Optimismos pesimistas
Haciendo gala de un innecesario e incomprensible optimismo, el que se dice ser presidente de México aseguró que, antes de cuarenta años, el país ocupará el tercer puesto entre las economías más grandes del mundo, sólo superado por China y la India. Me parece perfecto. Me preocupa, desde ahora, cómo vamos a impedir que los mugrosos gringos ingresen en el territorio nacional en calidad de indocumentados; más vale no exigir trato humanitario para quienes hoy lo hacen todavía en sentido inverso, puesto que van a querer aplicarlo cuando sean ellos quienes reciban nuestro maltrato. También hay necesidad de mantener intocable el TLC dado que serán ellos los que luego van a reclamar la renegociación. Es más, sería bueno permitir que nos invadan, para luego poder invadirlos sin reproches. Creo que va a ser necesario aplicar, en aras del mayor patriotismo, una política silenciadora de las voces pesimistas de los opositores que todo lo ven perdido, que ignoran la enorme capacidad de las y los mexicanos para escalar las altas cimas que nuestro futuro nos depara; son los agoreros del fracaso, los que se acomplejan ante la grandeza de los vecinos; su actitud no es compatible con el destino manifiesto de la mexicanidad, como tutores de los destinos del continente americano todo.
Para muestra basta un botón. En Japón se reunió el Grupo de los Ocho, que representa a las mayores economías del mundo. Ahí fueron convocados los cinco países emergentes identificados como el Grupo de los Cinco (Brasil, China, India, Sudáfrica y México) para servir de interlocutores con los poderosos; el tal Calderón fungió como líder de este grupo o, por lo menos, como vocero. Los acomplejados de siempre dicen que, en reunión previa del grupo, alguien propuso que, ante los riesgos políticos del uso de la palabra en nombre de todos, hable el más baboso. Ni tardo ni perezoso, el de México recordó la frase célebre de su antecesor para decir: ¿y yo por qué?
En la misma reunión internacional de las naciones poderosas, el campeón del optimismo anunció, con voz suficiente, que en breve se contará con las reformas legales pertinentes para que los capitales privados extranjeros participen en la actividad petrolera. No sólo es porque carezcamos de los recursos financieros para afrontar las necesidades de la industria petrolera, sino porque no contamos con la capacidad técnica y profesional para hacerlo. Con las alianzas planteadas, que seguramente merecerán la aprobación de los legisladores, se fortalecerá a PEMEX quitándole la pesada carga de producir, para que pueda dedicar sus energías a la correcta administración de los contratos con los particulares, actividad propia de los que tenemos capacidad de mandar, sin ensuciarnos las manos. Así mismo, dejaremos que sean otros los que se quemen las pestañas en la investigación y el desarrollo de tecnologías, para poder dedicarnos a preparar nuestro futuro como potencia económica mundial.
Te ofrezco una disculpa, amable lector, por tomar a chascarrillo el discurso de Calderón. Sinceramente no me merece el más mínimo respeto. Es el mismo que empleó Fox en su promoción de venta del país: asegurar un futuro promisorio a quienes decidan venir a comprar nuestros fierros y aprovechar nuestra mano de obra esclava, libres de los onerosos impuestos que se tienen que pagar en el mundo desarrollado, así como de las molestas restricciones ambientales que allá se imponen. El de Calderón es, además de cínico, un discurso contradictorio e ignorante. Al hablar de México parece referirse al territorio incluido entre sus fronteras y sus litorales, sin importar la sociedad que lo conforma como nación; invita a la inversión externa para que venga a hacerse cargo de desarrollar al país en su propio beneficio, aprovechando sus recursos naturales y económicos, aunque la población sólo reciba las migajas y los espejismos. Anuncia la grandeza pero afirma la pequeñez; para él, los mexicanos no somos capaces de emprender ni conducir las tareas del progreso, ni siquiera en lo que hemos demostrado históricamente ser capaces, como es el caso de la industria petrolera nacionalizada. Ese es el verdadero complejo de inferioridad y, peor aún, el afán pesimista antinacional.
En gira por la República Popular China se impresiona por la enorme presencia del capital extranjero en su economía, pero parece ignorar que el régimen chino ejerce un control pleno de la actividad industrial y comercial, en términos de garantizar el fortalecimiento de su mercado interno y el bienestar para su gente, al tiempo que construye un vigoroso sector empresarial público, social y privado que hoy invade al mundo con sus mercancías y sus tecnologías. Los que han analizado el fenómeno chino lo manifiestan con claridad: la apertura comercial china ha sido conducida por un estado fuerte que la condiciona a su conveniencia, no al revés como acá sucede. Quiero ver a los españoles exigiendo al gobierno chino condiciones favorables para invertir o al Primer Ministro aceptándolas sin el menor escrúpulo, como lo ha hecho el gobierno fraudulento. Es la diferencia entre una política endógena de desarrollo y otra que sólo se cuelga de las recetas impuestas por los organismos financieros internacionales. Los chinos ponen a los bueyes delante de la carreta, no al revés.
Si tan siquiera los viajes sirvieran para que se les quite lo ignorantes, pudieran valer la pena, aunque nunca seamos la tercer economía del mundo, lo que, por cierto me tiene sin cuidado. Lo importante es lograr que todos los mexicanos tengamos justicia y bienestar satisfactorios, independientemente de los números de la economía mundial.
Miércoles 29 de diciembre de 2010, p. 4
Lúcidos examinadores de la realidad y autores comprometidos murieron durante el año que concluye. Fueron referentes culturales, principalmente en el ámbito de las letras: el escritor Carlos Montemayor, el cronista Carlos Monsiváis, el narrador José Saramago y el filósofo Bolívar Echeverría.
La Jornada recuerda a estas personalidades, hacedores de un valioso legado.
También ocurrieron los fallecimientos del poeta Alí Chumacero; de los historiadores Friedrich Katz y Howard Zinn; de los narradores Tomás Eloy Martínez, J. D. Salinger y Miguel Delibes; y del filólogo Antonio Alatorre, entre otros.
El tenor, maestro, narrador, poeta, ensayista, traductor y activista Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947) falleció en la ciudad de México el domingo 28 de febrero, debido al cáncer que lo aquejó durante meses. En su obra rescató la voz de los colectivos enfrentados al sistema político que les negaba cabida. Indígenas y grupos opositores de izquierda encontraron eco en su creación literaria y reivindicación en su discurso político.
Conocedor de las lenguas hebrea, griega clásica, latina, francesa, portuguesa, italiana e inglesa, tradujo obras clásicas como las Odas de Píndaro, Carmina Burana, poesías de Cayo Valerio Catulo, Virgilio y Safo, así como de poetas tales como Fernando Pessoa y Lêdo Ivo. Al parejo desarrolló una labor de rescate de los idiomas indígenas de nuestro país, que fructificó en un par de volúmenes centrados en éstos y en su poesía.
Otra de las herencias que deja fue recuperar en los libros Guerra en el paraíso, Las armas del alba y Las mujeres del alba, los motivos de los grupos opositores armados de las décadas de los 60 y 70, y el hostigamiento gubernamental a las comunidades que les dieron cobijo. Campesinos, indígenas, estudiantes, han sido masacrados una y otra vez en los países de nuestro continente. La historia de su resistencia es una memoria que dignifica nuestra vida
, manifestó el narrador.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago (Portugal, 1922) murió el 18 de junio a la edad 87 años, debido a la leucemia. El novelista, poeta y ensayista conjuntó en su persona la generosidad, los ideales por la justicia social y una escritura profundamente determinada por la realidad. La existencia del portugués se puede caracterizar por su sentencia: El único valor que considero revolucionario es la bondad
.
Es el único portugués que ha ganado el máximo reconocimiento a las letras del mundo, que le fue otorgado en 1998 por su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía
, afirmó la Academia sueca.
“La razón de escribir, en el fondo, no es más que esa: escribir… No escribo para agradar, tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar. Me gustaría que todos mis libros fueran considerados como libros del desasosiego”, señaló Saramago en 2009 en torno a su novela Caín.
En El Evangelio según Jesucristo y Caín desnudó a la religión como mitificación de la realidad; y abordó el tema de la razón en los tiempos modernos en su trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez.
Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938), cronista crítico de los fenómenos presentes en la mexicanidad, además de analista de los hechos sociales que han conmovido los cimientos de la sociedad nacional durante los siglos recientes, expiró el 19 de junio debido a complicaciones de una fibrosis pulmonar.
Identificado con la izquierda, el ensayista capitalino reivindicó en sus escritos al individuo y sus derechos como base del entramado social, contra el autoritarismo y la derecha. En esta lid se inclinó por el movimiento de 1968, los ídolos populares, las figuras de izquierda y los acontecimientos que significaban ideas progresistas; también apoyó las luchas de las minorías sexuales y culturales.
La obra de Monsiváis, caracterizada por la ironía frente a una realidad intolerable, fue un revire humorístico frente a los agravios por medio de la sátira política, como en su columna Por mi madre, bohemios, en la cual evidenciaba la ignorancia y exhibía la demagogia de políticos, empresarios, jerarcas católicos y personajes de la vida pública en general.
El editor y poeta Alí Chumacero (1918) falleció el 22 de octubre en la ciudad de México, víctima de neumonía. Fue un amante de la lectura desde su infancia en su natal Acaponeta, Nayarit, y a ella dedicó su vida entera como crítico, ensayista y editor. Entre su creación literaria destaca Poema de amorosa raíz, de los versos más célebres en nuestro país.
Laboró durante más de medio siglo en el Fondo de Cultura Económica y fue una de las figuras centrales del éxito de la casa editora. Ahí, el autor de Palabras en reposo atestiguó el paso de algunas de las mejores obras de la literatura mexicana del siglo XX y fue famoso el rumor, que Chumacero negaba, de haber mejorado la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo con su corrección.
El filósofo marxista e investigador Bolívar Echeverría (1941), referente crítico del capitalismo en América Latina, falleció el 5 de junio en la ciudad de México como consecuencia de un infarto. El ecuatoriano, que adoptó la nacionalidad mexicana, fue autor de una extensa obra sobre modernidad, economía y cultura, y enfocó su trabajo a los ámbitos de la teoría crítica y la filosofía de la cultura.
Echeverría consideraba al barroco en América Latina una forma de resistencia cultural y una modernidad alternativa. “La verdadera fuerza del impulso anticapitalista –escribió– está expandida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana y muchas veces en la dimensión festiva de esta última, donde lo imaginario ha dado refugio a lo político y donde esta actitud anticapitalista es omnipresente”.
Teoría que sostuvo en obras como Conversaciones sobre lo barroco, La modernidad del barroco y Definición de la cultura.
El sábado 16 de octubre, a los 83 años, pereció en la ciudad de Filadelfia Friedrich Katz, a consecuencia de cáncer. El antropólogo e historiador austriaco dedicó su vida profesional al estudio del acontecer en México y América Latina en los siglos XIX y XX. Produjo obras indispensables para entender a nuestro país como La guerra secreta en México: Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, De Díaz a Madero: Orígenes y estallido de la Revolución Mexicana y la biografía Pancho Villa, ineludible si se desea comprender al revolucionario.
Howard Zinn (Nueva York, 1922) murió el 27 de enero por una afección cardiaca, . El historiador de izquierda plasmó en su obra el punto de vista de los de abajo durante la construcción estadunidense y fue autor del libro más vendido sobre el tema: La otra historia de Estados Unidos. Referente antibelicista en ese país, el también articulista de La Jornada mantuvo siempre la esperanza en el rescate de la humanidad contra la opresión.
El periodista y narrador Tomás Eloy Martínez, nacido en Buenos, Aires, en 1934, quien logró unificar lo mejor de ambas disciplinas en su obra, pereció el 31 de enero en la capital de su país. Fue autor de una extensa obra que incluye novela, crónica, ensayo, relato, libretos de cine y televisión, donde destacan La pasión según Trelew, prohibida por la dictadura argentina; Santa Evita, traducida a múltiples idiomas, y El vuelo de la reina.
Autor de culto en Estados Unidos, J.D. Salinger (1919) murió el 27 de enero, en New Hampshire. El guardián entre el centeno, publicado en 1951, bastó para colocar al escritor entre los más reconocidos de la literatura moderna de su país y lanzarlo a la fama que siempre despreció.
Miguel Delibes (1920) vivió una España enfrentada por la Guerra Civil y luego la férrea dictadura de Francisco Franco. Es autor de una narrativa del espacio rural español, cruzada por el hambre y la falta de libertades. Su deceso ocurrió el 12 de marzo.
El ensayista y reconocido filólogo Antonio Alatorre, expiró el 21 de octubre a los 88 años. Originario de Autlán, Jalisco, ejerció una labor docente en nuestro país y otras naciones, y fue estudioso de Sor Juana Inés de la Cruz, de quien editó las obras completas. Fue un notable traductor y hacedor de una obra especializada en la que sobresale Los 1001 años de la lengua española.
A lo largo del año también se registraron los decesos de la poeta y traductora Esther Seligson (ciudad de México, 1941); el poeta y especialista en literatura chicana Juan Bruce-Novoa (San José, Costa Rica, 1944-California, Estados Unidos); el escritor y cronista Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917-Tuxtla Gutiérrez, Chiapas); el crítico literario Sergio Nudelstejer (Varsovia, Polonia, 1924), y el autor de novela negra Juan Hernández Luna (ciudad de México, 1962).
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