe.
A estos jóvenes enajenados, integrados y explotados, el gobierno los hace pasar como ejemplares de las “razas indígenas”.

LAS COREOGRAFIAS.
Sin temor a equivocarse se puede afirmar que ninguna de las coreografías, danzas y “Ritos” son de carácter prehispánico. Ni siquiera una reminiscencia, las menos, tienen origen popular, las demás son de invención reciente, tales como “El Jarabe Mixe” o “Flor de Piña” de la región del Papaloapam y el “Jarabe Mixteco”, versión local del Jarabe Tapatío. El ritmo de “La Sandunga” se identifica con la Jota Aragonesa. Los “ritos” constituyen una mezcolanza del imaginario prehispánico y remedos del rito católico.
De la música poco hay que hablar, sus características en cuanto a origen, son similares a las de las coreografías:

“El final del espectáculo fue la interpretación del Himno a Oaxaca, compuesto expresamente para la ocasión. Con ello terminaba el Homenaje Racial a la ciudad.”


LA “DANZA DE LA PLUMA”.
Mención particular merece la DANZA de la PLUMA cuyo origen es objeto de disputa entre las poblaciones de Zaachila y Teotitlán del Valle, ambas de ascendencia zapoteca.
Dicen los mitómanos que es una representación de la conquista de México por las huestes de Hernán Cortés. El danzante principal representa a Moctezuma y en su representación completa se incluyen diálogos entre éste y el conquistador español.
Bueno pues resulta en primer lugar, que los acontecimientos históricos que se dice son representados y los personajes se ubican en el altiplano mexicano, en el asiento de los mexicas, distante más de 550 kilómetros de las poblaciones referidas. Los personajes no son zapotecas y los parlamentos son en español.
Luego, la Universidad Veracruzana refiere de cómo la danza representativa de la lucha entre moros y cristianos se reproduce en el país con variantes:
Los misioneros introdujeron esta danza en el siglo XVI con fines de evangelización. Se delimita el espacio del baile con bancos que representan las trincheras de cada bando. La danza dura uno o dos días, y consta de batallas, parlamentos y danzas. Los personajes se enfrentan hasta que los cristianos logran derrotar a los moros con la ayuda de su Dios y a veces la de Santiago.
Santiago el Mayor es el santo patrono de España. Es una danza guerrera que los frailes españoles introdujeron para contar cómo el apóstol encabezó la lucha española de nueve siglos contra los moros. Así querían demostrar que la fuerza del imperio católico peninsular era capaz de derrotar al mal que representaban los infieles, en este caso los árabes, seguidores de Mahoma. Se trata, pues, de una danza de origen hispánico, parecida a la de moros y cristianos, sólo que aquí el actor principal es el Santo.

Sobre la danza de la pluma la misma página de Internet (http://www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=620) señala:
El danzante principal representa al sol. Ejecuta movimientos circulares mediante los cuales entabla un diálogo con los demás danzantes que representan a los cuerpos celestes. Los movimientos diagonales representan el solsticio de invierno y los de tipo paralelo el equinoccio de primavera.

La vestimenta de esta danza ha tenido variaciones desde la conquista, así como durante la intervención francesa, en el siglo XIX, cuando se incorporaron a la danza los pasos y la música de la mazurca y el chotis. El sol usa un penacho enorme, adornado con espejos y plumas. Esta danza cierra la Fiesta de la Guelaguetza, evento anual en que convergen los grupos de danzantes de las siete regiones en que se divide cultural y geográficamente el estado de Oaxaca.
Bajo la tesis anterior, pues la danza de la pluma es predecesora de la película “La guerra de las galaxias” u otra del mismo género,
Lo cierto es que se trata de una de tantas variantes mexicanas de la representación como Auto Sacramental de la guerra entre el bien y el mal, entre cristianos y moros adoradores de mahoma y el demonio. Danza con propósito de conquista espiritual, aculturación y demás. ¿Y su afamada música? Pues de los muy europeos chotis y mazurca, aderezados con plumas de guajolote, faltaba más.
FINALMENTE,
Con lo descrito, no pretendemos descalificar a las fiestas y celebraciones populares sino a su distorsión enajenación y uso bastardo de que ellas se hace. Mucho menos descalificar la GUELAGUETZA como bien y práctica cultural de los pueblos originarios, ni danzas, bailes y rituales, matizados por el mestizaje a través del tiempo. El valor de lo anterior se recupera y dimensiona cada vez más, cada vez que somos capaces de apreciarlo y respetar la pluralidad y diversidad de los pueblos originarios de Oaxaca.
El rechazo es a la mitificación demagógica y uso deformado de las fiestas populares para explotarla comercialmente en beneficio de unos cuantos explotadores y a la intención de hacerlas pasar como identidad colectiva cuando en realidad narginación y segregación son el signo de Oaxaca.
Hoy el anacrónico régimen político priísta y sus intelectuales orgánicos, ideólogos y fariseos que le acompañan, nos la venden como auténtica expresión de nuestra identidad cuando en el fondo es un acto que legitima el racismo y la segregación. ¡Ya son chingaderas! Diría un culto empresario oaxaqueño.


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OAXACA DE JUAREZ, MAGON Y ZAPATA ,APPO 2011, http://todoelpoderalpueblo.blogspot.com